La dificultad de ser Dani Rovira

Dominical Dani Rovira

Dominical Dani Rovira / periodico

JUAN MANUEL FREIRE

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Hubo un tiempo en que Daniel Rovira de Rivas era eso, Daniel Rovira de Rivas, Dani para los amigos. Su vida era más o menos tranquila: había quien le reconocía pero tampoco se acercaba a molestar, y podía ir con la calma al súper, y podía ir a cenar tranquilamente con quien quisiera. Esos días han acabado, por obra y gracia de 'Ocho apellidos vascos', y quizá nunca volverán, porque ahora se estrena la segunda parte de ese taquillazo. Las entradas están a la venta desde hace semanas.

"Tras 12 años con los monólogos, salía a la calle y la gente me señalaba y decía: 'Mira, el de 'Ocho apellidos vascos’. Además, era un continuo. No sabía qué estaba pasando. Parecía que la peli llegaba a la gente. A la cuarta o quinta semana del estreno, esto ya era un despiporre", nos explica Rovira en un descanso entre sus múltiples ocupaciones. Por supuesto, prepara otras películas, como luego nos dirá, pero también presenta estos días un libro de relatos ('Agujetas en las alas') y ya está precalentando para la gala de los Goya, que volverá a presentar (el 6 de febrero) tras hacerlo el año pasado, cuando no solo presentó, sino que también ganó un premio como mejor actor revelación. Noche redonda.

"Además del trabajo –añade Rovira– está la vida de cada uno, las cosas de la casa y demás". Hace poco, el escritor Jonathan Franzen aseguró que no le gustaba contratar a gente para hacer trabajo que puede hacer él, pero admitía tener una limpiadora. Rovira también admite tener ayuda. No lo oculta en absoluto: "Cuando llegué a Madrid –desde Málaga, donde pasó toda su infancia y juventud, tras un tiempo en Granada, donde estudió Educación Física–, todo era muy caótico y lo último que me apetecía al volver a casa era ponerme a hacer las cosas del hogar. Tengo una persona desde hace años que me ayuda con esto. Es un favor que nos hacemos el uno al otro. Eso sí, todavía hago la compra".

"Yo he negado fotos. Mi felicidad va primero: estar tomando algo tranquilamente y que todo sea foto, foto, foto..."   

Parece sencillo –todo el mundo lo hace–, pero, en su caso, hacer la compra requiere una estrategia digna de la más retorcida partida de 'Risk'. Valoración de los mejores horarios, elección de vestuario, ruta más rápida para recorrer todos los pasillos necesarios, etcétera. "Si tengo que ir al súper, voy al mediodía porque hay menos gente. Yo antes podía ir con mi carrito tan tranquilo, pero ahora la gente, cuando me ve, me hace fotos. Últimamente, trato de ir al día. Me refiero al día de día, no al supermercado Día [risas por ambos lados de la línea]. Si necesito algo, bajo rápido y lo compro. Y, a la que tenga un hueco, miraré cómo se hace eso de la compra por internet".

EL LADO OSCURO DE SER FAMOSO

Solo entiende lo que es la fama el que la tiene. O la sufre. Parece algo gozoso desde la distancia, pero existe "the dark side of the moon" ("el lado oscuro de la luna", título de un disco clásico de Pink Floyd), como dice Rovira entre risas. Si quieres salir a cenar con tu pareja, trata de ir a un restaurante que acabe de abrir sus puertas y no conozca nadie en absoluto: "Hay un punto en que si quieres tranquilidad –explica– o no sales, o sales pero vuelves como El Lute, a lo fugitivo".

En el rodaje de 'Ocho apellidos vascos' conoció a Clara Lago, de la que se volvió inseparable. Hace unos meses, en estas mismas páginas, la actriz nos contaba indignada cómo mucha gente pedía hacerse una foto con los artistas pero pasaba de conversar. Rovira coincide en esa indignación: "Yo he negado fotos. Mi felicidad va primero: estar tranquilamente tomando algo, y que todo sea foto, foto, foto… Todo para subirla a siete grupos de WhatsApp y a las redes. Pero, no, a hablar no se sientan". Rovira recuerda cómo él se cruzó en un mercado con Joaquín Sabina y en lugar de pedirle una foto, eso nunca, solo quiso darle las gracias por todo. "Yo noté que para él fue algo agradable".

