el descrédito de las agencias de calificación

Índices negativos a precio de oro

Las agencias han casi triplicado sus beneficios en España desde el 2006

Los presidentes de las tres agencias, Stephen Joynt (Fitch), Raymond McDaniel (Moody's) y  Deven Sharma (Standard), declarando en el Capitolio en octubre del 2008.

Los presidentes de las tres agencias, Stephen Joynt (Fitch), Raymond McDaniel (Moody's) y Deven Sharma (Standard), declarando en el Capitolio en octubre del 2008.

OLGA GRAU

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Las agencias de rating o calificación o que elaboran índices se han convertido en las bestias negras de los mercados financieros. Cuando la situación parece que no puede empeorar, con la zona euro a punto de saltar por los aires, una de las tres firmas asesta el golpe mortal. Ocurrió ayer de nuevo, con la rebaja del rating de Grecia. Lo hizo Fitch, pero bien podrían haber sido Moody's o Standard & Poors, las dos compañeras del ya bautizado como oligopolio por la Unión Europea. Fitch situó ayer a Grecia a una paso de la quiebra al rebajar la deuda soberana griega de B+ a CCC. El martes, fue Moody's la que rebajó a bono basura la deuda irlandesa.

También le ha tocado a España. Ayer, Standard & Poors consideró que el déficit de las comunidades autónomas españolas en el 2011 equivaldrá al 1,7 % del PIB, por encima del 1,3 % previsto por el Gobierno. En los últimos años, la economía española ha crecido a golpe de endeudamiento y las cajas y los bancos han recurrido de forma constante a los mercados para captar el dinero que luego se ha convertido en ladrillo. Contar con la valoración de las firmas de rating es un requisito indispensable para una entidad financiera, empresa o Gobierno que quiera financiarse en los mercados.

Desde el 2006, las tres agencias de calificación han hecho el agosto en España. El beneficio conjunto de Moody's, Standard & Poors y Fitch Ratings ha pasado de los 7,9 millones de euros del 2006, a los 20,8 millones del 2010, según han declarado estas firmas en el Registro Mercantil.

Estas cuentas solo recogen la actividad realizada por las sociedades españolas. Rastrear la actividad del resto de filiales y de la matriz reflejaría también cifras de clientes españoles que operan en otros mercados. La plantilla en España también ha crecido al pasar de 67 a 89 profesionales.

La cifra de negocio conjunta de las tres firmas suma 57,7 millones, un 65,7% más que en el 2006. Según figura en el informe de gestión de Standard & Poors, «los directivos y ciertos empleados de la sociedad son beneficiarios de sendos planes de acciones y opciones de la sociedad dominante del grupo internacional». Las transacciones son liquidadas directamente a los empleados por parte de la sociedad matriz y su coste no es repercutido en la filial.

CANTIDAD FIJA / Una entidad financiera del tamaño de CatalunyaCaixa o del Banc Sabadell paga al año una cantidad fija aproximada de 300.000 euros para que una de las tres agencias de rating la califique.

La opinión de una sola agencia no suele ser suficiente, lo mínimo es contar con dos, explican desde el sector financiero. De esta manera, la cantidad fija al año crece hasta los 600.000 euros. Esta cifra no incluye los extras, que es lo que se paga por que la agencia emita su opinión sobre una emisión u operación concreta, que se cobra a parte. Los honorarios se disparan en el caso de empresas o bancos grandes, como es el caso de CaixaBank o Bankia, donde el millón de euros al año queda corto.

La Generalitat de Catalunya paga alrededor de 100.000 euros fijos al año para que las agencias califiquen su deuda. A la cantidad fija hay que sumarle los extras. Fuentes cercanas al Govern destacan que el tiempo dedicado por los consultores de las agencias es «un día al año», ya que no acostumbran a hacer inspecciones ni visitas periódicas a las entidades sobre las que opinan. La misma consideración hacen diversas fuentes consultadas del sector de las cajas y la banca. Opinión que refleja el enfado creciente del mundo económico y empresarial con estas agencias.

El Gobierno español, por su parte, también está bajo la supervisión de las agencias de calificación, aunque fuentes de Economía han rechazado facilitar las cuantías que abona España por se calificada.

Las calificaciones no han sido especialmente favorables a la economía española durante la crisis. El día antes de que se dieran a conocer los anteriores tests sobre la salud financiera de la banca, en marzo, Moody's recortó un escalón el índice de España, hasta Aa2 desde Aa1, con perspectiva negativa. La firma justificó la bajada dicien do quee el coste de la reestructuración del sistema financiero iba a ser superior al calculado por el Gobierno. Ayer mismo, la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, reprochó de nuevo a las agencias de calificación la falta de criterio y de oportunidad.

La opacidad de estas firmas es otro elemento de crítica. Uno de los principales propietarios de Moody's es Berkshire Hathaway, un conglomerado económico presidido por el multimillonario Warren Buffet. Standard & Poors, por su parte, está controlada por Mc Graw Hill, con intereses también en el mundo editorial, así como en medios de comunicación. Fitch, la más pequeña, está vinculada al grupo francés Fimalac.

El enojo con las agencias va en aumento hasta el punto de que la propia Moody's afirma en su informe de gestión de sus cuentas anuales que los principales riesgos que afectan al negocio vendrían «de una disminución de la emisión en los mercados de capitales y el impacto potencial sobre la reputación de las agencias de rating tras la reciente crisis».

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