EXPANSIÓN DEL GIGANTE ASIÁTICO EN EUROPA

La conquista China de Italia

Compañías chinas, muchas de ellas estatales, se hacen con firmas transalpinas

Multinacional 8Sede central de Pirelli en Milán.

Multinacional 8Sede central de Pirelli en Milán.

IRENE SAVIO / ROMA

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La silenciosa conquista china ya parece imparable en Italia. Desde la compra por parte de la estatal ChemChina de Pirelli (quinto mayor fabricante de neumáticos del mundo, oficializada el lunes) a una oferta de 30 millones de euros para entrar en la juguetera Giochi Preziosi (anunciada el miércoles), pasando por la participación de Italia -junto con España, Reino Unido, Francia y Alemania- como socios fundadores en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, impulsado por China y que no gusta nada a Estados Unidos (EEUU).

La marcha de Pekín está siendo cada día más libre y expedita en Italia. El diario económico Il Sole 24 Ore lo resumía recientemente: "Hasta hace 15 años, el número de grandes sociedades chinas en Italia se contaban con los dedos de una mano". Hoy, según las cifras de Eurostat y Baker&McKenzie, el país está entre los mayores destinos europeos de inversiones chinas (3.500 millones en el 2014), al tiempo que crecen las ventas italianas a China (9,3% en el 2014) y las del dragón chino en el país transalpino (9,2%).

En las últimas semanas se han acelerado las compras de activos italianos por parte de China, pero vienen de lejos. En la última década, y con más intensidad en los últimos 5 años, corporaciones chinas (varias de ellas estatales) han entrado con participaciones en el capital de muchas pymes italianas, pero también de colosos como Fiat, Mediobanca, Generali, Prysmian, Saipem, Enel, Telecom Italia, el fabricante de yates Ferreti y hasta la poderosa petrolera Eni y el fabricante de turbinas Ansaldo. En el 2014, adquirieron por 2.792 millones el 35% de la energética Cdp Reti.

Razones

Según el economista Piero Esposito, de la Universidad Luiss-Sep, son muchas las razones que impulsan esta fiebre inversora, aunque ha sido la crisis la que aceleró el proceso. "En la actualidad, China tiene los bolsillos llenos, mientras que Italia está buscando con desesperación fondos para relanzar sus empresas, ya que además es incapaz de resolver sus problemas de siempre, su nefasta burocracia y lenta justicia. Esto, sumado a que el tejido industrial italiano es todavía apetecible, explica el fenómeno", apunta el experto. "Esto es, sin duda, también un cambio de estrategia hacia las economías en desarrollo que también marca una ruptura en la relación con Estados Unidos, país con el cual hasta hace poco se mantenía un cordón umbilical imposible de resquebrajar", añade.

De ahí que el caso de Pirelli sea significativo para la historia industrial italiana. No sólo por la relevancia nacional —es una de las empresas que contribuyeron al boom económico italiano posterior a la Segunda Guerra Mundial— y la magnitud de la compañía, fundada en 1872 en Milán y que vende y posee sucursales en los cinco continentes. También porque nunca antes China se había hecho con la participación mayoritaria de las grandes compañías italianas en las que invertía. "Es el epílogo de ese capitalismo familiar que caracterizó a Italia y Europa en el siglo XX", critica Emilio Miceli, secretario general del sindicato FILCTEM CGIL.

Capitalismo rojo

El capitalismo rojo asusta a los sindicatos. "El problema es que el asalto chino por primera vez se dirige directamente a la adquisición de activos, como Pirelli o Ansaldo, que son pilares de la economía industrial italiana", argumenta Miceli. El Gobierno permanece callado. "Desde que está (el primer ministro italiano, Matteo) Renzi, los chinos están convencidos de que se ha abierto una puerta en Italia", apunta un funcionario del Partido Democrático, la formación del gobernante, que recientemente participó en un viaje en China invitado por las autoridades de ese país.

A los sindicatos no les gusta. "El capitalismo italiano ya no es capaz de hacer frente a los competidores internacionales y el Gobierno no posee una política industrial", según Susanna Camusso, dirigente del mayor central (CGIL).