Las finanzas de la Generalitat

Un acuerdo sin alma

El pleno del pacto fiscal no tuvo la emoción del pacto estatutario del 2005 H Los reproches entre CiU y PSC por la falta de acuerdo tampoco elevaron el tono de una sesión previsible

El socialista Joaquim Nadal conversa con el president, Artur Mas.

El socialista Joaquim Nadal conversa con el president, Artur Mas.

F. M. / J. R.
BARCELONA

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Sin alma. Así transcurrió la sesión parlamentaria de ayer. Lo que el Govern pretendía que fuese una jornada histórica se convirtió más bien, según admitía al final un diputado nacionalista, en un debate frío, casi de trámite, en el que no faltaron las votaciones troceadas de algo que supuestamente tenía que exhibir cohesión entre los partidos. Y cuando a las cinco y media la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, proclamó«la propuesta de pacto fiscal ha quedado aprobada por una amplia mayoría», apenas se oyeron los aplausos de tres personas. Los diputados del PPC abandonaron enseguida el hemiclico. Los socialistas, con rostro muy serio, hicieron lo mismo. CiU se felicitó, pero sin excesos.

Nada que ver, absolutamente nada, con la trascendencia del pacto del Estatut, en septiembre del 2005. Allí sí hubo importantes cesiones políticas a ambos lados y en el último minuto. Cesiones que le costaron parte del cargo, más adelante, alpresident, Pasqual Maragall. El entonces jefe de la oposición, Artur Mas, también tuvo que maniobrar en CiU ante los que pretendían elevar más el listón. El éxito se celebró con cava. Eran otros tiempos y la palabra crisis aún no formaba parte del paisaje.

Músculo patriótico

Ese enorme caudal de emoción y consenso político chocó, como es sabido, con la pared del tacticismo y el rechazo estatal. Ayer el Parlament dio la sensación de estar viviendo todavía la resaca de esa frustración. Y pese a los esfuerzos del presidentMas y del secretario general convergente, Oriol Pujol, por dotar al pleno de músculo patriótico y optimismo, lo cierto es que en los pasillos el tema de conversación entre varios diputados era más bien cuándo y en qué condiciones puede ser rescatada no solo Catalunya, sino el conjunto del España. Y saber si la cantidad que la Unión Europea podría aportar a España serviría para evitar eldefault, la quiebra total del Estado.

La dimensión desconocida

La voluntad de trascendencia no evitó tampoco que en la última fila del hemiciclo, la que comparten Ciutadans y Solidaritat, no faltaran los constantes murmullos sarcásticos. Cuando Oriol Pujol advirtió de que el pacto fiscal es la última oportunidad antes de que las relaciones entre Catalunya y España entren en«terreno desconocido», Jordi Cañas, desde su escaño, bromeó:«Sí, en la dimensión desconocida», en referencia a una popular serie televisiva. A falta de alma, alguno en la tribuna de invitados echó de menos la intervención del siempre incendiario Alfons López Tena.

A la sesión no faltaron elexpresident Jordi Pujol, los expresidentes del Parlament Joan Rigol y Ernest Benach, representantes de sindicatos y patronales, y los líderes de ERC y PSC, testimonios mudos de la actuación de sus diputados.

Nada invitaba a la emoción, pero los diputados de CiU y de las juventudes convergentes trataron de calentar el ambiente usando las redes sociales con provocaciones como«hoy el PSC ha abandonado el catalanismo político». Tampoco las negociaciones de última hora despertaron excesivo interés. El PSC intentó trocear (todavía más) la votación del texto para poder apoyar otras tres líneas, pero CiU se negó argumentando que no quería desvirtuar más el documento. El socialista Miquel Iceta denunció que«el Govern no tenía voluntad real de ampliar el acuerdo».

Nada que ver, todo ello, con el espíritu de consenso de Barcelona-92 que, como ayer Mas, elexpresident Pujol invocaba recientemente en el programa30 Minuts,de TV-3.«Si una vez lo hicimos bien, quizá lo podemos volver a hacer». Pero quizá habrá que esperar otros 20 años para que sea posible.