Serrat: "Lo que es agradable es sobrevivir"

lmmarcobarcelona  03 10 2014 el cantante joan manuel serr141029174506

lmmarcobarcelona 03 10 2014 el cantante joan manuel serr141029174506 / periodico

JUANCHO DUMALL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La suya es una historia mil veces contada que comienza en febrero de 1965 en el estudio de Radio Barcelona en el que Salvador Escamilla hacía su programa 'Radioscope'. Allí se presenta, guitarra en mano, una joven promesa de la canción con una voz de rara profundidad y unas canciones que tenían intención. Son los años en los que la rebeldía juvenil estaba conquistando su lugar al sol incluso en la ramplona España franquista. Y el chico tiene algo. Después vinieron las primeras actuaciones, Els Setze Jutges, Eurovisión, el periodo dorado de la Nova Cançó, Machado, Hernández, Mediterráneo, el exilio, México, París, las libertades en España, la consolidación como referente en Iberoamérica… Todo muy rápido, cuando solo han pasado 50 años. Medio siglo. Un buen momento para echar la vista atrás y hacer un compendio de tan larga carrera.

Pero Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) es, además de un artista prolífico, alguien a quien le gustan las piruetas. Y para celebrar sus 50 años en los escenarios no podía hacer un recopilatorio al uso o un directo reciente. Así es como se ha metido en el enésimo lío de su carrera para lanzar la próxima semana la Antología desordenada, un cuádruple CD que recoge 50 de sus mejores canciones grabadas ahora, con su voz de hoy. Una voz llena de experiencia y de matices. 31 de esos 50 temas son interpretados en compañía de otros artistas. Se trata de una insólita colección de duetos con muchísimas sorpresas. Después de tantos años de camino, el Serrat de hoy aspira a compartir. No hay buena fiesta de cumpleaños si uno no está rodeado de amigos.

El título del disco, ‘Antología desordenada’, sugiere ya que estamos ante un repaso de su carrera que no va por épocas, por estilos musicales o por temas abordados. Supongo que después de tantos años usted mismo ve su cancionero de una manera muy personal. ¿Cómo ha seleccionado estas 50 canciones?

En un principio, traté de ordenar la selección. Una canción por año, por ejemplo. Pero me salía muy desequilibrado. Había años en que dejaba fuera canciones que para mí son más importantes que otras que entraban en otros años. Había años huecos, también. Traté de buscar muchas maneras de relacionar canciones y tiempo. Y al final me pareció la más adecuada tratar de moverme entre estos 50 o 60 títulos que eran mi antología personal, en la que no hay nada que las ordene. Solo mi elección. Y también me guió bastante la posibilidad de hacer algunas canciones con gente con la que me apetecía cantar. En un principio pensé en hacer unas 20 de estas. Pero la lista fue aumentando, porque se me aparecían voluntarios, afortunadamente, y en algunos casos yo mismo buscaba seguir aumentando. Al final se quedaron en 31 duetos, que son muchos. Ha sido fantástico. Solo tengo palabras de agradecimiento para quienes han participado; por supuesto, desinteresadamente. Muy generosos todos.

¿Habló usted personalmente con el resto de artistas?

Este es un trabajo muy personal. No se ha manejado desde una oficina, ni desde una productora. Toda la relación ha sido personal, yo he contactado con todos ellos. Desde mi ordenador.

Sorprende el eclecticismo que se desprende de los duetos. Desde Pablo Alborán (en catalán) hasta Les Luthiers; desde Calle 13 hasta Rubén Blades; desde Mina hasta Andreu Buenafuente.

Ha habido algunos que ya tenía grabados y he querido mantener, porque eran irrepetibles. El dueto con Miguel Ríos de 'Cantares' o el de 'Hoy puede ser un gran día' con Miguel, Ana y Víctor, me parecía que no se podían tocar. Ni se podía tocar el dueto con Soledad Giménez en 'Pendiente de ti'. No podía tampoco volver a grabar canciones con la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya y tampoco podía prescindir de algunas canciones en las que trabajé con la orquesta durante tres años. Aquello era irrepetible como documento y por eso lo he respetado. Pero en general he querido hacer canciones trabajadas desde la voluntad de querer hacer algo nuevo.

Algunos de esos nuevos duetos son muy especiales.

