Lolita: "Mi apellido es Flores y eso pesa; bueno, a mí no"

Interpreta en el Teatro Goya el monólogo 'La plaza del Diamante' dirigida por Joan Ollé

Lolita Flores

Lolita Flores / periodico

LUIS MIGUEL MARCO

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Está Lolita instalada una temporadita en Barcelona, en el Teatre Goya, con un ejercicio actoral que marcará sin duda su carrera. Interpreta en castellano 'La plaza del Diamante', en versión de Joan Ollé a partir de la célebre novela de Mercè Rodoreda. Ahí seguirá hasta el próximo 2 de mayo, sentada en un banco desvencijado que tiene historia porque data de la época a la que remite esta historia trágica. Ahí tenemos a una Lolita, mano sobre mano, recordando con la voz contenida las penurias de su personaje, durante más de una hora. Ella sola en la penumbra con una ristra de bombillas de color y sus circunstancias. “Es una mujer perdida en mitad del mundo, pero con un talento natural digno de todo respeto”. Así describió su autora una Colometa cuyo vuelo, de tan local, se hizo universal desde el mismo momento de su publicación, allá por el año 1962.

“He estado de gira y ahora estoy ya más calmada. Lo que te mata de las giras son precisamente los viajes, cuando duermes cada noche en un sitio, te tienes que levantar temprano y comer y cenar en restaurantes”. Eso lo dice alguien que asegura que, antes del mediodía, no es persona.

Así que, de excesos, los justos.

Pues sí. A mí lo que me gusta es cocinar en casa, hacerme mis platos, mis verduras, mi quinoa, mi pollo a la plancha, porque yo no como ternera. Yo me cuido, me cuido.

Lolita ha desplegado sus pinturitas de guerra y, como hace siempre que tiene una entrevista y unas fotos por delante, se ha maquillado ella misma. Profesionalmente hablando, digámoslo ya, está que se sale. De hecho, desde que estrenó esta obra en el Teatro Español de Madrid, todo han sido elogios. Hasta recuerda que el escritor Mario Vargas Llosa, hombre de pocos elogios, le dijo: “Estás tremenda”. Por lo visto, todavía a estas alturas hay que explicar que Lolita, cuando se pone, es capaz de tirar adelante con lo que le echen, desde una comedia sobre la menopausia ('Sofocos') hasta un drama existencial con la guerra civil y la posguerra de fondo.

¿Está de acuerdo en que lo mejor que se puede decir de este montaje es que Lolita no parece Lolita?

Exactamente. Pero fíjese que Lolita sale a contar la historia de la Colometa con la cara lavada, un poquito de sombra en los ojos, de rímel, el pelo recogido y se acabó.

El autor de la adaptación y director, Joan Ollé, ¿le ató las manos a ese banco para que no se moviera ni se tocara el pelo, usted que es de coquetear con su melena?

Eso no hizo ninguna falta porque yo soy muy disciplinada. Y lo mismo que sé mover los brazos y las manos a la hora de cantar y bailar, también sé quedarme quieta sentada en un banco. Fueron cuatro meses de ensayos y el resultado, ahí está, es un gran trabajo de contención. Gesticulo muy poco, es cierto. Son los ojos y mi voz los que cuentan esa historia. Joan Ollé quería esa sobriedad para enfatizar el texto. Quería que no me saliera la gitanería, claro. Porque, claro, yo soy gitana, pero el personaje no.

¿Cómo juzga usted a esta mujer?

Yo la veo una mujer frágil solo en apariencia. Y es una de las discusiones que tuve con Ollé. “Colometa es fuerte”, le decía yo, porque llegar a pensar en matar a sus hijos para no verlos sufrir, que es lo más fuerte que te puede pasar, es de tener mucho coraje. Y te lo digo como madre: eso es de una enorme valentía. Una persona cobarde metería la cabeza bajo el ala.

Sobre la figura de Natàlia, la Colometa, se han escrito tratados. Y, simplificando, hay desde voces que la describen como una pánfila a la propia autora, Rodoreda, que la disculpa porque estaba, como tantas mujeres, perdida en medio de un sinsentido.

“Esta huérfana estaba perdida –sigue Lolita–. Supeditada a un marido, el Quimet, que era quien traía el dinero a casa. Lo que él decía era la Biblia. Hasta que tiene que enfrentarse a la realidad. En el texto no lo dice, pero yo creo que al Quimet no le sentó bien que ella se pusiera a trabajar”.

¿Ha pensado usted en que esa realidad pasa todavía?

Por supuesto. Y en muchos sitios. Niñas a las que educan para casarse porque ese es el único fin para el que están predestinadas. Estamos hablando de historia pasada, pero piense en lo que pasa hoy en países en conflicto, en Sierra Leona, en Siria o en Angola. Y, desgraciadamente, no tan lejos. Y sin estar en guerra.

A usted este texto le debe de trasladar al barrio de Gràcia y al recuerdo de su padre, ¿no?

Totalmente. Mi padre me contaba que cuando bombardearon Barcelona desde el mar casi se le paró el corazón del susto. Y, aunque lo que le paró finalmente el corazón fue la ausencia de mi hermano Antonio, aquel horror no lo olvidó nunca. Fíjese que yo creo que esta obra es un regalo que me hace mi padre.

¿Quién le ofreció el papel?

A mí me pide que haga de Colometa Natalio Grueso, que era el antiguo director del Teatro Español. Me lo pienso, porque, francamente, me costaba verme. Hablo con Joan Ollé por teléfono y me lo sigo pensando. Hasta que un día recibo una llamada de Joan Manuel Serrat y me dice que no me lo piense tanto y que lo haga, porque va a ir muy bien. Y, claro, le hago caso, porque yo a Serrat le admiro y le tengo un cariño enorme desde siempre. Fíjese cómo será que yo creo que después de cantar con él 'Mediterráneo' ya me puedo morir tranquila.

