Dani Rovira: "Todo en la fama es tonto y absurdo"

El protagonista de la exitosa 'Ocho apellidos vascos' presenta este sábado la gala de los Goya, en la que opta al de mejor actor revelación

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BÁRBARA ESCAMILLA

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"Ponte serio", le dice el fotógrafo. Dani Rovira (Málaga, 1980), licenciado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte por la Universidad de Granada, exanimador infantil, monologuista, cuentacuentos, comediante (luego seguimos), frunce los labios, baja la barbilla, embiste en silencio. Todo inútil. Fallan las comisuras y algo más que no es tangible pero que esta ahí, acechando, en su ceja al alza. "Bueno, pues ponte de mala hostia". Nada. Risas en la habitación, desconcierto del fotógrafo, frustración (fingida) del modelo. "O sea, que mi cara de mala hostia es neutra, eso es lo que me quieres decir, ¿no?". El actor lleva la coña tan dentro que se le sale a plomo. Se ríe y hace reír. Ahora juega con los tirantes, los estira, posa chulesco, de perfil, de puntillas, hace como que se abrocha la chaqueta, muy 'gentleman': "Lo malo de esto es que si te descuidas pasas en un segundo del 'look' DiCaprio al 'look' Steve Urkel". Más risas.

En un año ha pasado de 'El club de la comedia' a intervenir en la serie 'B&B. De boca en boca'; protagonizar el fenómeno del cine español 'Ocho apellidos vascos'; rodar anuncios y otra película más ('Ahora o nunca', de Maria Ripoll); preparar la secuela de 'Ocho apellidos…' y recibir una nominación a los Goya.

¿Mareado?

[Risas] Me acabo de marear cuando lo he oído todo así, de golpe. Pero tengo la sensación de haber ido paso a paso y de que cada cosa ha tenido su momento. Me he sentido a gusto con todo y he sido muy consciente de cada trabajo. Supongo que todo se ha ido calmando un poco. O eso, o que yo ya he normalizado la situación. Me he acostumbrado a estar en el ojo del huracán. Pero me ha costado, ¿eh? Hubo momentos, antes del verano, en los que me moría por que quitasen ya la película de la cartelera. Era una mezcla muy fuerte de vértigo y mal rollo. Es ahora cuando empiezo a disfrutar, a recoger frutos. Así que no, mareado, no. Excitado, sí. En plan bien. Emocionado.

Hace apenas un año entrevistamos (y fotografiamos) a Dani Rovira para estas mismas páginas. Fue por el estreno inminente de una comedia que parecía una entre un millón y que ha resultado ser el mayor 'boom' de la historia del cine español: más de 60 millones de euros recaudados, 9 millones de espectadores y 63 días de permanencia en cartel, una secuela anunciada y frases del guion en boca de todos. Aquella entrevista se hizo en un bar cerca de su casa y él vino solo. El encuentro de hoy se celebra en el despacho que nos cede el presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, Enrique González Macho, y que por un momento se convierte en el camarote de los hermanos Marx: al equipo de esta revista se unen dos representantes de Rovira, que llegan antes que él y que revisan, con propuestas, cada prenda traída por los estilistas. Las cosas han cambiado. Al menos en su entorno, más numeroso y pendiente, y en su agenda, más apretada. Pero una vez a solas, su núcleo parece el mismo: absoluta normalidad, cercanía total. "No tengo ningún pudor", dirá al empezar a desvestirse delante de todo el equipo para ponerse el primer traje seleccionado. "Mira a Jaén", le ordena el fotógrafo. "Ahora a Toledo". Rovira obedece: "Mientras no me digas a Cuenca...".

En esa entrevista anterior me dijo que en su vida privada es bastante tímido, incluso inseguro, pero que sobre el escenario no le tose “ni el Tato”. ¿Afronta así la presentación de la gala de los Goya?

