El BCE comprará 100.700 millones de deuda española

ROSA MARÍA SÁNCHEZ / AGUSTÍ SALA / MADRID / BARCELONA

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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, no defraudó ayer las expectativas. Tal como se esperaba, anunció la decisión del BCE de activar un potente plan para reactivar la inflación y el crecimiento en la zona euro fabricando dinero nuevo con el que comprar deuda pública y privada en los estados miembros (es lo que se conoce como Quantitative Easing). Pero fue más lejos de lo esperado al anunciar que las compras serán de unos 60.000 millones de euros al mes (se esperaban unos 50.000), durante un periodo de 19 meses (de marzo del 2015 a septiembre del 2016) y más allá si hace falta, hasta que la inflación se encarrile hacia el entorno del 2% (en diciembre fue del -0,2%).

España será uno de los países que más se beneficiarán del programa, con una inyección mensual de hasta 5.300 millones en compras de deuda pública (100.700 millones en los 19 mes de duración del programa).

De los 60.000 millones de compras mensuales (1,14 billones durrante los 19 meses del plan) anunciados ayer por Draghi, cerca de 50.000 se destinarán a deuda pública europea con vencimientos de 2 a 30 años. De estos, una parte corresponderá a instituciones europeas y el resto (unos 42.000 millones), a deuda de cada estado miembro, en función de su peso en el capital del BCE. A España le corresponde una cuota del 12,5% y esto, según estimaciones oficiales, representa un tope de 5.300 millones en deuda pública al mes. Eso sin contar la posible compra de títulos privados (deuda de empresas y cédulas hipotecarias), no sometida a un reparto territorial.

CASI EL 10% DEL PIB / Los 100.700 millones en total que corresponden a España equivalen a bombear en la economía el equivalente al 9,5% del PIB español, una cifra elevadísima que los actuales titulares de la deuda pública (bancos, aseguradoras, fondos de inversión y las propias administraciones sobre todo) podrán destinar a dar más crédito, invertir, consumir, ahorrar o bajar impuestos, según los casos.

El objetivo último es estimular el crédito y el consumo para elevar la inflación (que, según Draghi se mantendrá en negativo durante una parte del 2015) y de paso alimentar la inversión y un mayor crecimiento de la economía. No solo habrá más dinero en circulación y más barato, además la depreciación del euro hará más competitiva la exportación.

Es el guión que desde el inicio de la crisis se ha ensayado en (EEUU), Reino Unido y Japón. El banco central de EEUU (la Fed) emprendió en el 2008 un proceso de Quantitative Easing (QE) que ha conducido a su economía a un crecimiento que, según el FMI, será del 3,6% en el 2015 (el 1,2% en la zona euro) y una tasa de paro que apenas supera el 5% de la población activa.

Ese es el guión que ahora, con casi siete años de retraso, quiere interpretar el BCE en la zona euro tras haber vencido la férrea resistencia de países como Alemania. La cancillera  Ángela Merkel advirtió ayer en Davos de que la decisión del BCE no debería desviar a los países «del camino de las reformas».  Este es el temor de los detractores del QE.

DIVISIÓN POLÍTICA / Draghi explicó que el consejo del BCE fue «unánime» al considerar que el programa de compra de deuda es «una herramienta legal de política monetaria», si bien la decisión de adoptarla «ahora» fue «por una amplia mayoría», dando a entender que no hubo consenso total. Tampoco tuvo apoyo unánime del consejo la decisión de que los estados miembros solo compartan el 20% el riesgo de las posibles pérdidas, mientras que el 80% lo asumirá cada banco central.

Esta decisión se interpreta como una cesión a las presiones alemanas y significa, por ejemplo, que de los 100.700 millones que el Banco de España podrá destinar a la compra de deuda pública (el programa se abordará de forma descentralizada), el 80% del riesgo de una posible suspensión de pagos lo asumirá el propio país y solo el 20% será mutualizado por el conjunto de la eurozona.

Además, tal como se ha diseñado este programa, Grecia queda fuera de él (sus bonos no tienen grado de inversión, son bonos basura), a no ser que negocie con la troika un programa de reformas y, en todo caso, nunca antes de julio del 2015 (las compras no podrán superar el 33% del saldo vivo de deuda). Sea como sea,  el líder del partido izquierdista Syriza, Alexis Tsipras, dijo que «esta es una decisión importante de la que hará uso el próximo Gobierno griego en beneficio del país».

En España, la medida fue saludada por los presidentes de los dos grandes bancos, Ana Botín (Santander) y Francisco González (BBVA), ambos en Davos, así como por el PSOE. «La expansión del balance del BCE ayudará a rebajar los costes del crédito en la zona euro, elevará las expectativas de inflación y reducirá el riesgo de un periodo prolongado de baja inflación», valoró la directora del FMI, Christine Lagarde.