TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Las fábricas recargan energía

Los expertos recomiendan a la industria fórmulas de colaboración como la compra conjunta de electricidad para mejorar la competitividad

Instalación fotovoltaica en el techo de las instalaciones de Seat en Martorell.

Instalación fotovoltaica en el techo de las instalaciones de Seat en Martorell.

ANTONI FUENTES / BARCELONA

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La energía se ha convertido en un dolor de muelas para la industria. Las fábricas con un consumo más intensivo de electricidad gas advierten de que los costes energéticos han subido en los últimos años hasta convertirse en un factor de pérdida de competividad para el tejido productivo español. Para muchas empresas, la energía es más cara que otros capítulos que antes centraban su preocupación como los costes laborales.

La necesidad ha llevado a algunas empresas y sectores a espabilarse y buscar fórmulas para ahorrar en su factura energética. Son los pioneros de una tendencia que irá a más por el gran potencial que tiene, según los expertos reunidos por el Pacte Industrial de la Regió Metropolitana de Barcelona en la presentación de un estudio sobre la transición energética de la industria.

La solución al problema energético, tanto de coste como de seguridad en el suministro, pasa en buena parte por aplicar al sector los principios de la economía colaborativa para compartir la respuesta. El estudio dirigido por Verònica Kuchinow recomienda, entre otras medidas, la compra agregada de energía a través de figuras como la del gestor energético, y la puesta en marcha de incentivos fiscales y urbanísticos por parte de los ayuntamientos para promover una industria 4.0 más sostenible. 

El ahorro para las empresas que dejan atrás la competencia entre ellas y se unen para comprar aprovisionarse conjuntamente de energía puede ser sustancial como muestra el ejemplo del proyecto Agroplace de 100 productores de fruta de Catalunya. Estas empresas han reducido su factura de electricidad conjunta de 14 millones de euros en una media de 2.000 euros para una compañía pequeña y en 30.000 euros para una firma mediana gracias a una subasta con comercializadoras eléctricas.   

ECONOMÍA DE ESCALA

"Los polígonos industriales tienen la ventaja de la economía de escala como factor competitivo para obtener energía a mejor precio", asegura Eloy Álvarez, director de la cátedra de energía de Orkestra del Instituto Vasco de Competitividad. El análisis de las necesidades de la industria es, a su juicio, fundamental para diseñar una política sectorial adecuada que contribuya a mejorar la competitividad de las empresas.

En ese diseño es importante acertar con la distribución de las fuentes de aprovisionamiento en función del precio y de la fiabilidad y aumentando el uso de las energías renovables pero sin descartar las derivadas del petróleo y el carbón, como hace Alemania. Pero, ¿qué pueden hacer las empresas para comenzar la transición energética un modelo más eficiente y sostenible?

MÁS COLABORACIÓN

Para empezar, es necesario que las empresas sepan las posibilidades técnicas que tienen en un marco regulador que cierra algunas puertas alternativas a las grandes operadoras. El profesor de la UPC y presidente del Col.lectiu per a un Nou Model Energètic i Social Sostenible, Carles Riba, plantea utilizar al máximo las superficies como los techos de las naves industriales para instalar placas fotovoltaicas y reciclar energía térmica de procesos productivos. "Permitiría incluso reutilizar energía sobrante por ejemplo de días festivos para producir hidrógeno de forma conjunta en un polígono", explica Carles Riba.

Entre los ejemplos de la aplicación de energías alternativas en la industria se encuentra el techo solar en Seat o el caso de una planta de impresión de Canarias que se ahorra un 55% de la electricidad que compraba gracias a cuatro aerogeneradores.

Sin embargo, el paisaje postcrisis en muchos polígonos industriales deja mucho que desear, según Carlos Rodríguez, director de la Unió de Polígons Industrials de Catalunya. Entre las reclamaciones de las empresas se encuentran acabar con los microcortes de electricidad, que provocan pérdidas económicas, y más facilidades para gestionar ampliaciones de potencia. Por eso, la prioridad para algunas empresas es disponer de un grupo electrógeno para no parar la producción cuando hay un apagón.