La ratio

Confiar

JOSEP-MARIA
URETA

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Alguien se ha propuesto que antes del verano -con un examen parcial el 24 de mayo que puede variar el examen final- los españoles se examinen de cómo funciona su proclamado, casi idolatrado en cuanto asoma algún discrepante periférico, Estado de derecho. Si en lugar de una asignatura indigesta y plúmbea se estudiase el tema en las escuelas de negocios -que apenas han innovado respecto a sus referentes de EEUU-, el tema a analizar sería el caso Rato. Ahí están todos los ingredientes del cruce de desafíos desvergonzado entre jueces y  Gobierno. Y más: las inquinas entre magistrados de lo civil y lo penal (de ahí la diferencia de cantidades de las fianzas) y de estos con las fiscalías que actúan disciplinadamente -o no- a las órdenes del Gobierno.

Fianza, confianza, fiabilidad, tener fe en algo, comparten etimología. Distorsionar cada una de estas palabras según a quién y a qué se apliquen tiene sus consecuencias políticas y económicas. El todo Madrid que tanto gusta de martingalas de jueces, políticos y sinvergüenzas parece ajeno a todo ello -o no, según nos advierte Antón Losada sobre los códigos de trabajo de Mariano Rajoy- y anda excitado al ver en la picota a un tótem caído. Aunque su sombra es alargada, como la del ciprés.