Víctor Víctor, el cantante que se unió al club político

El cantautor y embajador de la bachata fue tres años ministro de Cultura de la República Dominicana, hasta que mandó "al carajo" el cargo y a los gobernantes

NÚRIA MARTORELL

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Con apenas 17 años, el precoz Víctor Víctor ya había compuesto su mayor éxito, 'El camino de los amantes' (más conocido como 'La Casita'). El incansable embajador de la bachata (lo que viene a ser un bolero rítmico) fue durante varios años responsable de Cultura de la luminosa República Dominicana y estableció una ley del sector que todavía sigue vigente. Ha pasado medio siglo desde que dio sus primeros pasos artísticos y el cantautor sigue componiendo letras consagradas al amor y sus derivados, sin olvidarse de las desigualdades que sufre su país. Este verano le espera una gira internacional para promocionar su último compacto: 'Bachata en la Zona'.

El artista pierde la noción del tiempo cuando se dedica a disertar sobre este romántico género autóctono, "un híbrido entre el bolero y el merengue, aunque a veces en su forma de tocar el requinto [una guitarra más pequeña que la estándar] hace que parezca un mambo", ilustra. "Lo interesante es rescatar y reivindicar la bachata al mejor estilo de su mayor impulsor, el músico y antropólogo Luis Días. Él fue quien nos la hizo descubrir en los años 70", relata.

Música de amargue

Su origen hay que buscarlo en burdeles y bares. Relegada a las clases humildes, entonces se la conocía como "música de amargue" por su habitual carga de tristeza, de desgarro. Y su creación recae repartida en nombres como José Manuel Calderón, Inocencio Cruz, Rafael Encarnación... "Corrían los años 60 cuando nació a modo de boleritos de guitarra. Querían hacer música como la de Los Panchos, pero les salió esto. Este invento maravilloso. Porque cabe aclarar que la música –los ritmos, los sonidos...– no la crean los compositores encerrados en su mundo ni tampoco los arreglistas. Parece una obviedad, pero la música la crean los músicos. Se requiere de la práctica. Del oficio diario".

Cuando en 1996 Víctor Víctor combinó su oficio de músico en mayúsculas con el de político, lo primero que hizo fue un imprescindible trabajo de campo. Asumió durante tres fructíferos años el cargo de Consejero Presidente de Cultura, el equivalente a ministro de Cultura. ¿Su objetivo? "Redactar una ley que no ha sido cambiada desde entonces". "Fui elegido por los colegas de profesión. Y nada más empezar hice un diagnóstico participativo de lo que realmente sucedía en el ámbito de la cultura. Entrevistamos a unas 2.000 asociaciones, sindicatos… Quedó todo grabado. Contamos lo que vimos y escuchamos. Elaboramos un extenso informe. Y redactamos esta ley que reflejaba todas las desigualdades que encontramos. Mi ministerio nació para solventar todas estas necesidades", subraya.

Imprescindible revolución cultural

El artista aclara que "este puesto ni siquiera existía" antes de su llegada. ¿Y por qué lo abandonó? "Pues porque esos tigres presidentes dicen una cosa y luego hacen otra. Y por ahí no paso. Mi reacción fue clara y tajante: '¡Váyanse al carajo!". Víctor es de los que opinan que "no puede haber una revolución social si antes no se ha hecho una profunda revolución cultural".

"Hay que pararse delante de la sociedad y ordenar prioridades antes de cualquier acción. Y cuando hablo de cultura me refiero en su sentido más amplio. Evidentemente, no se trata solo de que la gente sepa admirar una obra de arte. La cultura es una línea horizontal que cubre toda la sociedad, desde los intelectuales hasta los bomberos". Su radiografía requería estudiar las diferencias, reconocer los desniveles. "Tienes que estudiar por qué existen, reconocer cuál es realmente la situación y ser capaz de desarrollar las capacidades de absolutamente todas las capas sociales".

Otro tipo de sociedad

Pero ¿no cree que muchos gobernantes prefieren una sociedad aborregada? "¡Claro! Ahí está el drama. Además, si mantienen su cargo es justo gracias a eso. Es el grave problema de los políticos: saben que cuanto menos cultura tenga la gente menos peligrosa es. Y menos peligra su puesto. Les interesa el borreguismo. ¡Viven de eso! y, por desgracia, no les pasa solo a unos pocos. Les ocurre a todos. Así que yo tengo a mi candidato: se llama… ¡Ninguno!".

