El BCE reprueba el excesivo poder de los presidentes de los bancos

Sede del Banco Central Europeo (BCE) al atardecer en Fráncfort.

Sede del Banco Central Europeo (BCE) al atardecer en Fráncfort.

PABLO ALLENDESALAZAR / MADRID

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Los presidentes de los bancos españoles tienen un poder casi absoluto: actúan como primer ejecutivo, quitan y ponen a los consejeros delegados (sus números dos) a su antojo, y someten sus decisiones -cuando ya están tomadas- a la aprobación de los consejos de administración de forma casi testimonial, ya que los consejeros les deben el puesto. Un sistema de gobierno que al Banco Central Europeo (BCE), su supervisor desde el pasado noviembre, no le gusta, como ya ha hecho llegar de manera informal a algunas entidades, según confirman diversas fuentes del sector. «Desaprueban que se dé el mensaje de que el presidente es dios», explica un directivo.

La última operación que ha enojado al organismo presidido por Mario Draghi es el reciente cese de Ángel Cano como consejero delegado del BBVA. El presidente, Francisco González, se lo anunció el domingo 3 de mayo en una reunión, pero los consejeros no aprobaron su cambio por Carlos Torres hasta el día siguiente. «Reciben este tipo de decisiones hechas y sin capacidad de opinar. Como suelen decir, esto en Estados Unidos nunca habría podido ocurrir así, allí los planes de sucesión están formalizados y aprobados por el consejo», apunta un alto ejecutivo que ha estado en contacto con el BCE.

El banco sostiene que informó de los cambios según la normativa, es decir, que se lo comunicó el lunes al Banco de España para que este informase al BCE, y no recibió ninguna queja. Pero más allá del cumplimiento legal, el supervisor europeo quiere que le avisen con tiempo y discrepa de las formas: de la falta de filtro y control efectivo de las decisiones de los presidentes.

DESCONTROL / Al nuevo supervisor bancario único de los países del euro también le preocupa especialmente que tampoco se le notificara hasta que el cambio estaba hecho la sustitución en el puesto de director de riesgo (el encargado de controlar los riesgos que asume la entidad en su actividad), cargo al que da la máxima importancia por ser clave para evitar nuevas crisis. Según ciertas fuentes, algunos miembros de la comisión delegada de riesgos (el subórgano del consejo encargado de controlar esta labor) del BBVA se enteraron del nombramiento de Rafael Salinas como nuevo director del área por la nota de prensa que emitió el banco anunciando los cambios en su dirección.

El descontento del BCE por los relevos en el BBVA se suma al que ya tenía por los que se produjeron en el Santander al poco tiempo de que Ana Botín asumiera la presidencia. Por las mismas razones (falta de control del consejo, comunicación con poco tiempo), le disgustó la forma en que se fraguó la sustitución de Javier Marín por José Antonio Álvarez como consejero delegado y el nombramiento de los nuevos directores de riesgos, José María Nus, y auditoría interna (otra área que juzga crucial), Juan Guitard.

Estos cambios, además, se produjeron apenas unos días después de que el BCE asumiera la supervisión, con lo que el organismo percibió que se habían producido sin que le hubiera dado tiempo a tomar los mandos de sus nuevas tareas. La gestión de los relevos en la dirección del BBVA, por tanto, solo vino a corroborar su impresión de que el sistema de gobierno de los bancos españoles es muy mejorable.

Al BCE también le preocupó la forma en que el BBVA cambió toda su estructura directiva (eliminó el comité de dirección, el máximo órgano ejecutivo habitual de los bancos, y lo sustituyó por tres comités de finanzas, regulación y estrategia). «La forma de cambiar la organización demuestra una falla alarmante de gobierno corporativo y contagia a los competidores, porque si uno no lo ha hecho por qué no los demás. Así lo ha transmitido el BCE», apunta un alto ejecutivo.

INDEPENDIENTES / Aunque el desencandenante han sido los cambios en los dos grandes, el juicio es extensible al resto, donde los presidentes también tienen plenos poderes. De hecho, Isidre Fainé, máximo responsable de CaixaBank (el tercer gran banco), también sustituyó a Juan María Nin por Gonzalo Gortázar el pasado mes de junio, aunque en este caso estaba todavía lejos el momento en que el BCE iba a asumir la supervisión.

Para evitar este tipo de actuaciones, el banco central quiere reforzar la figura del consejero coordinador, un miembro independientes del consejo (no representa a accionistas mayoritarios ni es ejecutivo) que está introduciendo para que actúe de contrapeso de los presidentes. «Se trata de que le comuniquen y le expliquen bien las razones antes de echar a nadie, por ejemplo», apunta un directivo.