Para poner en orden sus pensamientos, relajarse y tratar de relativizar "the dark side of the moon", el malagueño se dedica a correr y a sus perros. "Cada día, entre entrenar y atender a mis compañeros de piso, que son mis dos perros, ya se me van dos o tres horas. En realidad, no tengo casi tiempo libre, así que debo organizarme bien, no perder mucho el tiempo… Delante del ordenador se te pueden ir dos horas a lo tonto. Es cuestión de organización. También de dormir algo menos. Pero el caso es tener una vida plena".

NERVIOS ANTE EL ESTRENO

Dani Rovira podría estar más o menos tranquilo si la película que estrenara este viernes fuera, pongamos por caso, una pequeña comedia agridulce sobre las tribulaciones cotidianas. Pero no: lo que llega se llama 'Ocho apellidos catalanes' y, aunque no tendrá superhéroes ni, creo, explosiones, debe de ser lo más parecido a un 'blockbuster' del cine español en el 2015. Hay motivos para estar nervioso: saber si el público responderá igual, saber también cómo se encajarán en Catalunya los chistes sobre sus clichés culturales y sociales, saber si batirá el récord batido por la primera (récord de recaudación de una película hablada en castellano en nuestro país: 56 millones de euros el año pasado)… Son unas cuantas presiones.

"El guion es sencillo, pero la comedia en sí es maravillosa. Yo creo que va a ser más divertida que la primera"

"Habrá gente que dirá que la hemos cagado, por supuesto", dice Rovira. "Para una señora de Burgos será lo peor. Y para un señor de Córdoba, lo mejor que ha visto en los últimos diez años. Puede haber de todo. El rodaje, desde luego, no lo vivimos con la misma tranquilidad. Y tenemos todos muchas ganas de que se estrene de una vez".

En la secuela, el personaje de Rovira, Rafa, viaja a Catalunya para reconquistar a su ex, Amaia (Clara Lago), prometida con un pintor 'hipster' catalán encarnado por Berto Romero, cada vez más presente en la comedia de cine. Las otras incorporaciones del reparto son Rosa Maria Sardà, como la abuela de Romero, y Belén Cuesta, como la organizadora de la temible boda. "El guion es sencillo, pero la comedia en sí es maravillosa. Yo creo que va a ser más divertida que la primera".

O, como precisa más tarde, "más comedia y más romántica". Rovira, quien en realidad solo ha estrenado dos películas, 'Ocho apellidos vascos' y 'Ahora o nunca' –también puso la voz al villano de la animada 'Atrapa la bandera'–, no cree estar encasillado en la comedia romántica. "Es un género en el que me siento cómodo, porque puedo defender los dos estilos, lo cómico y lo romántico, pero todavía he recorrido poco camino. Y la primera parte de los apellidos era una comedia romántica peculiar, porque también se jugaba con los tópicos de las comunidades".

PROYECTOS DE FUTURO

La siguiente será también comedia, aunque más amarga. Se llama 'El futuro no es lo que era' y en ella Rovira interpreta a un antiguo aspirante a actor ahora empleado como adivino en una cadena local de televisión. Por si este giro de los acontecimientos fuera poco, es incapaz de llevarse bien con su exmujer, sus hijos y su propia madre, la actriz Carmen Segarra (Carmen Maura). "No sabemos si venderla como una comedia con un poco de drama o un drama con algo de comedia. Y en la parte dramática me he sentido muy a gusto. Me encanta experimentar. Si viene una de terror o un biopic, también se hará".

