Shengtai, Urnas mortuorias biodegradables

Entierros ecológicos

Entierro con urnas en forma de flor de loto en Tianjin.

Entierro con urnas en forma de flor de loto en Tianjin.

ADRIÁN FONCILLAS
PEKÍN

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En China viven 40 millones de personas mayores de 60 años, que serán un total de 140 millones en el 2040. La incineración es obligatoria, pero solo se cumple esta norma en la mitad de los casos. En Europa oscila entre el 80% de los países escandinavos, el 25% español y el 5% italiano, un país profundamente católico.

La idea, como tantas, nació del azar: Xavier Miquel paseaba 12 años atrás por el puerto valenciano cuando unos pescadores se lamentaban de las muchas urnas funerarias atrapadas en sus redes, un problema habitual en el litoral catalán. En la actualidad, su empresa ofrece urnas ecológicas que se disuelven en agua en 40 minutos o se funden con la tierra en seis meses.

Sus urnas entraron en Serveis Funeraris de Barcelona (SFB) en el 2004. Es líder del sector en España y vendió cerca de 55.000 unidades el año pasado: 25.000 en Europa, 20.000 en EEUU y 10.000 en China. El país asiático es su mercado más apetecible. Le une al mismo una conveniencia ineludible. En el gigante asiático mueren 10 millones de personas al año y la incineración es obligatoria desde 1991 (aunque se incumple en las zonas rurales). La ruina medioambiental ha impulsado una nueva conciencia ecológica y un proverbio confuciano exige el regreso a la tierra del fallecido para su descanso. Son elementos suficientes para que sea un mercado atractivo. Por todo ello cerró su fábrica en La Bisbal ( Baix Empordà) y la abrió en la provincia de Jiangsu, con 30 trabajadores y capacidad para producir 2.000 urnas diarias.

Cambiar la mentalidad

Y sin embargo, el asunto fue difícil.«Llevo años recorriendo China, hablando con los gobiernos locales. Al principio solo recibía buenas palabras, ahora es diferente. Tengo que cambiar la mentalidad de un pueblo y eso cuesta», cuenta Tutti de Cominges, directora en Asia de Shengtai (significaecologíaen mandarín). Ayudó a su popularidad un reportaje de la televisión pública del país.

Hoy es la única empresa foránea en la Asociación Funeraria china y ofrece servicios en 15 cementerios chinos, incluidos Babaoshan (Pekín) y Fushuoyuan (Shanghái). Sus 15 modelos de urnas están hechos de materiales biodegradables como adobe, tierra o sal de cuarzo. En Occidente gustan las redondeadas; en China, las cuadradas y una en forma de barco de junco.

El gasto medio de un funeral chino ronda los 10.000 yuanes (1.150 euros). El alquiler del suelo se lleva el grueso, con incrementos anuales del 30%. Shengtai ofrece el paquete completo de ceremonia y urna por la décima parte.«A muchos les da vergüenza decir que se han gastado tan poco, parece como si no quisieran a los fallecidos», sostiene De Cominges. También falta la lápida que individualiza el espacio, aquí mucho menor o inexistente en los entierros de agua, un concepto que rompe con la milenaria tradición de acudir en masa al cementerio el 5 de abril (qin mingo día de barrer las tumbas).

La empresa ofrece ceremonias colectivas gratuitas en el cementerio Yongan de Tianjin, una macrourbe al este de Pekín. La liturgia es muy del gusto chino: pompa, sobriedad marcial y una sensibilidad que linda con la cursilería. Con maneras de desfile militar, decenas de operarios con guantes blancos transportaban este martes 281 urnas a una parcela de césped con los debidos hoyos a medida. Más tarde, en un estanque de nenúfares eran grácilmente soltadas 30 urnas en forma de flor de loto que se iban hundiendo al son de una música de violines.

Pan Shu Xian, de 79 años, despedía con lágrimas las cenizas a su marido, muerto este año.«Tenía un cáncer terminal cuando vio la ceremonia en la televisión y me pidió acabar así. Siempre había sido muy ecologista. Nos hicimos fotos y videos que ahora veo cada día. No necesito las cenizas en casa para recordarle», cuenta.