ANIVERSARIO DEL ESTALLIDO FINANCIERO

Crisis mundial, año uno

Despedidos. Varios trabajadores abandonan las oficinas de Lehman Brothers en Londres, en el 2008.

Despedidos. Varios trabajadores abandonan las oficinas de Lehman Brothers en Londres, en el 2008.

AGUSTÍ SALA
BARCELONA

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En las inmediaciones de Wall Street, en Nueva York, el corazón del capitalismo, no es difícil encontrar antiguos brokers que se ofrecen al mejor postor. Algunos, mostrando un enorme espíritu emprendedor, incluso hacen de guías turísticos de una singular «ruta de la crisis». Son víctimas directas del cataclismo que desató hace un año la quiebra de Lehman Brothers, banco de inversión fundado en 1850, que cayó por su exposición a las hipotecas de alto riesgo y a los productos financieros creados a partir de ellas (CDO y otras tantas siglas crítpicas).

Un año después de estallar la peor crisis desde la Gran Depresión de 1929, cuando el presidente de EEUU, Barack Obama, pronuncie hoy un discurso en defensa de la reforma del sistema financiero, lo hará con un panorama nuevo. Se atisban síntomas de mejora, pero la crisis ya ha provocado un coste enorme. Desde entonces, se ha cobrado una factura de más de ocho billones de euros, equivalente a casi el 20% del valor de toda la producción mundial, en forma de planes de estímulo económico y pérdidas que comenzaron a incubarse en el 2007, según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esa cifra supone 8.321 euros por cada hombre, mujer y niño de los países ricos.

Reacción en cadena

La crisis borró de un plumazo más de 100 años de historia de banca de inversión, como la que representaba Lehman y el anteriormente caído Bear Sterns, adquirido, al borde de la quiebra, a precio de ganga en marzo del 2008 por JP Morgan Chase. También hace un año, Goldman Sachs y Morgan Stanley pidieron reconvertirse en bancos comerciales para poder acogerse al plan de apoyo del Gobierno. Merril Lynch fue adquirido por el Bank of America

El terremoto Lehman paralizó los mercados mundiales de crédito y forzó a las autoridades políticas y monetarias a actuar. Las inyecciones públicas al sector se mutiplicaron, lo mismo que las medidas para garantizar los depósitos de los clientes. La crisis se propagó al automóvil, y llegaron las suspensiones de pagos de gigantes como General Motors o de Chrysler. Y no digamos la construcción. En España ha sido el sector más afectado y a los concursos de acreedores de Habitat o Fadesa se ha sumado Nozar. El actual baile de fusiones entre cajas en España también es un efecto de la crisis. No fueron ajenos al desastre países completos, como Islandia, primer estado que suspendió pagos.

Y un año después, pese a que el FMI vaticinó una crisis profunda y duradera, organismos como la OCDE empiezan a detectar mejoras; son los famosos brotes verdes que mencionó por primera vez el presidente de la Reserva Federal de EEUU, Ben Bernanke, en marzo.

La duda es si la recuperación será rápida o lenta, marcada por la necesidad de reducir el enorme endeudamiento de la larga etapa de bajos tipos de interés. Eso seguro que también lo estudiarán los líderes participantes en la cumbre del G-20 en Pittsburg (EEUU) a partir del día 24. La crisis también ha hecho que tras un mundo en el que solo los países más ricos, el G-7, marcaban las pautas, cobren protagonismo economías como China, Brasil, México o Suráfrica.