LAS NUEVAS FUERZAS POLÍTICAS

En campo contrario

La nueva política de Pablo Iglesias y Ada Colau se ha medido con el PSOE y el PP en el Cercle y ha demostrado que es una realidad

Pablo Iglesias y la alcaldesa Ada Colau, el jueves, en las jornadas del Cercle d'Economia, en Sitges.

Pablo Iglesias y la alcaldesa Ada Colau, el jueves, en las jornadas del Cercle d'Economia, en Sitges.

OLGA GRAU / SITGES

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La Reunió del Cercle d’Economia no es un foro económico a secas. Es, en palabras de su presidente Antón Costas, «un encuentro político-empresarial» que sirve de termómetro de la coyuntura del país desde una perspectiva más amplia que la económica. Consciente de que no sería una iniciativa ni popular ni apoyada de forma unánime por la junta del Cercle, Costas propuso con valentía este año invitar al foro al cabeza de lista de Podemos, Pablo Iglesias, y a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, junto a los representantes del bipartidismo tradicional, al presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder del PSOE, Pedro SánchezAlbert Rivera ya se estrenó el año pasado como flamanante promesa del Ibex 35, a pesar de no tener representación parlamentaria todavía, mientras que Oriol Junqueras también debutó como líder de ERC.

«La decisión de abrir el foro a la nueva política creó un cierto malestar entre los miembros del Cercle en un primer momento», reconoció Costas al término de la reunión. La invitación a Colau molestó en especial a Xavier Trias, ya que no es tradicional invitar al Alcalde de Barcelona y el protocolo se ciñe tan solo al president de la Generalitat, al presidente del Gobierno español y al titular del ministerio de Economía. 

Convertir el Cercle en una arena que permitiera el cuerpo a cuerpo entre la nueva política y la vieja política ante los ojos de las élites empresariales ha resultado un experimento revelador de la actual realidad política del país en el que la gran fragmentación del mapa electoral obliga a pactos para poder gobernar. 

Pablo Iglesias acudió al Cercle con la intención de dotar de una áurea intelectual a su idea de que la socialdemocracia es él y no Pedro Sánchez. Ese fue el eje de su discurso, para el que parafraseó al intelectual Ludolfo Paramio: «Cómo es posible que en medio de la mayor recesión de la historia del capitalismo se hayan impuesto en Europa desde Fráncfort unas ideas excéntricas y contraproducentes». 

Iglesias, dispuesto a dar el sorpasso a Sánchez en los próximos comicios con la coalición con Alberto Garzón y las confluencias, era más que consciente de que jugaba en terreno contrario. Pero la animadversión que levantan sus propuestas económicas (banca pública, derogación de todas las reformas del PP y el PSOE y subidas de impuestos) entre los socios del Cercle y las élites empresariales, no impidió que se convirtiera en la estrella de la edición. «Levanta tanto miedo como curiosidad», explica Costas. Los empresarios hicieron cola para saludarle en la sala VIP donde se recibe a los asistentes. Él acudió con camisa y corbata, sonrió y respondió con simpatía a las cuestiones de los asistentes, incluso cuando le preguntaron ‘¿Pablo, tú crees en Dios?’. 

De hecho, el líder de Podemos y la alcaldesa de Barcelona recibieron preguntas mucho más personales y en un tono más agresivo que todos los políticos en anteriores edidiciones. «Es una mezcla entre animadversión y principio de realidad, mezclado con curiosidad», explica el president del Cercle. 

Colau gustó más que Iglesias. Los empresarios hacen una distinción entre ambos. No están de acuerdo con las políticas de ninguno de los dos, pero a la alcaldesa le reconocen humildad en su discurso y ganas de escuchar, algo que probablemente le viene de sus años como activista. A Pablo Iglesias, sin embargo, le critican su arrogancia y su tono de profesor universitario con tendencia a demonizar el mundo de la empresa. «Su programa es inviable», destacan los empresarios asistentes.

El Cercle también ha servido para visualizar que entre la nueva y la vieja política, justo en medio, está Ciudadanos con un Albert Rivera  que se ha equiparado al primer ministro canadiense, el liberal Justin Trudeau. Pero si para algo ha servido la reunión del Cercle este año es para dejar bien claro que, pase lo que pase el 26-J, la nueva política es una realidad.