Joan Pons: "Es el vecino simpático, el sobrino bromista o el amigo con el que siempre apetece ir de cañas"  

A comienzos de la década pasada, Robin Williams llamó la atención cuando aparcó su imagen de buen tipo para convertirse en un amenazador empleado de laboratorio fotográfico en 'Retratos de una obsesión'. No sé si Rovira se plantea realmente algo así. Pasar de ser el yerno perfecto a un psicópata sin una pizca de cómico ni romántico. "En realidad esa película que dice suelo ponerla como ejemplo de cómo un actor humorístico puede hacer de psicópata. Sería un giro, creo. ¡El que tiene más cara de bueno es ahora el más 'hijoputa'! En febrero, igual doy un giro, porque seguramente haré una película ['100 metros'] sobre un hombre con esclerosis múltiple que se propuso acabar una prueba Ironman". Hombre real: Ramón Arroyo, protagonista de una emotiva historia en el excelente programa 'Informe Robinson'. Busquen el vídeo en YouTube si quieren sentirse inspirados.

¿QUÉ TENDRÁ DANI ROVIRA?

Los caminos se abren para un actor que, en principio, ni siquiera se planteaba serlo: "Me parecía algo inaccesible, como si para acceder hubiera que tomar caminos que yo no conocía". Joan Pons, crítico de cine y tele en Fotogramas y Rockdelux, tiene una explicación para el éxito de Rovira: "Es ese actor, o ese cómico, que no siempre son lo mismo, en el que es muy fácil proyectarse por su aparente normalidad. O mejor: es fácil proyectar en él no ya a uno mismo, sino a los que rodean a uno mismo. Es el vecino simpático, el sobrino bromista o el amigo con el que siempre apetece ir de cañas porque te mueres de risa con él".

El deje andaluz también puede haber contribuido, por qué no, a su popularidad masiva. "En España –dice Pons– es imposible obviar que el gracejo andaluz siempre ha hecho reír al resto del país. Y Dani lo explota tan bien como Los Morancos o el Cabeza y el Culebra –Alfonso Sánchez y Alberto López, que también salían en Ocho apellidos vascos–. Sabe que de alguien que habla con ese acento ya se espera un chascarrillo, un chiste o una ocurrencia al final de cada frase".

Si hubiera que compararlo con algún cómico de fuera, ¿quién podría ser? "Tal como estamos aquí con la comedia, igual sería comparable a Adam Sandler en el cine estadounidense", dice Quim Casas, crítico de cine de 'El Periódico'. Para Pons, Rovira es, como muchos de los protagonistas de las películas de Judd Apatow, de 'Virgen a los 40' a 'Lío embarazoso', un actor "con mucha vis cómica que encaja con mucha gracia todas las calamidades que le ocurren".

"Ahora tengo más ganas de éxito artístico que de taquilla"

La noticia del viraje dramático de Rovira intrigará a algunos, como Casas. "Me parece interesante que haga como todos los cómicos que, en un momento determinado, porque se lo creen o porque se lo recomiendan, deciden pasar al otro lado y hacer un personaje dramático completamente distinto de lo que la gente espera de ellos, tipo Jim Carrey con '¡Olvídate de mí!' o Will Forte con 'Nebraska". Pero quizá no resulte tan alentador para quienes piensan en la comedia como un género igual de respetable y difícil que el drama. "Eso es como poner a Messi a jugar de portero –opina Pons, que preferiría verlo en otra clase de papeles, siempre dentro de la comedia–. Me gustaría verle hacer una comedia con poso dramático como las de Alexander Payne o Borja Cobeaga. O comedia loquísima. No solo comedia romántica, que eso sí sería encasillarse. También me gustará verle no de protagonista sino de secundario: un secundario puede ser más rompedor y estar más desatado". 

El actor tiene, claro, su propio plan. La idea principal es hacer algo de lo que sentirse orgulloso, sea en el género que sea: "Ahora tengo más ganas de éxito artístico que de taquilla. El éxito tiene muchas caras. En mi vida personal, me encanta estar con la gente que me hace sentir normal. Uno se cansa mucho de hablar de que yo soy yo". Hace una pequeña pausa. "Y esto es todo lo que le puedo contar".