LIBERISLIBER

Ayudar al capitalismo

Ir a Besalú un sábado de octubre permite comprar libros y escuchar a sabios que debaten sobre el futuro del capitalismo, si debe reformarse o ser sustituido

Besalú.

Besalú. / periodico

Josep-Maria Ureta

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La Catalunya mágica también es capaz de organizar una impensable feria de libros en la villa medieval de Besalú, conseguir que la apoyen buena parte de la editoriales independientes del país y las librerías militantes, que lo hagan un sábado de octubre y que acudan dos de los catedráticos de Economía más renombrados y seguidos por su capacidad de explicar lo que nos pasa.

Sucedió el fin de semana siguiente al 1-O, en ambiente distendido. Gracias al entusiasmo y debidos apoyos, Miquel Àngel Codes, impulsor de Liberisliber desde hace ocho años,  ha conseguido este año incorporar entre sus cómplices habituales a los catedráticos Antón Costas (expresidente de Cercle y con influencia mediática en Cataluya desde hace decenios)  y Juan Torres, referente de la izquierda más exigente desde su atalaya académica de Sevilla y autor del programa de economía de Podemos.

Tenían que debatir sobre el futuro del capitalismo, si debía reformarse o sustituirlo. En el tarjetón de convocatoria se usó, por cierto,  uno de los carteles más icónicos del capitalismo, la Pyramide of capitalism creado en la Rusia revolucionaria a finales del 1900 y 10 años después recreada en EEUU, la que ha acabado siendo la referente. 

Torres sostiene que al capitalismo hay que abolirlo porque no es un sistema político, aunque advierte de que se está modificando permanentemente. Duda, por no negarlo, que el debate deba ser si es reformable o hay que sustituirlo. Eso sí, lleva en su seno una paradoja que le va a carcomer su pervivencia, el factor medioambiental, el deterioro de todo el planeta por la codicia capitalista.

Dos argumentos más de Torres. Uno, para desenmascarar  la supuesta salida de la crisis: los bancos siguen valorando sus activos inmobiliarios a precios de mercado y no de cuando los compraron. O sea, sus balances no reflejan la realidad, como ya advirtió en su día el catedrático de la UPF Oriol Amat. Dos, que es falso que la crisis obligue a reducir el gasto social. Modelo sencillo, en términos mundiales: El PIB mundial suma 10.000 billones y el gasto social 20 billones. Si de cada 100 euros que se sacan del cajero se retuvieran solo 20 céntimos, ya equivaldría a la proporción anterior. ¿Quién anda diciendo que el gasto social es excesivo?

Costas sostiene que si no se reforma el capitalismo nos encaminamos a la barbarie, aunque matiza, como siempre, que su versión más amable, la economía de mercado, ha tenido efectos muy diversos según en qué países se aplique. Una manera sutil de advertir de que al final son los gobiernos  y su asunción sincera del modelo democrático, los que deciden.

Para el catedrático de la UB, persiste la “macrocefalia del sistema financiero”, y para combatirlo los gobiernos democráticos tienen instrumentos suficientes, que no emplean a fondo, como la regulación y sanción contra los monopolios (el fin último del capitalismo) que aumentan los precios de los servicios a la comunidad de manera abusiva. Costas lo explicó en su libro La nueva piel de capitalismo y ahora lo precisa en El final del desconcierto, que se ha presentado esta semana.

Como el coloquio se celebró dos días antes de la concesión del Nobel de Economía, alguien sugirió a los ponentes que hicieran sus propuestas. Costas eligió a Daren Acemoglu, economista turco en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) que ha elaborado una gran tesis sobre el papel determinante de las instituciones inclusivas para mejorar la vida de los ciudadanos. Torres pidió que se leyeran los trabajos del holandés Dirk Bezemer que recogen los avisos de los economistas solventes que anticiparon con precisión la crisis del 2007, y que se dé el Nobel a alguno de ellos.

El lunes se supo que el Nobel era para Richard Thaler, uno de los grandes teóricos de que en economía no solo pesan las decisiones racionales, también está el factor psicológico (el comportamiento en sentido amplio), que ayuda a comprender la nueva ciencia económica.

De Thaler vale la pena recuperar su descripción del “nudge”, ese pequeño empujón que ayuda a tomar decisiones que mejoran la vida de las personas y que escapaban, hasta hace poco, a la racionalidad econométrica.

¿Ejemplo? Pues ir a Besalú un sábado de octubre con la convicción de que ahí hay libros por comprar y sabios por escuchar.