La ratio

'Fiscus'

JOSEP-MARIA
URETA

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Quienes visitan las ruinas de Pompeya y comprueban que desde hace siglos organizamos la convivencia con parámetros que apenas cambian, recordarán aquella puerta, junto a la plaza pública, donde los romanos iban a orinar. ¿Indecencia? No, en absoluto. Una  actividad lucrativa, por eso convenía ejercerla a la vista de los demás. Los orines eran un producto químico de primera necesidad para que los curtidores y tintoreros de la época pudieran elaborar sus productos.

Con ese aliciente, tanto meaban los pompeyanos hasta el año 79 (erupción del Vesubio) que a los gobernantes se les ocurrió que esa actividad era idónea para recaudar denarios para la arca pública. Como apestaban se dispuso de una cesta, 'fiscus' en latín, para recaudar esa contribución, el fisco. De esa práctica nos ha llegado hasta ahora la fiscalidad, base de la democracia (palabra griega, no latina). No hay que temer a la iniciativa del Ministerio de Hacienda de publicar la lista de morosos impenitentes, los que no se arrepienten de quedarse en deudores del resto de ciudadanos. Bien cribada la relación de deudores al fisco, que hoy es una cesta común y democrática, se volverá al origen de que el meado sea en bien de todos y no en la solapa del contribuyente.