Cuando hablé con Silvio, por ejemplo, le dije que quería que él tocara la guitarra. Y cantar 'Lucía' a dúo solo con su guitarra. Silvio Rodríguez es un extraordinario guitarrista y no aprovecharlo era perder una oportunidad. El resultado es más que satisfactorio. Cuando hablo con Paquita la del Barrio le propongo hacer una versión diferente de 'No hago otra cosa que pensar en ti', ajustada a su extraordinaria personalidad, a esa mujer de una gran ternura, que dista mucho de la que suele exhibir en el escenario. Es una mujer muy maltratada y muy tierna a nivel personal y familiar. Traté de hacer esta canción pensando en este personaje entrañable. Cuando propuse a Les Luthiers hacer 'Las malas compañías' les pedí hacerla con los instrumentos que se fabrican ellos. Y está hecha así. Y cuando le propuse a Rubén hacer 'Para la libertad', le dije de hacer un son. Y allí está. Bueno, pues así está trabajada esta obra.

¿La química que hace falta para un dueto se logra en un estudio o se trae ya de casa?

Ya viene de casa, sí, en muchos casos. En otros, se producen descubrimientos en el estudio. Con Sílvia Pérez Cruz yo me imaginaba, conociendo y admirando su voz y su talento, qué podía salir. Pero luego, cuando trabajas, se produce un efecto que te sube la emoción. Mejora mucho. Con Quico, por ejemplo, trabajamos la canción, 'Temps era temps', mucho en el estudio. Pero todo el mundo sabía desde casa qué íbamos a hacer. Hubo una preparación muy cercana y, a la vez, a distancia. Con Calle 13, en 'Algo personal', yo no sabía qué iba a hacer René en las partes en las que él participa. Eso era cosa de René. Yo le decía: “Vamos a cortar así la canción, yo hago estas partes y tú estas. Y ahí te las entiendas”. No podía hacer otra cosa. Confiar a ciegas, que no es tanto. Porque, si conoces el trabajo de Calle 13, ya sabes dónde puedes ir a parar. 

Otro gran valor de este disco es que ha regrabado las canciones con la voz de ahora. ¿Qué aporta esa reinterpretación?

Lo que no quería era hacer una historia desigual de voces. Un recopilatorio. No tiene sentido un recopilatorio de una historia de 50 años. La voz es muy distinta, la grabación es muy distinta. Incluso, aunque mantengas los arreglos. En temas como 'Res no es mesquí', el arreglo es muy parecido, pero en cambio la voz es muy diferente. Lo que intento es que la voz sea homogénea en todo el trabajo. No se puede homogeneizar la voz por un método técnico. Eso viene de fábrica. En 'Cançó de bressol' he querido hacer una versión nueva. Es la misma canción entendida ahora.

Y mirando hacia atrás, ¿cree que hay canciones que envejecen mejor que otras?

Sí. Hay canciones que me podría haber ahorrado. Es lo normal. Yo me quedo con estas 50 y con algunas más. Lo que pasa es que todo lo que uno escribe sirve para educarle. Las canciones fallidas forman parte del todo. Yo no seré quien hable mal de ellas, pero sí que pienso que me las podría haber ahorrado porque no aportan nada ni a mi trabajo ni al patrimonio cultural. Pero son importantes porque gracias a ellas uno acaba escribiendo algo que está bien.

Junto a los cuatro CD hay un libreto de 104 páginas muy cuidadas.

Lo he trabajado mucho, junto con Enric Satué, que me ha ayudado extraordinariamente. De hecho, yo he ayudado a Enric Satué a hacer el trabajo. Como todo lo que está muy elaborado, muy pensado y donde uno ha metido muchas horas, el trabajo no se nota. Musicalmente, hay que agradecerle mucho a Josep Mas, Kitflus. Ha hecho un trabajo enorme. Como Ricard Miralles y Raul Cuevas. Un gran trabajo, con mucha generosidad y muchas horas.

En toda su carrera siempre ha trabajado con gente muy próxima, de mucha confianza.

Un proyecto como este solo podía hacerse así. Primero, porque no teníamos dinero para hacerlo de otra manera. Es un proyecto muy caro. A precio de mercado sería absolutamente inviable. Ha sido posible gracias a que la gente le ha metido muchas horas, mucho trabajo y mucha ilusión.

Anuncia una gran gira con el lanzamiento del disco.

La gira empieza en febrero en Uruguay, Argentina y Chile. Luego, en mayo, haremos cosas por Europa (París, Londres), algunas cosas muy bonitas que aún no desvelo. Y en junio y julio estaremos por aquí. En agosto supongo que me iré a casa.

Mes de descanso.

No, yo no tengo problema. Para mí no es ningún sacrificio una gira.

Pero hay artistas a los que las giras les agotan. Los aviones, las esperas en los aeropuerto, los hoteles… ¿Cómo lo lleva?

