El riesgo de contagio

Los ataques a la deuda se propagan por Europa y encienden las alarmas

R. M. SÁNCHEZ / Madrid
E. OLIVERAS / Bruselas

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La crisis de la deuda pública se propaga por Europa como una mancha de aceite que pringa a un número creciente de países. Ya no es solo un problema de deuda de Grecia, Irlanda, Portugal o España. La llamada prima de riesgo -lo que hay que pagar de más por los bonos a 10 años en comparación con los de Alemania, la primera de la clase- marcó un nuevo máximo histórico en España (311 puntos) indicando la creciente desconfianza hacia la deuda española. También se ensanchó en en Italia y Bélgica.

«El 40% del PIB de la zona euro está en este momento sufriendo ataques especulativos en los mercados, estamos bajo una fuerte presión», alertó ayer la vicepresidenta económica, Elena Salgado, en el Senado. Y eso sin contar con las dificultades de Francia, cuyo Gobierno tuvo que salir ayer al paso de rumores sobre un posible recorte de la máxima calificación que conceden las agencias de calificación a su deuda pública.

La crisis está tomando tal cariz que, según Salgado, sólo caben actuaciones coordinadas de todas las instituciones europeas, «puesto que es un ataque al euro».

Los diferenciales de bonos como el belga o el italiano también están «ardiendo», según explicó a Efe el analista de Citi José Luis Martínez y las caídas se retroalimentan dentro de un contexto de «riesgo y miedo». La sequía de liquidez en los mercados se aproxima cada vez más a la situación de precolapso que sufren un creciente número de bancos y empresas, añade otro analista.

Ningún Gobierno se atreve a pedir una acción rápida y contundente del Banco Central Europeo (BCE). Pedir al BCE la compra de deuda pública de un país sería como «interferir en su independencia», dijo el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. Pero hay quienes sí pueden pedirlo sin ser acusados de presionar a la autoridad monetaria. Así lo hicieron ayer, en España, el expresidente del Gobierno Felipe González y el portavoz del grupo socialista, José Antonio Alonso.

EN ESPERA DEL BCE / El presidente del BCE, Jean Claude Trichet, por su parte, apenas dio pistas sobre las decisiones que la institución podría tomar mañana en relación a la compra de bonos de los países en dificultades. «Nosotros tenemos una política monetaria, que tiene por objeto garantizar la estabilidad e precios, y las medidas no-estándar (compra de bonos) están ahí para permitir, cuando sea necesario un mejor funcionamiento cuando los mercados están obstaculizados», dijo Trichet en el Parlamento Europeo. «No puedo prejuzgar las decisiones de la junta de gobierno», afirmó, si bien puntualizó: «se tomarán (medidas) para estar a la altura de nuestro mandato y mantener la estabilidad del euro».

El euro acumula una depreciación del 7% en el mes y ayer llegó a cotizar por debajo de los 1,30 dólares en un proceso que algunos analistas califican de «caída libre».

Trichet envió múltiples mensajes de confianza en la solvencia y solidez de la zona euro. Advirtió a los operadores y analistas que están cometiendo «errores flagrantes» sobre la situación real de la zona euro y recordó que «la economía real funciona», con un «crecimiento superior al previsto». La divisa europea «ha conservado mucho mejor su valor» que otras durante los últimos cinco años, dijo.

«La estabilidad de la zona euro no está en entredicho», subrayó Trichet. Europa dispone de un mecanismo para hacer frente a un eventual problema de liquidez de un estado miembro, como ha quedado demostrado con Grecia e Irlanda, señaló tras recordar que ninguno de los dos países se encuentra en situación de insolvencia.

Trichet insistió en que la zona euro tiene que transformarse en una «casi federación presupuestaria», con estricta vigilancia común de cada estado. De España, aseguró que el Gobierno «está haciendo lo que debe hacer» para recuperar la confianza y reclamó a la oposición que contribuya a ese esfuerzo.