Divisando el futuro

La revisión de las crónicas bursátiles de todo el año aporta, hasta hace al menos unas semanas, una constante: entre las preocupaciones de los gestores de carteras de renta variable nadie ponía un acento especial en el capítulo de la paridad de las divisas y el riesgo que podría suponer una alteración significativa. Todo era un vaivén, casi susurro, de un cambio diario de décimas o centésimas. En este panorama plácido, en el que lo único importante era si la Reserva Federal o el BCE iban a cambiar de manera sensible sus políticas, apenas se percibió como importante, a partir del verano, que el precio del petróleo mantenía una tendencia descendente. Pausada pero constante.

Pues al final esa ha sido la señal suficiente para que los corredores de bolsa de todo el mundo se aplicaran  a revisar sus modelos de equilibrio a partir de una nueva contingencia: por razones geoestratégicas, EEUU y otras potencias decidieron alterar el precio estable del petróleo en su gama más alta, con todas las consecuencias. Se han intensificado desde esta semana, con la caída de la parida del rublo frente al dólar, acentuada por el banco emisor ruso. La guerra de divisas que se venía pronosticando desde hace meses, se ha confirmado. Divisaron este futuro quienes advirtieron que el área del dólar se sentía de nuevo fuerte -la mejor recuperación de los últimos años en EEUU- y que estaba dispuesto a ejercer ese dominio. Razón suficiente para obligar a todas las bolsas a depender de lo que diga Wall Street,  que ayer abrió al alza y salvó  a los índices europeos.

El Ibex 35 consiguió recuperar sus pérdidas y remontó hasta los 10.081 puntos (+1,80%).