El cantante que se desengañó de la política no puede eviar soñar con otro tipo de sociedad. Y cree que para lograrlo "debe existir otro tipo de organización de los estamentos. Debe de ser administrada de otra forma. Los presidentes, los secretarios, los ministros, los senadores… todos están pasados de moda. Hay que buscar otra fórmula. No se cuál. Pero hay que mirar hacia donde esté esa luz que nos ilumine de una vez por todas. Pueden tacharme de anarquista. Sí, lo soy. ¿Y qué?".

Víctor se apresura a puntualizar que no le gusta la acción directa. "Antes has de intentar llegar a acuerdos. Procurar convencer. No vale la pena escupir, estrellar, romper. Esto son formas que pertenecen al pasado. La clave está en conversar. Y si los presidentes vuelven a fallar, pues a insistir hasta conseguir un cambio cada vez más urgente".

Más cantantes convertidos en políticos

En Latinoamérica es donde más cantantes han alcanzando cargos de responsabilidad en el Gobierno. Ahí van varios ejemplos: Gilberto Gil fue ministro de Cultura de Brasil; Rubén Blades, de Turismo en Panamá; Susana Baca, de Cultura de Perú, Nacha Guervara fue candidata al Parlamento argentino por el partido de los Kirchner... En otros rincones del planeta, también hay más nombres: Youssou N’Dour, de Cultura y Turismo de Senegal; Melina Mercouri, de Cultura y Ciencia de Grecia; Nana Mouskouri fue eurodiputada conservadora también en Grecia; Peter Garret, de Educación de Australia; Wyclef Jean optó a la presidencia de Haití y en la misma isla caribeña fue nombrado presidente Michel Martelly en el 2011. En España encabezó la lista José Antonio Labordeta (diputado de la Chunta Aragonesista). Sin olvidar que Fermín Muguruza se presentó a las elecciones al Parlamenteo Europeo (Euskal Herritarrok) y Rosa León fue concejala del PSOE.

Para Víctor Víctor, es normal que los músicos alcen sus voces a favor de las causas sociales. Y recuerda la importancia de que la lucha siga más allá de la política. "Cuando no podemos actuar directamente, hemos de componer letras que reflejen las reivindicaciones que consideremos justas. La constitución de la República Dominicana dice que el 4% del Producto Interior Bruto hay que dedicarlo a la educación. Bien, pues a mí se me ocurrió componer un tema al respecto". El título hacía clara referencia al asunto. Lo bautizó 'El son del 4%'.

Vivir en "modo gozada"

"Recuerdo también cuando nos querían instalar una gran reserva de agua para una fábrica de cemento en una zona protegida, en una formación geológica única en el Caribe. Evidentemente, muchos hicimos canciones criticándolo, denunciándolo. Hemos de ejercer de activistas sociales. ¡Pero no solo los músicos!".

El cantante que llevó la bachata a los escenarios internacionales insiste en "el poder y la necesidad de la cultura". "En realidad –añade–, mi norte político es que todos puedan vivir como vivo yo, que pude estudiar, aprender una técnica, tener un oficio. No quiero a nadie más pobre que yo. Ni más amargado. Para recrearse en la amargura, ya está la bachata", ríe.

"Quiero a todo el mundo contento. No hay que escatimar esfuerzos. Hay que vivir en modo gozada, ¡siempre!"

Por qué dos veces Víctor

Víctor Víctor aclara el porqué de su repetido nombre. "Mi abuelo armenio se estableció en Líbano huyendo del genocidio de los turcos y llegó a la República Dominicana por el puerto de Sánchez. El oficial civil de migración repartió apellidos a los visitantes porque no entendía su idioma. El abuelo se llamaba George Víctor, dos nombres conocidos, y su apellido armenio era Tantayan, que acabó siendo omitido. Cuando legalizó su residencia, fue rebautizado como Jorge Víctor, y el apellido Víctor marcó a toda la familia. Procreó siete hijos, entre ellos a mi padre, José Jorge Víctor, que me inscribió como Víctor José Víctor. La de momentos difíciles que he pasado cuando digo mi nombre y el interlocutor me pregunta por el apellido, que siempre le suena a nombre". El truco: resumirlo todo en uno que son dos. Víctor al cuadrado.