Morgan Freeman: "Soy adicto a los solitarios del ordenador"

El veterano actor estrena la cinta de ciencia ficción 'Lucy' junto a Scarlett Johansson y dirigida por Luc Besson

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IRENE CRESPO

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En la primera entrevista del día, Morgan Freeman (Memphis, 1937) se pasa el primer minuto preguntando sobre el origen de la periodista. Conociéndola. Mira más fijamente que cualquier otro actor, como intentando descubrir qué está pensando y adelantarse a lo que va a preguntar. Justo lo que hace la protagonista de su nueva película, interpretada por Scarlett Johansson, y que da título al filme de acción y ciencia-ficción del director francés Luc Besson: 'Lucy'. En los últimos años, muy lejos de ver la hora de retirarse, Morgan Freeman continúa trabajando a un ritmo de cuatro películas al año. Y con una inclinación por historias de ciencia ficción ('Oblivion', 'Transcendence', ahora 'Lucy'...) que asegura nada tiene que ver con su conocida afición a la ciencia y su interés por el futuro. Él solo es actor. Y los actores trabajan así.

¿Le interesa especialmente la ciencia ficción?

Me interesa cualquier tipo de película. No persigo que sea de ninguna clase en especial. Mi única preferencia es que sea una buena historia y que yo vaya a tener un personaje interesante y particular. Eso es todo.

¿Qué le atrajo entonces de ‘Lucy’?

¿Ha visto el trabajo de Luc Besson? Es bastante impresionante, ¿no cree? Tiene unas ideas increíbles, es un contador de historias soberbio, uno de los mejores directores de hoy. Así que si te llama y dice: “Quiero que estés en mi próxima película”, ¿qué dices? “Sí, quiero, pero bueno… No tengo tiempo, no me interesa lo que haces”. No [risas]. Dices que sí, claro.

Besson asegura que le escogió precisamente por su afición por la ciencia, y que luego descubrió que era un experto en la teoría de la que habla la película. ¿La ciencia es como su religión?

No, en absoluto. Sé que la gente piensa eso por la serie 'Secretos del universo' [emitida en España por Discovery Max] y suena como si supiera de lo que estoy hablando. No lo sé, ¡soy un actor! [risas]. Es todo lo que soy. No me interesa o fascina la ciencia más de lo que le pueda interesar a cualquier persona. ¿Que si sabía que solo usábamos el 10% de la capacidad cerebral, como se dice en 'Lucy'? Sí. Pero también había oído que usábamos más… ¿Me interesa? Sí, pero no como para ponerme a estudiarlo por mi cuenta. Aunque quizá, de haber estudiado algo, hubiera sido físico teórico. Porque lo que hacen ellos es decir: “Mmm [risas], me pregunto si esto es así o si… a lo mejor es posible que haya otro universo, un universo paralelo en el que también existimos”. Piénselo. ¿No es fascinante la teoría física? [Risas].

No estudia Física, de acuerdo, ¿pero qué hace para mantener el cerebro activo?

 Practico sexo [risas]. Estoy bromeando. Soy adicto a los juegos solitarios de ordenador. Me levanto por las mañanas, hago café y me siento delante del ordenador y empiezo a jugar. Y si no tengo que jugar al golf o nadie que me moleste, me puedo quedar ahí todo el día. También hago crucigramas, desde que tenía ocho o nueve años.

Si pudiera elegir, ¿qué porcentaje de cerebro usaría?

Definitivamente no el 100%, como Lucy. En ese caso estás muerto. Yo diría que basta un 40%. Si recuerdas correctamente, ya puedes controlar a otra gente.

¿Le gustaría controlar a otra gente?

Imagine si pudiera decir a una mujer: “Desnúdate”.

¿Ese sería el poder que le gustaría tener?

No quiero ningún poder. Tengo más poder ahora del que querría tener jamás.

¿Qué clase de poder?

Un periodista acaba de decirme que una película mía cambió su vida hace 20 años. Viendo Cadena perpetua conoció a su mujer. Cosas así. Ese es mi poder.

Precisamente, Luc Besson dice que la otra razón por la que le escogió es porque la gente confía en usted, que todo lo que dice es creíble.

Ese es un gran poder. En alguna ocasión me han dicho que mi voz es probablemente la más fiable del planeta. Yo, en realidad, todo lo que hago es intentar no sonar estúpido [risas].

¿Cree que toda esa confianza que la gente tiene en usted le ha llegado gracias a ‘Paseando a Miss Daisy’?

Creo que tiene su origen en muchas cosas… 'Paseando a Miss Daisy' probablemente fuera el catalizador, pero no sé de dónde viene esta confianza en mí. He interpretado al presidente y eso también ayuda a crear esta especie de mito.

¿Alguna vez lamenta no poder interpretar más veces al malo?

Sí, claro. Me gustaría. Interpreté a un villano en 'Sin perdón', con Clint [Eastwood]. También en 'Hard rain'. E hice de proxeneta en 'El reportero de la calle 42'

[su primera nominación al Oscar], uno de mis papeles favoritos.

Y, a pesar de ser malo, en ‘Hard rain’ tuvieron que cambiar el final porque el público no quería que muriera, ¿no?

