HISTORIAS MÍNIMAS

Reinventando la butifarra

El miembro de la quinta generación de la firma centenaria es también economista, experto en mercados bursátiles y operador de mercados de futuros, lo que contrasta con la prudencia de la empresa familiar. «No debemos nada», asegura.

Embotits Cònsul es un ejemplo de que las pequeñas empresas también innovan

Lluís Cònsul (derecha), junto a su primo Jaume.

Lluís Cònsul (derecha), junto a su primo Jaume.

S. S.
TERRASSA

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La innovación de los productos no es una exclusiva ni de las grandes empresas ni de las de nueva creación. Un ejemplo de ello es la pequeña empresa familiar Embotits Cònsul, de Terrassa, creada en 1856, integrada en la industria agroalimentaria catalana que es, a su vez, una de las más competitivas. A pesar de disponer de una plantilla de solo ocho empleados y centrar su actividad prácticamente en las dos comarcas del Vallès, sus actuales responsables hace ya unos años que intentan innovar tanto sus productos como su presentación o las fórmulas de comercializarlos.

Uno de sus mayores éxitos, como mínimo desde un punto de vista de prestigio, fue conseguir en el 2007 tres medallas de oro en el Campeonato Internacional de Calidad de Salchichas que se celebra cada tres años en la feria alemana IFFA, en Fráncfort, considerada la muestra del sector cárnico más importante del mundo.

¿Qué hacía en aquel concurso internacional una pequeña empresa familiar que factura poco más de un millón de euros al año y de qué le han servido aquellos reconocimientos? Las respuestas las da Lluís Cònsul Espona, miembro de la quinta generación de chacineros y que ejerce también de representante comercial de la empresa.«Nos pareció que aquí había una falta de competiciones de calidad de productos de nuestro sector que nos sirviesen para diferenciarnos. Desde pequeño había oído hablar a mi padre de la feria alemana de IFFA y apostamos por testar nuestros productos en aquella prueba», explica. Las tres medallas de oro a la calidad fueron las únicas obtenidas por empresas españolas en el certamen mundial. Las lograron para lallonganissa de pagès, la butifarra de huevo y la butifarra negra.

El éxito sorprendió a la propia empresa. Pero todavía les causó más sorpresa que estos premios les hayan supuesto muy poca cosa en la vida real de la compañía. «Cuando vamos a buscar nuevos clientes, el tema de la calidad es importante, pero sucumbe ante otras ofertas de menor precio», se lamenta Cònsul.

El charcutero añade que por poco precio más, la calidad aumenta mucho en esta actividad pero que a pesar de ello la respuesta que suelen encontrar es«precio por precio, butifarra barata». Aunque reconoce que les ha servido de estímulo para renovar la imagen de la marca y les ayuda a aguantar el negocio.

Bocadillos de pita

Quizá por la escasa respuesta obtenida, la compañía este año no volverá a participar en la feria alemana. Aunque ha aprendido la lección y busca las mejores fórmulas para mejorar sus productos ajustando los precios. Para ello han experimentado nuevos sistemas de embalaje de los embutidos, otros sistemas de cocción y elaboración e incluso la adaptación de sus productos cárnicos a otro tipo de alimentos en los que pasan a ser un complemento. Así, están a punto de sacar al mercado un bocadillo precocinado pensado para un comprador juvenil, con pan de pita relleno de embutido o de jamón y queso y untado con tomate y aceite de oliva. Es para comer en casa o en un local con cocina porque necesita calentarse durante un minuto para estar listo. Se trata de una derivada de las pizzas de calidad que hace la compañía. Nuevas técnicas de cocción y envasado permiten que el tomate no humedezca el pan y le dé un toque diferencial.

También han llegado a un acuerdo con una empresa de pasta a la que venden la pasta de butifarra negra con medalla de oro que se utiliza en este caso para fabricar unos raviolis con una mezcla de miel. Parte de estas aportaciones son el resultado de la formación de Lluís Cònsul en la Escola de Capacitació Agrària de Girona y en el Institut de Recerca i Tecnologia Alimentàries.

Cònsul reconoce que el grueso del negocio continúa siendo la producción de las butifarras tradicionales, tanto con embutidos con la marca de la casa o como marca blanca, pero añade que las novedades y las innovaciones«son una magnífica herramienta de márketing que permite entrar en una empresa con un producto que ellos no tienen». Un ejemplo de ello son las pizzas preparadas de calidad superior.«Si funciona, la firma de distribución nos abre la puerta para poder venderle otros productos tradicionales de los nuestros, que difícilmente nos hubiese comprado antes porque ya los venden de otras marcas».