Esta es mi playa

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PAU ARENÓS

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Las playas son los últimos lugares que nos pertenecen. Desposeídos de todo, expulsados del paraíso, mirones tras los setos, la arena es el único reino que nos queda. Podríamos pensar que hay otros sitios públicos –plazas, jardines– en los que ser libres, aunque no de la misma manera que ante el mar. La semidesnudez, la ausencia de autoridad, los espacios grandes, el horizonte. ¿Y los bosques? Son propiedad de unos pocos. El mar aún es nuestro.

Aunque no del todo. Las autoridades francesas acataron las instrucciones del rey Salman bin Abdulaziz, monarca absoluto de Arabia Saudí, para cerrar la playa pública de La Mirantle, cercana a Cannes. El alquitrán de los petrodólares también contamina el Mediterráneo.

Miles de familias se instalan a diario en las costas en una colonización efímera. Verlos llegar o irse cargados con la sección de Terraza, Jardín y Cámping de unos grandes almacenes es contemplar a las tropas de Napoleón en la campaña de Egipto.

Al sol de agosto, los ejércitos convencionales se rinden, pero estos soldados de la sombrilla resisten con pertrechos mínimos. Neveritas prodigiosas de las que sacan proyectiles cuyo explosivo es el agua: sandías y melones. En esas mismas cajas de plástico cargan provisiones suficientes para sobrevivir al holocausto zombi, aunque solo vayan a estar allí una jornada: tortilla de patatas Torres Petronas (por el tamaño), carne empanada, croquetas y variedad de bocadillos que convierten los 'foodtrucks' en camiones de juguete. Si abrieran los refrescos de lata todos a la vez, se oiría el estruendo en Madagascar.

Buena gente, trabajadores honrados, personas que solo un mes al año son dueñas de su destino. En sustitución de las comodidades del hotel de cinco estrellas y de los yates de gran eslora, las mesas plegables para las partidas de cartas y los botes de goma para una navegación de cabotaje.

Aparecen pocas cañas en las imágenes. Los pescadores son solitarios y buscan el silencio. Este es un homenaje a las familias. Los acompaña la algarabía. Imposible capturar una dorada a su lado.