Robert Duvall vuelve al Oeste dirigido por Emilio Aragón

El actor llevaba 25 años buscando director para su proyecto más deseado, 'Una noche en el viejo Méixo', con el que recupera el cine que más le gusta: el de botas y sombrero

Robert Diuvall

Robert Diuvall / AP

IRENE CRESPO

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Hace 52 años que Robert Duvall (San Diego, 1931) empezó su carrera como actor en el cine. Y casi la mitad de ese tiempo lo ha pasado buscando un director para 'Una noche en el viejo México', el guion que William D. Wittliff le escribió tras el éxito de la miniserie 'Paloma solitaria' (1989), considerada "una religión en Tejas". "Yo nunca quise dirigirla, solo quería interpretar ese personaje tan especial de esa historia tan especial, tan única", aclara por teléfono en la segunda parte de una entrevista que había empezado semanas antes en persona, en la presentación internacional de la película en el festival de Austin.

"Tiempos felices", dice Duvall al recordar el festival de la capital de Tejas. Allí estaba emocionado, acompañado por Emilio Aragón, ese director que Duvall llevaba 25 años esperando, y por Angie Cepeda, su coprotagonista. Estaba como un niño con botas nuevas. O, en este caso, con botas viejas, que aún le sientan como un guante. Si le haces elegir a Robert Duvall entre el centenar largo de personajes que ha interpretado en cine, televisión o teatro, no te dirá Boo Radley, el vecino taciturno de 'Matar a un ruiseñor', con el que debutó en 1962; ni Tom Hagen, el educado y trajeado consigliere de los Corleone; tampoco hablará de los malos ratos que pasó en 'Apocalypse Now' ni del cantante country de 'Gracias y favores', que le dio su único Oscar (de seis nominaciones) hasta ahora. "El padrino' y 'El padrino II' estaban mejor dirigidas, pero como personaje prefiero al de 'Paloma solitaria'. Yes, ma’am”, contesta por teléfono, con esa coletilla final (en español, "sí, señora2) que añade a cada respuesta, y pronunciando Paloma solitaria en un correcto español que ha aprendido con su mujer, la argentina Luciana Pedraza.

"La directora de diseño de producción me dijo algo muy bonito –explica Emilio Aragón–: ‘Puedes estar contento porque has hecho tu primer wéstern y lo has hecho con Duvall". En Texas, todos le recuerdan por 'Paloma solitaria', para ellos es mejor 'cowboy' que Clint Eastwood”. El actor también se siente más a gusto con vaqueros, botas y sombrero. Por eso esperó 25 años a que alguien llegara a dirigir 'Una noche en el viejo México'. Y fue ni más ni menos que un español. "Era ahora o nunca", dice Duvall. "Mi amigo Dennis Hopper iba a dirigirla hace 12 o 14 años, pero no pudimos reunir el dinero. Lo mismo pasó con el primero que quiso dirigirla, del que no recuerdo el nombre, y cuando Emilio vino, trajo el conocimiento, la experiencia y el dinero. Era ahora o nunca", insiste Duvall. ¿Un español dirigiendo un wéstern? "Mejor un madrileño con habilidad que un tejano sin ella", dice, convencido.

Tras 'Pájaros de papel'

Emilio Aragón leyó el guion de Una noche en el viejo México en un viaje a Los Ángeles donde presentaba su ópera prima, 'Pájaros de papel'. Poco después de leerlo, ya estaba volando a Virginia para hablar con Robert Duvall en persona. "Desde el principio hubo química entre nosotros", cuenta el director mientras Robert Duvall asiente a su lado. "Decidimos intentar ponerlo en marcha. Y un año después empezamos a rodar aquí, en Tejas". Más concretamente, en Brownsville, ciudad fronteriza con México.