En la vida profesional de Lolita como en la de todos los artistas, hay momentos y momentazos. Y no vamos a perder el tiempo aquí recordando a aquella cría que cantaba 'Amor, amor' cuando no le tocaba. Pero sí vamos a recordar que ha tenido dos grandes regalos. Uno fue cinematográfico, le vino de la mano de Miguel Albadalejo y se tituló 'Rencor'. El otro se llama 'La plaza del Diamante'.

“Eso es cierto. Yo he hecho muchas cosas en mi vida, unas afortunadas y otras no tanto. En 40 años de profesión he tenido momentos muy altos y momentos bajos, por qué no decirlo también, momentos en los que mi música, por ejemplo, parecía que no interesaba a casi nadie. Y en el cine es verdad que hay algunas joyitas que están ahí, guardadas en mi corazón, como 'Fuerte Apache', que rodé en Barcelona con Juan Diego. Pero, sobre todo, 'Rencor', que fue, como dice, un regalazo. Miguel me ofreció ese papel y yo me tiré a la piscina, y no me habría importado que no hubiera agua”.

Pero, aunque ganó el Goya a actriz revelación en el 2002 con esa película, tampoco es que se la rifaran después los directores. ¿Recelos?

Exacto. Hice 'La princesa del polígono', 'Fuerte Apache' y nada más de cine. Y algunas series de televisión. Bueno. Me apellido Flores y ese apellido pesa mucho; bueno, a mí no, pero a otra gente sí. Sin ir más lejos, después he sabido que varias personas le dijeron a Ollé que cómo se le había ocurrido contar conmigo para esto. Hay ciertos prejuicios y no todos se arriesgan a apostar por mí. Pero creo que eso va a cambiar. Mire por dónde tengo esa sensación.

¿Se va a reinventar nuevamente, como dicen que hará ahora que se ha separado las revistas del corazón?

 Yo respecto a eso no voy a decir nada. Bueno, que estoy bien. Y que Pablo y yo estamos separados y hemos quedado como amigos, que es como deben acabar las cosas cuando se acaban.

Pongan aquí un silencio largo. Y aprovechemos nosotros el inciso para recordar que Pablo es Pablo Durán y confirmar, como hizo Lolita en la revista '¡Hola!', su separación de mutuo acuerdo. Y esa coletilla de que “han comenzado a rehacer sus vidas”. El actor cubano y la hija de la faraona han puesto fin a cuatro años de matrimonio y nueve años de vida en común, que comenzaron cuando se conocieron en la obra de teatro 'Ana en el trópico'. Para echar más carnaza, el exprimer marido y padre de sus dos hijos, Guillermo Furiase, sufrió en enero un infarto cerebral del que, “afortunadamente, está recuperándose”.

“Y por cierto –prosigue Lolita–, a mí esa palabra de ‘reinventarse’ no me gusta nada, porque yo ya estoy inventada hace 57 años, que son los que voy a cumplir el próximo 7 de mayo. A mí no me sirve de nada reinventarme a estas alturas. Lo que sí he notado es que la gente ya se ha dado cuenta de que Lolita Flores no es solo la que cantaba 'Sarandonga', o la de 'Amor amor'. De que Lolita tiene, no sé si decir el talento, la suerte, la ventaja o el poder de meterse en otros personajes diferentes, como ahora esta Colometa.

Lolita sabe que una versión leída de este mismo texto la hicieron Ana Belén y Jessica Lange. Fue en el 2008, el año del centenario de Mercè Rodoreda, cuando Borja Sitjà y el Institut Ramon Llull le encargaron a Ollé una versión de la obra en castellano y en inglés.

¿Ha querido revisar esos trabajos?

No. Y sé que ha habido otras versiones teatrales, dirigidas también por Ollé, aunque me imagino que serían también distintas de esta. Es que yo tampoco quise ver la serie de televisión con Sílvia Munt y Lluís Homar, para que no se me quedara nada. Yo quería hacer mi Colometa. Y por eso tampoco me he leído la obra entera. He leído solo los fragmentos que están en el monólogo. Cuando termine de interpretarla sí tengo la intención de leérmela entera, entonces sí. Pero antes no quiero captar cosas que no están en el monólogo, porque no quiero soltarlas.

Antes de posarse en Barcelona, su Colometa ya ha volado por Catalunya. ¿Alguna anécdota?

Pues sí. En Salt, en Girona, donde estuvimos tres días, una señora muy catalana se me acercó una noche después de la función. “Quiero decirte algo”. “Usted dirá”. “Pues que hasta que no has terminado, no me he fijado si estabas hablando en castellano o en catalán”. Bueno. Pues yo creo que eso es lo mejor que me han podido decir. Mire, yo tenía mucho respecto a esta obra. Y lo sigo teniendo. Sé que 'La plaza del Diamante' forma parte de la literatura universal, pero también que es una obra muy catalana, que ha sido lectura obligada en los colegios y en los institutos. Así que es una responsabilidad salir ahí en cada función.

¿Sufre con este relato?

Para nada. Yo llego al camerino y me meto en el personaje en cuanto me visto y me veo en el espejo. Luego durante la función me sube la adrenalina y salgo contenta, aunque cuando la gente me aplaude al final yo me hinche a llorar. Pero ahí se queda todo. En el teatro.

Lolita, ¿se ha dado cuenta de que hemos hablado no sé, 20 minutos, y su madre no ha salido a escena?

Bueno, es que mi madre está aunque no hablemos de ella. Mi padre, mi madre y mis hermanos están ahí siempre. Van siempre conmigo.