OPINIÓN
Agregar
Los manuales clásicos de economía exigen que, en análisis político se sepa distinguir entre renta nacional, demanda agregada y PIB. El primer indicador suma todo lo que ingresan las familias (salarios, rentas y dividendos). Con ese dinero, la gente gasta. Cuando lo hace, en el otro lado están las empresas proveedoras, que además invierten para producir bienes y servicios. Familias y empresas unidas son la demanda agregada. Si medimos el flujo de salida de las empresas, tenemos el PIB. Para consuelo de quienes no comprenden estas abstracciones, deben saber que los tres conceptos miden lo mismo, solo cambia la perspectiva.
La contabilidad pública ha vuelto a dar muestras de su capacidad de reinventarse anunciando que el PIB europeo ha sido mayor de lo estimado los últimos años porque no reflejaba lo mucho que facturan las empresa y gastan las familias (solo uno de sus miembros, debería precisarse) en actividades ilegales. O sea, lo que un Gobierno debería perseguir de oficio, aunque solo fuera para recaudar más, se ha convertido, sin que nadie sepa bien cómo se ha medido, en un alivio para las cuentas públicas. Éxito de la política: agregar mejora las apariencias, pero la perspectiva no cambia. Seguimos igual de precarios.
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