La cumbre de Corea

El G-20 fracasa en el intento de apagar la guerra de divisas

Los países más ricos del mundo pactan un comunicado genérico

ROSA MARÍA SÁNCHEZ
SEÚL / ENVIADA ESPECIAL

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Mucho trabajo les costó a los negociadores del G-20 encontrar una fórmula para dar la imagen de que la cumbre de Seul había logrado pacificar la guerra de divisas, que es como se conoce al actual enfrentamiento monetario entre los países. De poco sirvió. A los pocos minutos de difundirse un comunicado en el que todos los líderes del G-20 (las economías más ricas y emergentes del mundo) se comprometían a evitar las «devaluaciones competitivas» de sus monedas, los mandatarios volvieron a la carga. La guerra de divisas tiene como eje central el hecho de que los países usan las monedas para mejorar su competitividad, pero esto a la vez causa estragos en otros países al encontrarse todas las economías interconectadas.

La moneda china, el yuan, «está por debajo de su valor», lo que representa «un obstáculo no sólo para EEUU, sino también para muchos de los socios comerciales de China en todo el mundo». China «gasta mucho dinero para mantener su moneda infravalorada» y debe, «de modo gradual, hacer una transición al valor de mercado. Lo ha hecho en el pasado y reconoce que debe hacerlo» para reducir los desequilibrios en la economía. Así se expresó el presidente de EEUU, Barack Obama, cuando las fotocopias del comunicado aún estaban calientes. «Los países con divisas de reserva son capaces de imprimir moneda, pero hay países que pueden sufrir si los fondos acuden hacia ellos. El G-20 ha introducido un marco de supervisión para mitigar esos daños», declaró casi al mismo tiempo el presidente de Corea, Lee Myung-Bak, señalando con el dardo los perjuicios que causa la política monetaria de Estados Unidos sobre los países emergentes.

Los líderes del G-20 se han comprometido en Seúl a asumir la nueva regulación financiera de Basilea III para aumentar la solvencia de la banca. «Los nuevos estándares (...) permitirán a los bancos soportar, sin apoyo extraordinario por parte del sector público, las tensiones de magnitud comparable a la reciente crisis financiera», afirma el comunicado emitido en Seúl.

Los líderes también han puesto plazo a la nueva normativa de regulación y supervisión más exigente para las llamadas entidades sistémicas, las que se considerantoo big to fail(demasiado grandes para quebrar). «En la primera mitad del 2011» debe estar lista la nueva regulación, así como la decisión de las entidades sobre las que será aplicable desde finales del 2012. El director del Foro de Estabilidad Finaciera (FSB), el italiano Mario Draghi, rehusó hablar de un listado de entidades, como el jueves dio a entender la ministra de Economía, Elena Salgado.

EXAMEN RETRASADO// El G-20 deja para «la primera mitad del 2011» el objetivo de diseñar unos indicadores que deben servir «como mecanismo para identificar a tiempo los desequilibrios excesivos para su prevención o para la adopción de medidas correctivas». Esta vigilancia sobre los déficits o los superávits excesivos por cuenta corriente es la clave para embridar las pugnas monetarias entre países. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, había propuesto fijar un porcentaje del 4% como desequilibrio comercial máximo (en déficit o en superávit), pero esta iniciativa no ha salido adelante en Seúl.

El G-20 termina dejando sin resolver los principales males que causaron la crisis que ha sacudido al mundo. En otra cumbre más, este organismo ha sido incapaz de mostrar avances en la nueva regulación de la llamada banca en la sombra (shadow bank), que hace referencia a las sofisticadas prácticas financieras que provocaron el estallido de la crisis financiera en el 2008. En Seúl se insta al Consejo de Estabilidad Financiera (CEF) a presentar sus recomendaciones «a mediados del 2011».