Cortina

Aconsejan los partidarios de la analogía entre los avatares de los mercados bursátiles y las aportaciones de la literatura -desde fábulas hasta películas del genero fantástico- que se revise el muy clásico film El mago de Oz (1939, varios directores). Como el ritmo de las bolsas no está para zarandajas ñoñas sobre los problemas de Dorothy/ Judy Garland, los de la metáfora rápida sugieren ir  al final de la historia en la que un personaje secundario, Totó, tira del cordón de una cortina y se descubre que tras las aventuras más fantásticas solo hay un ilusionista sin más pretensiones.

Llevamos suficientes años de crecimiento inflado por la magia de los euros y dólares nacidos de la ingeniería financiera y de la doctrina económica que lo apoya como para no darnos cuenta de que algo había detrás de la cortina. Fondos de inversión poderosos, nacidos de la improvisación y debilidad política del 2008, han conseguido ser más fuertes e inmunes, dominan los mercados (todos: renta fija, variable, materia prima) y deciden a dónde va el globo. Siempre tras la cortina. Salir de ese marasmo quizá empiece en China, pero inquieta  que el final de la historia ya no será el de la película: nadie va a regresar feliz a su casa. Lo impone la globalización.