Cada vez más longevos

La solución al desequilibrio en las cuentas de la Seguridad Social está en elegir entre dos opciones alternativas: reducir los gastos o incrementar los ingresos. El Estado del bienestar solo será sostenible si se crea más y mejor empleo y se aminoran las d

Cada vez más longevos_MEDIA_2

Cada vez más longevos_MEDIA_2

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Que cada vez más tengamos personas que vivan más años es un éxito como sociedad. Es una longevidad que se alcanza como resultado de la mejora en las condiciones de vida, de tener unos servicios sanitarios y de unos estándares de riqueza para buena parte de la población relativamente elevados. Es un éxito social alcanzado entre todos y por el que todos deberíamos felicitarnos.

No falta, sin embargo, quienes ensombrecen el brillo de este éxito al anunciar escenarios futuros que predicen la escasa sostenibilidad económica del modelo de Estado del bienestar que hemos conocido hasta ahora y que proporciona, entre otras, prestaciones económicas y sanitarias a las personas mayores.

Los agoreros presagios de que el Estado del bienestar no podrá sostener las prestaciones que hasta ahora dispensa se basan en argumentos fundamentalmente demográficos. Si el número de personas mayores se incrementa, pero se mantienen constantes, o incluso se reducen, el número de nacimientos, la llegada de inmigrantes y/o el número de trabajadores activos que cotizan en el sistema de la Seguridad Social, habrá muchos más gastos que ingresos. El gasto que se generará con las personas jubiladas será muy superior a los ingresos que reportarán los trabajadores al sistema de cotización de la Seguridad Social.

A la desproporción futura entre cotizantes y perceptores de prestaciones se añade, además, la amenaza de un incremento en la esperanza de vida del conjunto de la población.  Con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) se comprueba cómo en España se ha pasado de una esperanza de vida de 73,9 años para los hombres y 81,2 para las mujeres en el año 1992 a otra en el 2012 de 79,4 y 85,7 para hombres y mujeres, respectivamente. En el transcurso de las dos últimas décadas, hombres y mujeres viven 5,5 y 4,5 años más de media. Pero para el futuro, el mismo organismo pronostica que en el 2022 la población española vivirá aún más: 81,8 años los hombres y 87,0 las mujeres, con lo que el desequilibrio, si todo sigue igual, será más oneroso.

La solución a este futuro desequilibrio, que empieza ya a manifestarse, en las cuentas de la Seguridad Social se encuentra en la elección entre dos opciones alternativas: o bien se incrementan los ingresos o bien se reducen los gastos.

Entre los que escogen la opción de cuadrar los presupuestos reduciendo los gastos plantean como ajustes necesarios las medidas de retrasar la edad de jubilación, realizar recortes en las prestaciones sociales o bien complementar estas últimas con productos de la iniciativa privada tales como planes de pensiones, mutuas médicas, seguros de vejez… entre otras fórmulas posibles. Son ajustes obligados que habría que llevar a cabo para evitar el colapso del sistema de la Seguridad Social.

La defensa de la reducción de los gastos se acompaña de la idea de que cada cual debe ser responsable de su propio bienestar y su propio futuro. Cada individuo debe ser capaz de anticiparse a su eventual situación de necesidad. Es lo que, en términos técnicos, se conoce como pasar de un sistema de reparto como el actual a un sistema de capitalización individual.

En el sistema de capitalización individual cada trabajador realiza sus contribuciones a una cuenta en la que se van depositando sus cotizaciones. El capital que se va acumulando es gestionado por una gestora que lo administra y puede realizar inversiones para, en el mejor de los casos, ganar una rentabilidad que iría a engrosar la cuenta del cotizante después de descontar gastos y comisiones. Al finalizar la vida activa del trabajador, este capital le es devuelto al afiliado, o a sus beneficiarios, en forma de alguna de las modalidades de pensión.

Aumentar los ingresos

Sin embargo, para cuadrar los presupuestos de la Seguridad Social cabe también otra opción que consiste en aumentar los ingresos y reequilibrar así el desajuste entre cotizantes y pensionistas. Para incrementar estos ingresos se hace necesario introducir dos elementos de los que España desgraciadamente es líder: el paro y la desigualdad social. De esta forma, se puede ajustar el futuro desequilibro de la Seguridad Social incrementando el número de cotizantes creando empleo e implementando políticas en favor de la reducción de la desigualdad social.

Al éxito que supone disponer de una población cada vez más longeva, le acompañan dos fracasos complementarios: el paro y  la desigualdad social, elementos que deben articularse en una nueva relación para responder con éxito a los nuevos retos del Estado del bienestar.

Un sistema de capitalización individual donde una cuarta parte no tiene acceso al mercado de trabajo y otros muchos están en situación de precariedad laboral no garantiza el sostenimiento de la seguridad social, porque no todos pueden contribuir con sus cotizaciones, y lo único que se genera es más desigualdad social de la que ya existe.

En cambio, creando más y mejor ocupación es como se levanta uno de los pilares que hace sostenible el Estado del bienestar. El otro pilar es la reducción de la desigualdad social, porque solo aminorando las diferencias sociales se puede engrosar y hacer incrementar las clases medias. Solo así se construye un Estado del bienestar sostenible y una sociedad más justa, equitativa y deseable.