La fuerte desigualdad amenaza el orden económico internacional

El FMI reclama medidas para frenar el giro proteccionista de los movimientos populistas

Donald Trump

Donald Trump / IAS VG

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Podría argumentarse que durante muchos años las recetas económicas del Fondo Monetario Internacional contribuyeron a exacerbar las desigualdades económicas y, por ende, a alentar indirectamente la reacción populista que cuestiona ahora los pilares del orden internacional. Pero en los últimos tiempos, el organismo que preside Christine Lagarde se ha convertido también en uno de los principales pregoneros del peligro que comporta ignorar la desafección social generada por la disparidad de ingresos y los desequilibrios de la globalización comercial. En su último informe, esa preocupación se expresa más claramente que nunca.

"El sistema de relaciones económicas internacionales surgido de la segunda guerra mundial está sometido a graves tensiones, a pesar de los beneficios globales que ha generado, precisamente porque el crecimiento y los ajustes económicos resultantes crearon a menudo desigualdad en términos de beneficios y costes dentro de los países", asegura el jefe económico del FMI, Maurice Obstfeld. La tentación proteccionista recorre el mundo, desde los Estados Unidos de Donald Trump a la Francia de Marine Le Pen y, a ojos del Fondo, se ha convertido en una de las principales amenazas para la estabilidad global.

GUERRA COMERCIAL

"Un riesgo destacable es un giro hacia el proteccionismo que haga estallar una guerra comercial, afirma Obstfeld, quien reconoce que el escepticismo hacia la integración económica y el multilateralismo no deja de ganar terreno, especialmente en las economías avanzadas. Obstfeld lo atribuye a la débil recuperación, el estancamiento de los salarios o los "trastornos estructurales del mercado de trabajo". Pero también a los desajustes de la globalización comercial y los cambios tecnológicos, que han dejado en la cuneta a los trabajadores menos cualificados, suplantados por un ejército de máquinas.

"El comercio ha sido un motor del crecimiento, al promover un impresionante crecimiento de los ingresos per cápita y el declive de la pobreza alrededor del mundo, especialmente en las naciones más pobres", dice el informe del FMI, que esta semana celebra en Washington su Asamblea de Primavera. "Pero sus beneficios no siempre se han compartido con equidad dentro de los países y el apoyo político al comercio seguirá erosionándose a menos de que los gobiernos tomen medidas para invertir en su fuerza laboral y la ayuden a hacer frente a las dislocaciones".

PROGRESIVIDAD TRIBUTARIA

El Fondo propone reformas para impulsar políticas laborales activas, una "mayor progresividad tributaria cuando proceda", inversión en educación o ayudas a la vivienda o al crédito para facilitar la movilidad de los trabajadores. También insta a remozar las infraestructuras públicas en aquellas regiones más golpeadas por la globalización y programas para reciclar a sus trabajadores. El llamamiento suena más urgente y pertinente que nunca, dada la escasa capacidad de reacción que están demostrando los partidos tradicionales para atajar las desigualdades y reformar el tambaleante sistema internacional de la posguerra. 

Como ya se vio en EEUU en los años veinte del siglo pasado, el FMI sostiene que las consecuencias de abrazar una vuelta hacia el proteccionismo podrían ser desastrosas. "Capitular ante esas presiones sería como infligirse deliberadamente una herida, ya que haría subir los precios que pagan los consumidores y las empresas, mermaría la productividad y reduciría el ingreso global de los hogares", dice el consejero económico Maurice Obstfeld.