CAMBIOS EN EL SECTOR ALIMENTARIO

Aceites con más sabores

Envasadora 8 Josep Maria Mallafré, en su empresa de Riudoms.

Envasadora 8 Josep Maria Mallafré, en su empresa de Riudoms.

RAFAEL MORALES
TARRAGONA

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Para aliñar ensaladas, sopas y pastas recomiendan utilizar la variedad de aceite de oliva virgen con sabor a guindilla. Para carpaccios, pescados y mariscos está especialmente indicado el de mandarina, aunque los de limón y naranja también casan con estos platos. El de ajo es ideal para las tostadas y las carnes asadas en la barbacoa. Y una buena elección para los postres, aunque también se recomienda en las carnes, es el aceite de oliva con aroma de café. Estas son algunas variedades que han permitido a la almazara Mallafré, una empesa familiar de Riudoms (Baix Camp), innovar y exportar la mayor parte de su producción a mercados de Europa y Estados Unidos.

Es conocido el auge y la sofisticación en el nivel de calidad que en los últimos años están obteniendo los aceites extra virgen catalanes y españoles, en general. Menos conocido, sin embargo, es que en la sofisticación de la variedad de los aceites existan con sabores como café, ajo, mandarina, limón, romero o guindilla. Hasta 12 sabores o aromatizaciones distintos tendrá la empresa Mallafré cuando próximamente ponga en el mercado sus últimas novedades de aceites de oliva con albahaca y tomate seco.

Un cliente alemán empujó a la familia Mallafré a producir aceites aromatizados hace más de una década. En este tiempo, los premios internacionales se han repetido y la exportación se ha multiplicado. La producción de esta campaña ha alcanzado las 400 toneladas y la facturación del último ejercicio rozó los dos millones de euros.

El 60% de la producción va al extranjero. Lo mismo que el 80% de la producción de aceites aromatizados, para tiendas gourmets de Alemania, Holanda, Bélgica, Reino Unido, Emiratos Árabes o EEUU.

Son datos y una situación que no tiene nada que ver con la que se daba cuando los abuelos Joan Mallafré y Josefa Cros empezaron el negocio en 1934 con un molino de piedras y una prensa hidráulica.

El secreto de la elaboración

«Nuestra almazara es única en su género», explica el nieto. Está formada por un juego de muelas, cuatro prensas hidráulicas y dos sistemas continuos para la extracción parcial con sus respectivos decantadores y centrifugadores, detalla Josep Maria Mallafré entre interrupciones para atender al teléfono y a algunos de los clientes que entran en la tienda de la empresa situada en la pequeña población de Riudoms, famosa también por su producción avellanera.

Los aceites de frutos secos son, precisamente, otras de las especialidades de Mallafré, aunque no los puedan vender en España porque la legislación no los considera productos alimenticios. En Alemania, en cambio, son muy apreciados y Mallafré los exporta bajo pedidos por encargo. La producción en este apartado la hace por encargo. La variedad aquí también es sorprendente porque hacen aceites de nueces, avellanas, almendras, pistachos y semillas de calabaza.