contención del gasto durante LAS VACACIONES EN CATALUNYA

Los negocios turísticos moderan precios por el bajón del consumo

SONIA GUTIÉRREZ / Barcelona
J. M. PLANA / Tarragona
LLUÏSA FUENTES / Girona

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Una cerveza en un chiringuito de playa cuesta este verano en torno a 1,80 o 2 euros en las localidades turísticas de Catalunya. Por una paella en un restaurante se pagan 10 euros en Salou o 13 por persona en la Rambla de Barcelona. Son precios que no han variado demasiado respecto de los del año pasado. Este verano, los restauradores han aplicado subidas moderadas de precios ante el bajón del gasto de los clientes. No es que haya menos turistas, dicen, es que se miran más el bolsillo.

Los precios de turismo y hostelería subieron en julio el 0,9% en España y un poco más en Catalunya, el 1,2%. Son cifras alejadas de los incrementos de casi el 5% de hace dos años (en el 2009 ya se frenaron, con cerca del 1%). Los servicios turísticos, además, se han encarecido menos que el resto de productos de la compra, ya que el IPC general se situó el mes pasado en el 1,9% en España y en el 2,2% en Catalunya.

El alojamiento no es más del 20% de lo que se gasta un turista, según Martí Sabrià, gerente del Grup Costa Brava Centre. Todo lo demás se destina a restaurantes, actividades de ocio, suvenires, transporte y otros servicios relacionados. Por eso, alerta el representante hotelero, si el visitante se deja menos dinero en la calle, el sector entero, incluidos los hoteles (que también tienen bares, restaurantes y tiendas), se resiente.

AHORRO LOCAL / Todos los negocios consultados coinciden en que este año el consumo ha bajado. Sus declaraciones van en sentido contrario a las cifras del Instituto de Estudios Turísticos, según las cuales cada extranjero se gastó de media en Catalunya 765 euros en julio, el 3,8% más que un año antes. No obstante, estos datos no contabilizan el gasto de los turistas españoles, que es menor.

En respuesta a la caída del consumo, se frena el coste de los productos. «En cinco años no hemos subido los precios», afirma Begoña, responsable del chiringuito Dockers de la playa de la Nova Icària, en el que los cafés cuestan 2 euros. Unos metros arriba, en el chiringuito de Moncho's, solo han repercutido la subida del IVA. El Café Ramblas, en la céntrica vía, mantiene los precios del año pasado, aunque la cerveza no es barata: 6 euros una jarra de medio litro.

A pesar de la contención de la que hablan los negocios, algunos precios siguen pareciendo muy caros para quienes los pagan. «Por todas partes piden 1,30 euros por el agua, yo aprovecho la botella y la lleno de la garrafa cuando bajo a la playa, porque una cosa es un capricho y otra pagar una barbaridad por algo que necesitas», afirmaba la zaragozana Elena Martínez, de visita en Salou. Tampoco todos los turistas están dispuestos a pagar los 5,50 euros que cuesta una hamaca en Sitges, 6 euros en la Nova Icària, por lo que se ven muchas tumbonas libres. Algunas actividades de ocio no son para todos los bolsillos: una excursión en barca en L'Estartit cuesta entre 17,50 y 25,50 euros, la entrada en un parque acuático en Lloret, 25 euros.

A veces se observan fuertes encarecimientos: un toldo que en la Costa Daurada costaba el año pasado 5 euros, este verano ha subido 50 céntimos más (un 10% más). Un joven se quejaba de que paga 12 euros por entrar en una discoteca de Salou, dos euros más (la subida es del 20%).

Algunos visitantes de la Costa Brava y Daurada se quejan de que los bares mantienen los precios a costa de servir menos comida en los platos y de reducir personal.

CAÍDA DE LA FACTURACIÓN / En el otro lado, los restauradores aseguran que los clientes comen menos tapas, comparten la bebida o piden vino en copas en lugar de botellas. La federación de hosteleros de Girona calcula que las ventas están un 30% por debajo del 2009. En los restaurantes de Barcelona, la caída en lo que va de año es del 5%. «Hay turistas, pero cuesta más llegar a la facturación porque gastan menos», dice Gaietà Farràs, presidente del Gremi de Restauració de Barcelona.

La situación se extiende a las demás empresas que viven del turismo, incluidas las tiendas. «Me consta que el sector del comercio está pasando una situación complicada», afirma el secretario general de Turisme, Joan Carles Vilalta. Cuando acabe la temporada, tocará hacer balance. Fuentes del sector prevén que, pese al aumento de los turistas, las cuentas no serán tan positivas.