Sí, he tenido que hacerlo en dos películas, en 'Hard rain' y en 'Deep impact'. No es que muriera al final de 'Deep impact', pero tuvimos que rodar más escenas porque no había pruebas de que hubiera sobrevivido al impacto del meteorito [risas]. Me halaga que la gente no quiera que muera.

¿Y al revés? ¿Es una persona que confía en los otros? Como actor, ¿confía en sus directores?

No, yo quiero que el director tenga confianza en mí. No me gustan los directores que quieren dirigirme. No creo que ese sea el trabajo de un director. Un director te contrata por las capacidades que crees que tienes para ser el personaje. El problema es que los directores y guionistas jóvenes creen que es así: te contrato y te digo cómo interpretas al personaje. Y no. Una vez que dirigen dos o tres películas ya se dan cuenta de que tienen que dejarnos hacer nuestro trabajo. Yo no te digo cómo debes rodar una escena, no sé cómo hacerlo, ese no es mi trabajo.

Pero sí dirigió una película [‘Bopha!’, en 1993], algo sabe.

Y aquello fue muy divertido. Acababa de trabajar con Clint [Eastwood] en 'Sin perdón' y lo siguiente que hice fue rodar mi propia película. Así que llegué al set con todo lo que aprendí viendo a Clint. Él nunca dice “acción” ni “corten”. Empieza y acaba, pero no lo verbaliza así. Dice: “Cuando estéis preparados”. Y al acabar dice: “Creo que con eso bastará”. Es así [sonríe]. Recuerdo que en 'Million dollar baby' [el único Oscar que ha ganado en sus cinco nominaciones], teníamos esa química. No sé por qué no consiguió también el Oscar al mejor actor.

Hace 50 años que empezó…

¿Cincuenta? Bueno, casi… Mi primer papel fue en el teatro en 1967, conseguí mi primer trabajo profesional en el teatro en Nueva York, en septiembre u octubre. Entonces son… [empieza a contar] 47 años.

¿Qué quería hacer entonces? ¿Cuál era su objetivo o su sueño?

Entonces no sabía que iba a tener una carrera. Ni lo pensaba. Empecé y vi que seguía trabajando y pensé: “Vale, estoy dentro, no tengo que preocuparme”. Pero a finales de 1981 me encontré con que mi última película la había rodado un año antes ['Brubaker', junto a Robert Redford] y desde entonces no había hecho nada. Pensé: “Tienes casi 50 años, esto es el fin”. En septiembre del 82 seguía sin nada, y me planteé seriamente conseguir una licencia de taxista en Nueva York. No lo hice porque me avergonzaba pensar que alguien me reconociera. Por suerte, poco después conseguí un trabajo en una serie, y luego en un telefilme, y luego en otro, y volví a ser un actor real.

Poniéndonos un poco filosóficos, ¿qué ha aprendido de los seres humanos en su vida?

Pues que no somos muy brillantes dada la capacidad cerebral que se supone que tenemos. En el tiempo que el género humano lleva en la Tierra, que no llega a tres millones de años, lo único que hemos aprendido es cómo matar eficientemente. ¿No es eso doloroso?

¿Se considera alguien pesimista u optimista?

Soy un planetista. Creo en la vida eterna de este planeta. No en la de la vida humana, sino en la vida de este planeta. Soy optimista sobre eso. Los humanos [se encoge de hombros], si tenemos suerte, no nos destruiremos a nosotros mismos. Si no tenemos suerte, lo haremos.

¿Personalmente cree que ha avanzado algo respecto a generaciones anteriores?

En una palabra: sí. Creo que heredé algo de mi madre, a la que le gustaba la música, le encantaba bailar, tocaba el piano. Todos nosotros, éramos cinco hermanos, desarrollamos alguna inclinación artística. Músico, actor, artista. Y creo que todo viene de la educación y de la herencia de generaciones y generaciones. Hay cosas que no te tienen que enseñar, las llevas en la sangre, simplemente te tienen que animar a que las desarrolles, como hicieron conmigo. ¿Sabía que hay pájaros que necesitan que les enseñen cosas? Las águilas, los halcones… No sobrevivirían si no les enseñaran a cazar. Sus nidos están en mesetas porque no pueden saltar de ellos como otras aves. Siempre les digo a mis hijos o a los hijos de quien sea que estén escuchando: “Si quieres volar, tienes que saltar del nido”.

¿Y cuándo saltó usted del nido?

Cuando me gradué en el instituto salté dentro de un autobús.

Y se fue a Nueva York.

No, me fui a San Antonio, Tejas. ¡Me uní a las Fuerzas Aéreas! [risas].

Y de allí a Nueva York… ¿Es posible quedarse con un rodaje, una película, un recuerdo de su carrera?

Bueno, yo siempre pienso que donde mejor lo he pasado ha sido trabajando con Clint. Y con actores, diría que con Ashley Judd… Y acabo de trabajar con Diane Keaton, que es más que extraordinaria.

¿Cree que en estos casi 50 años ha conseguido superar los prejuicios raciales para interpretar un papel?

Cielos, sí. ¡He sido Dios en dos películas! [risas].