Diario de una emigrante en la Alemania de Merkel

La novela 'MadeinBarna' da voz cómica a las experiencias de los españoles en Berlín. Aventuras y penurias, sexo y drogas incluidos, de la generación 'millennial' expatriada

Mireia Sabadell MadeinBarna

Mireia Sabadell MadeinBarna / periodico

CARLES PLANAS BOU

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David Bowie dijo una vez que Berlín era una ciudad para encontrarse a uno mismo o para perderse definitivamente. Aunque llegó absolutamente desorientada, sin alemán y en uno de los inviernos más fríos de los últimos años, la escritora Mireia Sabadell asegura haberse transformado. Hija del botellón y de la generación perdida, como se describe personalmente, ha querido plasmar ese trayecto vital en Berlín en 'MadeinBarna', una novela cómica que da voz a los expatriados que han dejado atrás la España de la crisis para aterrizar en la prometedora Alemania de Merkel.

Mireia llegó a la capital alemana con una mano delante y otra detrás. Era el año 2013. Su historia es como la de muchas otras personas de su generación. Abandonó Barcelona cansada de la pesadumbre y del constante eco de la crisis. “Sentía que Barcelona estaba más enfocada en ser un escaparate para el turista que para mí como ciudadana. Necesitaba aire fresco”, confiesa.

El blog del desahogo

MadeinBarna nació como un blog donde la joven relataba todas sus aventuras y penurias, los problemas para encontrar piso, trabajo o hacer todos los trámites. A todo esto se añadía una accidentada búsqueda del amor. Y decidió autopublicar el libro tras recibir miles de visitas y el apoyo de sus lectores. “Escribir es mi pasión y con la experiencia de Berlín tenía una materia prima ideal a mi alcance”, asegura.

En su ópera prima, Mireia mezcla experiencias autobiográficas con dosis de ficción que le permiten alejarse para describir su situación con una dosis de aguda ironía y sarcasmo. Una de las claves del éxito del blog fue su estilo punzante y desenfadado, sin rodeos. 'MadeinBarna' habla de las alegrías y lamentos de los jóvenes expatriados sin ningún tipo de pudor. Mireia rompe los tabúes y habla abiertamente de todo, tanto si ha podido follar con un hippy alemán de revista como si tiene diarrea aguda a causa del nerviosismo por encontrar un nuevo piso con la capital invadida por la nieve. Aunque asegura no querer entrar en un debate sobre el género, reivindica su punto de vista. “Parece que las mujeres no pueden tocar ciertos temas, así que este personaje me permitía hablar de todo lo que pienso con libertad”, cuenta.

‘MadeInBarna’ es una novela sobre los emigrantes forzados pero, sobre todo, sobre una generación perdida entre sus aspiraciones y una realidad cruel y despiadada. “Ser de los ochenta no es una mierda, pero sí la desilusión que nos ha golpeado al acabar la carrera y tener un país hundido”, relata. Sus coqueteos con el sexo y las drogas dejan entrever una cara muy humana y común de los dilemas y pasiones de esta generación atrapada entre el hedonismo desatado y la desesperación de tener dos carreras y un máster y seguir siendo explotado como becario. “Cada día me planteo las preguntas que me hice cuando tenía 18 años”, añade. En 246 páginas, Mireia reflexiona sobre la juventud, con teorías alocadas sobre la rigurosidad de los alemanes, consejos que pueden servir de advertencia a los novatos de la ciudad y referencias a la cultura pop que lanzan un guiño a la llamada generación 'millennial' [jóvenes nacidos entre principios de los 80 y los 2000].

"Una ciudad de inmigración"

Berlín ha transformado a Mireia. Siempre se lamenta del frío de la capital germánica y en cada capítulo recuerda melancólicamente el estilo de Barcelona, su cálida temperatura mediterránea, su humedad salada y el ruido de las calles cerveza en mano. Lo peor, asegura, no son las temperaturas sino sus problemas para lidiar con la burocracia, que relata en diversos capítulos de forma desternillante.

Mireia reflexiona sobre su vida en Berlín mientras paseamos por Tempelhof, un inmenso aeropuerto en medio de la ciudad reconvertido en un parque que da aires de calma al estrés de la capital.

La autora asegura haber encontrado la libertad en Berlín y haberse enamorado del espíritu comunitario de la ciudad y de su personalidad. “Es una ciudad de inmigración y eso hace que, aunque no seas de aquí, te la sientas como una parte tuya”, explica. La autora asegura que el individualismo de la ciudad le llevó a crearse su pequeño universo, a descubrir nuevas personas y lugares que ampliaron su mente. “Hay una simbiosis muy especial entre lo humano, como los edificios, y lo natural, como los parques y espacios verdes”, apunta.

Comunicón con otras culturas

“Aquí me sentí por primera vez como un inmigrante”, explica Mireia. En 'MadeinBarna' las referencias a los problemas de adaptación son una constante. El idioma, el desconocimiento de la ciudad, las culturas y un clima que puede ser una tortura si no se viene preparado. “Es duro no porque me tratasen mal sino porque me he dado cuenta de lo difícil que es serlo y de lo mal que nos hemos podido comportar a veces con las personas que llegan a Barcelona”, confiesa. Reírse de los paquistanís que venden rosas por Gràcia o de la poca expresividad de los asiáticos en sus restaurantes no es tan divertido cuando se está en su lugar.

La vida en Berlín le ha supuesto una experiencia de comunión con otras culturas, con gente diversa con la que ha compartido momentos. “En el fondo, tan solo somos personas y no importa de dónde venimos porque todos somos del mismo lugar”, reflexiona. Su experiencia en Berlín es como la de los astronautas una vez observan la Tierra desde la distancia. Aun así, el idioma fue en un principio su peor pesadilla. “Me he sentido marginada por no conocer el alemán. El idioma es una barrera brutal, pero eres tú quien tiene que adaptarse a la ciudad y no al revés”, asegura.

Hace un año, Mireia volvió de Berlín pero 'MadeinBarna' siguió adelante y ahora escribe una segunda parte relatando su nueva etapa como inmigrante en Madrid. Volver no ha sido un fracaso, sino el punto y aparte de un camino que le ha marcado para siempre. Sabe que tarde o temprano volverá a marcharse. “A veces hace falta distanciarse de aquello que nos ahoga para poder quererlo de nuevo”, apostilla.