LABORAL

Alemania debate si el salario mínimo debe aplicarse a los refugiados

El aumento del SMI aprobado hace un año y medio ha supuesto un crecimiento sustancial de los puestos de trabajo

Instalaciones para refugiados en el antiguo aeropuerto de Tempelhof (Berlín).

Instalaciones para refugiados en el antiguo aeropuerto de Tempelhof (Berlín).

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Mientras en España se aprueba un pequeño aumento del salario mínimo interprofesional (SMI), Alemania celebra el primer aniversario de su aplicación debatiendo si también debe extenderse a los refugiados. Más de un millón de personas han llegado al territorio germánico durante el 2015. Diversos estudios han remarcado la necesidad que Alemania tiene de los migrantes para mantener la estabilidad de su sistema social pero hay quien teme que los recién llegados puedan hacer elevar las cifras de desempleo.

El aumento de salario base en la potencia económica europea hasta 8,50 euros por hora fue aprobada por el Bundestag, el Parlamento alemán, en julio de 2014 y entró en vigor en enero de este año. A punto de celebrar su primer aniversario, esta medida ha conseguido elevar sustancialmente la ocupación en más de 100.000 nuevos empleos. Alemania era de los pocos países de la UE que no contaba con un SMI. A pesar de que la situación económica del país no ha sufrido un gran cambio, la iniciativa ha conseguido dar la espalda a los pronósticos más catastróficos de los expertos y economistas alemanes, que auguraban que se perderían unos 800.000 puestos de trabajo.

En este 2015 el desempleo ha caído a sus números más bajos desde 1990 y su PIB ha aumentado al ritmo del 1,7%. Durante los años de crisis Alemania ha seguido creciendo en parte gracias a la aplicación de los controvertidos ‘minijobs’, empleos de menos de 20 horas semanales y con sueldos de 450 euros mensuales. Estos trabajos, que quedan libres de impuestos y cotizaciones, han permitido maquillar el número del desempleo. Desde la aplicación del SMI los ‘minijobs’ se han reducido y las empresas parecen haber empezado a apostar por trabajos indefinidos.

COMPROMISO DE LOS SOCIALDEMÓCRATAS

El incremento del salario de los trabajadores alemanes fue la condición sine qua non que los socialdemócratas (SPD) impusieron a Angela Merkel para formar una coalición de gobierno en EL 2013 que le permitiese volver a ser cancillera. A pesar de lograr esa promesa electoral, el partido conservador (CDU) consiguió que los desempleados de larga duración y los menores de 18 años sin titulación quedasen excluidos temporalmente del aumento del salario mínimo, así como también los sectores laborales que ya tenían pactado un convenio colectivo. Aún así, la medida ha beneficiado a unos 3,7 millones de alemanes.

A pesar del buen rendimiento que el aumento del salario ha tenido en la economía más poderosa del continente también ha generado algunos problemas administrativos como el aumento de los trámites burocráticos y la dificultad para documentar algunos trabajos. Algunos trabajadores, como Dimitris, tasador de precios de pisos de 37 años, temen que el aumento del salario repercuta en una mayor inflación en todo el país.

NO SE EXCLUYE A LOS REFUGIADOS

Durante el mes de septiembre la CDU planteó eliminar los beneficios del salario mínimo para los refugiados. La propuesta recibió críticas de los que lo vieron como un intento de utilizar a los migrantes como mano de obra barata pero también fue elogiada por algunos institutos económicos alemanes, que aseguraron que su exclusión del SMI facilitaría la contratación de los menos preparados académicamente. El gobierno desestimó la aplicación en noviembre.

La falta de gente joven es un grave problema demográfico que ha mermado en los últimos años el mercado laboral de Alemania. La llegada de miles de refugiados este 2015, la mitad de los cuales se calcula que son menores de 25 años, fue vista por muchos especialistas como una oportunidad para revertir esta tendencia de envejecimiento que también supondrá un lastre para todo el continente. Se prevé que la población en edad de trabajar en Europa se reduzca un 2,2% hasta el 2020.