Alemania, la austeridad por bandera

Reformas estructurales, confianza a través de la consolidación presupuestaria y más inversión. Esta es la clave para generar crecimiento, sostiene el Gobierno alemán. Y este es el mensaje que el ministro de Finanzas de Merkel, Wolfgang Schäuble, se llevó a la reunión del G20 que tiene lugar este fin de semana en Australia. Schäuble pone especial interés en rechazar los reproches de que Alemania debería incrementar sus inversiones. "Estamos invirtiendo de manera significativa", recalcó el  pasado miércoles su portavoz, Martin Jäger.

Respondía así a las acusaciones de la oposición, que durante el debate presupuestario en el Bundestag, la semana pasada, echó en cara al Gobierno la escasez de inversiones a costa de mantener el déficit cero. Schäuble se mostró firme, presentó su objetivo de no generar nueva deuda el año próximo como un elemento de fiabilidad, y reclamó más inversiones privadas para reactivar la economía.

Las finanzas públicas son estables, la deuda de los hogares disminuye, el consumo interno aumenta (aunque lentamente) y el paro se mantiene por debajo del 7%. Sin embargo, el PIB se contrajo un 0,2% en el segundo trimestre. Además, la OCDE revisó a la baja las previsiones de crecimiento hasta dejarlas en un 1,5% tanto para este año como para el 2015, cuatro y seis décimas menos que la anterior previsión.

El Ministerio de Economía justificó el frenazo en "los riesgos geopolíticos", y en "un débil desarrollo en la zona euro". Entre los "riesgos geopolíticos" destaca el conflicto entre Ucrania y Rusia y los efectos negativos que provoca en las exportaciones a estos países, a pesar de que Alemania vende a Rusia solo el 3% del total y el 1% a Ucrania. Sin embargo, en una economía que basa su fortaleza en el comercio exterior -las exportaciones suponen el 50% del PIB alemán-, el conflicto genera un significativo descenso en la confianza empresarial.