Pintando (bajo) el mar

Una exposición en el Museu Marítim de cuadros hechos en el fondo marino recuerda que se cumplen 150 años de esta disciplina. Alfonso Cruz es el único español que la practica

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LUIS MIGUEL MARCO

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Alfonso Cruz (Terrassa, 1958) respira lenta y acompasadamente allá abajo. Puede permanecer hasta 90 minutos a varios metros bajo la superficie y en ese tiempo es capaz de plantar el caballete delante del motivo que quiere plasmar, sacar la espátula y sus pinturas al óleo y empezar a esparcirlas “con pequeños golpecitos, como hacía Van Gogh"hasta concluir una pintura evocadora. 

Él es uno de los artistas de la exposición 'Pintura subacuática. 150 años de historia' que se puede ver este verano en el Espai Mirador del Museu Marítim de Barcelona y que recorre un género pictórico muy desconocido. Fotografía submarina sí, pero ¿pintura? De hecho, es el único buzo que pinta bajo el mar en España. 

ENCUENTRO EN LAS MEDAS

La muestra recuerda que se cumplen 150 años desde que un artista austriaco, diplomático y barón, Eugen von Ransonnet-Villez, se hizo una especie de campana con ventanitas para, con ayuda de un tubo por el que respiraba, descender unos metros y poder pintar en seco el paisaje submarino que tenía enfrente. Ocurrió en las costas de Ceylán, la actual Sri Lanka, en 1865.

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Además de una muestra de este pionero, se puede ver también el trabajo del indo-escocés Zarh Pritchard, fallecido en 1956. “Este hombre ya bajaba con escafandra de buzo clásico y el cuadro se mojaba. Pintaba obras exquisitas, infuenciadas por el impresionismo. Hay obra suya incluso en el Louvre”, explica Cruz, quien tuvo oportunidad, el verano pasado, de pintar en las Medas, frente a L’Estartit, con otro de los artistas representados, el francés André Laban. 

Este marsellés de 87 años fue ingeniero durante dos décadas del equipo de Jacques-Yves Cousteau y tripulante del célebre Calypso. Participó en numerosos proyectos y expediciones. Manejaba muy bien la fotografía submarina, pero no le emocionaba tanto como pintar bajo las olas, algo que empezó a hacer en 1965. Un vídeo documental recoge el 'tête à tête' artístico de las islas Medas. 

"MIS PRIMEROS CUADROS ERAN UNA BIRRIA"

“Mis primeros cuadros bajo el agua eran una birria”, confiesa Alfonso Cruz. “Para empezar, la técnica es distinta. Yo en tierra pintaba cuadros realistas. Me gustaba mucho Antonio López y me tomaba también mi tiempo. Pero en una inmersión todo debe suceder muy deprisa. No hay boceto. Manejas una espátula, no los pinceles. Cuando mezclas la pintura, resbala. Estás a merced de la corriente, debes aprovechar los movimientos...”. ¿Y el lienzo? “Le aplicas una solución de clorocaucho para impermeabilizarlo, como la pintura de las piscinas, y ya está. El óleo se esparce y se fija”, explica este artista, también poeta, cuya obra, representada en varias galerías, se cotiza. “Un lienzo mío de grandes dimensiones cuesta unos 12.000 euros”. Tiene obra en museos y colecciones privadas de Estados Unidos, México, Maldivas, Cuba, Canadá, Egipto y diversos países europeos.También expuso un gran mural submarino en la Expo de Zaragoza.

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Cómo llegó a esto también merece un esbozo. “Siempre me gustó el mar. Hice la mili en la Armada y pedí integrarme en el Centro de Buceo de Cartagena. Me pasé el servicio militar sacando cuerpos ahogados del fondo del mar. Fue muy duro. Después, entré a trabajar como buzo en los astilleros Vulcano del puerto de Barcelona. Fueron tres años reparando y limpiando cascos de barcos. Y allí sucedió algo curioso. Con la gran cantidad de detritus del fondo se formaba una especie de niebla fantasmagórica, y a mí me gustaba permanecer allí abajo, inmóvil, mirando hacia arriba cómo se filtraban los rayos de luz. Era una experiencia casi mística”. 

Como en los cuadros de las anunciaciones de Fra Angélico con su pan de oro, Alfonso Cruz supo que en adelante seguiría pintando cuadros, pero respirando aire comprimido y sumergiéndose en fondos más inmaculados y lejanos. “Aunque no tenía ni idea de por dónde empezar. Entonces no había internet”, recuerda. 

FONDOS ARENOSOS Y AGUA

Tras muchos mares recorridos, la obra de Cruz se resume en cinco motivos: barcos hundidos, cuevas, poseidonia, arrecifes de coral “y, últimamente, solo fondos arenosos y agua”. Bromea con que se está volviendo minimalista.  

Cruz conoce bien los bajos de la Costa Brava. “El Mediterráneo no es un mar limpio. No tienes mucha visibilidad, y esa penumbra le va muy bien a los lienzos. Estás delante de un barco hundido y pierdes por momentos la proa o la popa. En cambio, en otras latitudes, como en las islas Maldivas, el fondo es claro y tienes todos los referentes porque, si algo sobra, es luz”. No hay una reivindicación a primera vista, pero la reflexión se respira sola. “Cuando yo era un niño, veía montones de peces y de pulpos cuando buceaba con gafas y tubo en la playa de Blanes; hoy no están. Yo, desde luego, no contamino ni dejo nada detrás de mí”, explica este abuelo de dos nietos pequeños a quienes les encantaría ver enfundados en neopreno.

LOS BARCOS DE LA GUERRA DE CUBA

Cuba está presente en su cuaderno de viajes –una imagen del Che preside su despacho–.  En el 2008, el Gobierno de la isla y la productora de televisión Mundo Latino le invitaron a participar en una serie televisiva documental sobre la guerra hispano-cubana-norteamericana, pintando los últimos barcos hundidos cerca de la bahía de Santiago de Cuba durante la contienda de 1898. Ha hecho muchas inmersiones en la isla, pero una le motiva en especial. 

“Se trata de la nave 'Cristóbal Colón'. Tiene el casco de acero y es de las que se conserva mejor. La proa está encarada al mar abierto, a unos 30 metros de profundidad. Pero enseguida se empieza a descender hasta una caída de 4.000 metros. La sensación de estar ahí, donde el azul se hace más intenso, al borde del precipicio, a solas con la historia, es sublime. Y eso es lo que intento reflejar. Se trata de pintar lo que sientes, más que lo que ves”.  

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