"Afortunadamente, pudimos hacerlo, teníamos que rodar aquí", dice Duvall, nacido en California, crecido en Maryland, pero muy unido a esa tierra de 'rangers' y 'cowboys'. "Una noche en el viejo México' es una historia muy tejana", explica Duvall. “Mi personaje es un ex 'ranger' que ha vivido solo mucho tiempo. Busca amor, busca aceptación, busca un renacimiento, y lo encuentra cuando va a pasar una noche al viejo México con su nieto. Es algo muy americano-tejano, muy áspero y cerrado, como él; pero su nieto [Jeremy Irvine] y esta mujer que conoce [Angie Cepeda] le ayudan a abrirse". Y añade: "Puede que trate temas universales, pero lo cierto es que esta historia empieza y acaba en Tejas, y mucha gente de la zona se reconocerá en ella. Yo tengo muchos amigos que pasaron noches como esas en México, que empezaron con 13 años a ir a esos burdeles". La pregunta es obligada: ¿y él? Se ríe. "No, nunca. Y ahora es muy peligroso", dice en español. "La gente muere en la frontera. Pero mis amigos iban mucho allí, buscando entretenimiento de distinto tipo. Aventuras he tenido, claro, pero nunca en México". Se sigue riendo y empieza una contestación en la que mezcla el inglés y el español. "Además, no me gusta la comida. La comida es 'más mejor' en España que en México. Prefiero visitar Buenos Aires. Y me gusta la gente mexicana, he trabajado allí muchas veces, pero nunca tuve fiestas salvajes". Y se vuelve a reír.

Mundo fronterizo

Es esa conexión con las dos culturas, con ese mundo fronterizo, lo que le hizo no perder la esperanza sobre un proyecto que llevaba buscando media vida. "25 años esperando y la hicimos en 23 días. Fue rápido", dice con una carcajada Duvall. Y eso que Bobby, como le llaman Emilio Aragón y Angie Cepeda, prefiere ese ritmo de rodaje que el que ha sufrido en películas como 'Jack Reacher', 'Deep impact' o '60 segundos'. "Esta película se hizo con sentimiento, sin poner mucha lógica. A veces, cuanto más grande es el presupuesto, peor resulta el rodaje: se hacen tantas tomas, desde este ángulo, ahora este, ahora el otro… Acaba siendo terrible", se queja Duvall. "En 'Una noche…' no tuvimos tiempo de rodarlas de tantas formas [risas]. Pero a veces en esas películas con presupuestos enormes entre tomas, no entre escenas, ¿eh?, entre tomas, tienes 20 minutos muertos, y para cuando empiezas... Es todo ridículo". "Es que él es de la escuela Meisner", explica Aragón. "Todos estábamos preparados porque sabíamos que él siempre quiere la primera toma". Incluso cuando improvisa. Como en la escena que canta al volante. "Se le ocurrió justo antes de empezar a rodar y la dejamos entera", dice Aragón.

Efectivamente, después de servir en el Ejército y luchar en la guerra de Corea, Robert Duvall se mudó a Nueva York para estudiar interpretación en la escuela de Sanford Meisner. Allí se formó como actor de teatro, compartiendo piso, aprendizaje y noches neoyorquinas con Dustin HoffmanGene Hackman James Caan. Viejos amigos a los que apenas ve ya. "Es un país tan grande... Casi no les veo. A Jimmy Caan a veces, y a Wilford Brimley". Pero como casi todos (excepto Hackman), Duvall sigue al pie del cañón, con la misma energía que hace 52 años, como demostró en el rodaje con Aragón. "Imagina cómo fue rodar en un interior en agosto sin aire acondicionado, porque había que apagarlo por el ruido, y 48 grados", dice el realizador.

Actor generoso

Actor generosoPlanificaban todo para que Duvall rodara y se fuera, pero él siempre se quedaba. "Cuando uno trabaja con él es tan real que no tienes posibilidad de acartonarte: escuchas y respondes, ya está", dice Angie Cepeda, que interpreta a la mujer que salva al personaje de Duvall. "Y a la vez es un actor muy generoso. Sin conocerme, cuando me escogieron, me mandó un e-mail en el que me decía cosas muy bonitas para felicitarme, y cuando empezamos a rodar mi primera escena, el primer día de rodaje, se quedó allí, y no tenía por qué hacerlo, y encima gastó bromas: ¡se bajó los pantalones para hacerme reír!".

Eso es la camaradería de un actor de la vieja escuela. Una auténtica leyenda del cine que prefiere quedarse y aguantar 48 grados y largas noches de rodaje antes que oír hablar de retirarse. Le entra la risa solo con oír la palabra y bromea con quien tenga a su lado: "¿Retirarme? –dice–. Algún día me retiraré, quizás, no sé... Pero este es tal vez el mejor año de mi vida, un año maravilloso, con el estreno de 'Una noche en el viejo México' y el rodaje, en breve, de otra película, 'The judge', con Robert Downey Jr.", exclama y continúa de nuevo en 'spanglish': "Y además estoy preparando otra sobre los Tejas rangers, que estará protagonizada por una mujer y en la que saldrán muchos de mis amigos. Yes, ma’am". Lo que sea por no quitarse las botas. Ni el sombrero.