La crisis del euro

Grecia entona el mea culpa y suplica a Alemania

Merkel y Papandreu se saludan, ayer, durante la reunión de la Federación Alemana de Industria, en Berlín.

Merkel y Papandreu se saludan, ayer, durante la reunión de la Federación Alemana de Industria, en Berlín.

RUBÉN GÓMEZ DEL BARRIO
BERLÍN

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En una semana decisiva para el futuro de Grecia, en Berlín -baluarte del euro- y ante la atenta mirada de la cancillera Angela Merkel -portadora de la batuta para guiar el futuro de la eurozona-, era el momento de apuntar a las promesas. Así lo hizo ayer el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, quien garantizó que «Grecia cumplirá con todos los compromisos».

Y lo hizo en un discurso no solo ante Merkel, sino también ante la poderosa Confederación de la Industria Alemana y en un ambiente de escepticismo ante las posibilidades helenas. De hecho, para neutralizar ese pesimismo, Papandreu aseguró «tener el potencial» para lograr sus objetivos, aunque también dejó claro que la recuperación de su país está supeditada a la ratificación en los parlamentos nacionales de los acuerdos fijados en la cumbre europea de julio, así como al apoyo de las entidades financieras.

«Podemos lograrlo, podemos convertir la crisis en una oportunidad», exclamó el primer ministro griego parafraseando el Yes, we can de Obama. Y en un acto de clemencia entonó el mea culpa al asegurar que «Grecia no es un país pobre, sino que ha estado mal gobernado en el pasado». Seguidamente, y a escasos metros de la cancillera, suplicó que Berlín apruebe mañana la ampliación del fondo europeo de estabilidad, una decisión que todavía cuenta con numerosas voces en contra.

Motivo suficiente para que ante el mismo auditorio, y en el intento de sumar votos de confianza entre los presentes, la cancillera manifestara su respeto por los esfuerzos que de Atenas. «Si a Grecia le va mal, a Europa no le irá bien y a Alemania tampoco», aseguró Merkel, quien volvió a salir en defensa del euro.

DESTINO COMÚN / Hay mucho en juego y, en este sentido, Merkel es consciente de que Europa y Alemania están inevitablemente unidas a Grecia por un destino común. Algo que reiteró en su comparecencia de la misma forma que incidió en la necesidad de aprobar la ampliación del fondo de rescate de la eurozona. Una votación que a horas de su ejecución todavía cuenta con las reservas de algunos miembros de la coalición que lidera el partido de la cancillera, la CDU. De hecho, el equipo de Gobierno -Merkel incluida- se reunió ayer para una votación interna y de prueba y para disgusto de la cancillera se saldó con 11 votos en contra y dos abstenciones. Resultado que dejaría a Merkel un margen muy estrecho con sus socios. «El mundo entero está pendiente de esta votación», dijo Merkel en la reunión de la CDU y sus aliados de la CSU. El otro partido de la coalición es el FDP.

NUEVO IMPUESTO / Sin embargo, todo apunta a que mañana el Parlamento alemán dará luz verde a este procedimiento como recompensa al «doloroso camino» que, según Papandreu, deben recorrer los griegos. Un esfuerzo al que ayer se sumó la aprobación del Parlamento heleno de una ley que da vía libre al cobro de un impuesto por bienes inmuebles y que es requisito indispensable para que Grecia acceda a nuevas ayudas. La troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) volverá probablemente hoy o mañana a Atenas.

Por su parte, el presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, se opuso con vehemencia a las sugerencias de algunos eurodiputados de que la salida de Grecia del euro fuera una solución. «Estoy absolutamente en contra de que se obligue a un estado a abandonar la zona euro. Esto no resolvería ningún problema, aumentará los problemas del país afectado y para el conjunto de la zona monetaria, además de comportar riesgos muy considerables», dijo Juncker, informa Eliseo Oliveras.