Quienes están tan cansados pueden dedicarse a la cirugía o al andamio. Pero, realmente, si uno es un artista, tiene que estar preparado para viajar. Para mí hacer música está muy ligado a viajar. Este oficio mío es muy gratificante, pero especialmente gracias a viajar, a la gente que he conocido en el mundo, lo que he aprendido de este contacto: paisajes, comidas, humanidad, personajes, importantes o anónimos. Eso es un bagaje fantástico. Viajar educa mucho para la convivencia, para conocer lo iguales que somos todos los seres humanos.

Especialmente, ha viajado por América Latina. Usted se ha definido como un iberoamericano de Barcelona, y América está muy presente en este disco.

Lo manifiesto claramente. Iberoamérica ha sido fundamental por todo el aporte de información que me ha dado. La vida es lo que a uno le ha ocurrido y a mí allí me han ocurrido muchas cosas. He vivido cosas cercanas y en primera persona, y todo esto te hace de una manera determinada. Encuentro mucha gratitud. La proximidad que tengo con América, América me la devuelve multiplicada: en cercanía, en afecto. Me entienden no como algo próximo, sino como algo propio.

Usted ha hecho conciertos en grandes recintos, como el Palau Sant Jordi, pongamos por caso, y otros en lugares más pequeños: teatros, etcétera. ¿Dónde se siente mejor? ¿Son dos experiencias diferentes?

Igual no es. Pero lo enfrento de una manera bastante similar. En los espacios más pequeños, el gesto adquiere una gran importancia. En los espacios mayores, el gesto, el detalle, va desapareciendo. Ahora puedes trabajar en espacios grandes con medios que pueden acercar el gesto: las pantallas. Pero, de alguna manera, hay unos espacios que realzan la humanidad de la creación, el sonido es más delicado. El espacio grande requiere, para la misma música, otro sonido. Incluso tu propia actitud, tu gesto, es otro gesto. La gente con la que compartes tu música está a otra distancia. Pero, en fin, uno tiene que acoplarse. Uno tiene que saber tocar en el metro, en el cabaret, en la calle, en el Sant Jordi o en el Palau de la Música.

Supongo que en sus próximos conciertos habrá sorpresas, de artistas que aparezcan con usted en el escenario. Eso siempre le ha gustado mucho.

Los que quieran venir, están invitados. Supongo que vendrán. Trataré de exprimirlos más.

Fue un puntazo verle con Peret, junto a Sabina.

Peret fue una pérdida realmente notable para la música y para otras cosas. Es bonito compartir, y aquí tengo mucho para compartir, no solo con los que participan en el disco. Es muy agradable para uno y también es algo que la gente agradece mucho. La gente es feliz viendo que la relación entre las personas es cordial, sincera y franca. Yo cuando me subo a un escenario lo hago para ser feliz, pero también para que quienes están allí sean felices.

Cuando repasa una carrera tan extensa como la suya, ¿nota que hay épocas de más inspiración, más fértiles, que otras? Por ejemplo, el Serrat de los discos de Machado y Hernández..

Seguro. En todo trabajo hay momentos más brillantes y más estériles. Pero lo curioso es que, cuando alguien me dice: “A mí me gustan más sus primeras canciones”, yo le contesto: “¿Y cuáles son las primeras para usted?”. Algunos aciertan, pero en general las primeras corresponden a las primeras que esa persona escuchó, y la coloca en su tiempo. Para cada quien, las canciones más importantes de mi repertorio coinciden con las que él escuchó de una manera más atenta. Lo que hace que unas canciones le gusten más a una persona no es que sean las mejores, es que son las mejores para ella, las que ella vivió de una manera más conmovedora. Cada quien tiene una selección, cada quien tiene una memoria musical y sentimental. Su vida pasa por aquellas canciones.

En 50 años ha incorporado a varias generaciones de seguidores… Se incorporan ellos, ¡eh!

Eso tiene que ser muy placentero.

Lo placentero es sobrevivir. Y hacerlo en un oficio tremendamente competitivo y que tiene un desgaste muy fuerte. Me alegra muy mucho haber podido sobrevivir para de alguna manera seguir haciendo lo que a mí me ha divertido más hacer. Que no me haya echado del oficio ni la salud, ni el éxito, ni la gente, ni el aburrimiento. Pero desde aquí me gustaría por un momento pedir disculpas a todos los niños que han sido atormentados por sus padres en los automóviles con mis canciones al regreso de los fines de semana con frases despectivas como esta: “Escucha esto, esto sí que está bien, esto es música y no esa mierda que tú escuchas”. Perdonad a esos padres porque no sabían lo que decían.

¿Pesa mucho ser un referente social?

Si