¡Claro! [risas]. A ver, siempre desde la humildad y la sencillez, porque este es un público muy diferente y también un espectáculo muy distinto de los que he hecho hasta ahora [además de las giras de Paramount Comedy, Rovira ha pasado por 'shows' como 'No le digas a mamá que trabajo en la tele', 'Abierto hasta las dos', 'Estas no son las noticias', 'Alguien tenía que decirlo', 'Smonka'...]. Pero digamos que un poco de experiencia sobre el escenario tengo y esta era una oferta que no podía rechazar, porque el reto incluye también participar en el guion. Así que el Dani Rovira que va a presentar la gala va a ser el Dani comediante, no el Dani actor. A ver cómo hacemos: mucha de la gente que asiste está muy nerviosa, porque va a recibir un premio… o no.

Incluido usted.

Fíjate tú [risas]. Va a ser una noche en la que voy a tener que controlar muy bien las emociones, para que no se me dispare lo sentimental y sea lo racional lo que me vaya marcando el paso. Pero… ¡tengo muchas ganas! Es que voy a hacer mucho más que presentar, vamos a arriesgar…

Pues venga, arriésguese: ¿quién va a ganar?

Bueno, por un lado están los que quiero que ganen y por otra, los que creo que van a ganar.

¿Eso es arriesgar?

[Risas]. Vale, vale. ¡Karra Elejalde! Me parecería una putada que no se lo llevase, con todo el respeto a los otros nominados. Lo que ha hecho con ese personaje es algo maravilloso.

Aunque no le den a usted el premio, es evidente todo lo que ha ganado. Pero ¿qué ha perdido?

El anonimato, la libertad. Ir por la calle siendo uno más. No dar explicaciones. Uno no sabe lo importante que es eso hasta que lo pierde.

¿Surgen nuevos miedos?

No sé si es miedo, pero sí tengo más precaución y más manías. Por ejemplo, he desarrollado una fobia tremenda al sonido que hacen los móviles al disparar fotos. Tengo ahora como un resorte que me hace ponerme alerta al oírlo. Y también tengo fobia a hacerme fotos con admiradores. No lo soporto. Me he hecho muchas fotos a lo largo de mi vida con gente que me lo pedía. Pero ya no. Estoy aprendiendo a decir que no y a que no me afecte. Porque es una locura, la gente no se lo puede ni imaginar. Y es algo que crece y crece. Mucha gente dice eso de "yo me debo a mi público". Pues, perdona, yo no. Yo me debo a mi público cuando estoy encima del escenario. Fuera de él, no le debo nada a nadie.

¿Le han dicho que ha cambiado?

Pero es que… es normal. Hay que entenderlo. Uno se vuelve mucho más cauteloso.

De pronto, su vida privada está en las portadas.

Claro. Y eso es un coñazo. Sé que suena mal, ¿eh? Pero es verdad. Y no es que tenga miedo de que me saquen fotos haciendo tal o cual cosa, como si es recogiendo una caca de mi perro en el parque, porque no me avergüenzo de nada de lo que hago desde que me levanto hasta que me acuesto. Pero es muy cansino.

¿Qué es lo más tonto de la fama?

Todo en la fama es tonto y absurdo. Y la tontería viene, creo, por las dos partes. Recuerdo que una vez se me ocurrió hacerme una foto con los seguidores de un equipo de fútbol, con la bandera y todo. Y la colgaron en las redes sociales y se montó un pitote importante. Y yo no tengo ninguna necesidad de eso. El éxito mola. Lo que no mola es la fama.

¿Y su madre qué dice de todo esto?

Lo digo porque me contó en esa entrevista anterior que desde que usted empezó como cuentacuentos en la teterías de Granada ella se ponía de espaldas al escenario para ver la reacción del público… Poco a poco lo va normalizando también, pero ellos notan el cambio. Ahora, por ejemplo, cuando voy a verles a Málaga y queremos salir a comer, tenemos que buscar un sitio donde podamos tener un espacio apartado. Y eso a mis padres les sobrepasa un poco. "¡Qué coñazo es ir contigo por la calle, hijo mío!", me dicen. "Con lo bien que estaríamos ahora en una terracita…".

¿A qué cree que se debe el éxito de 'Ocho apellidos vascos'?

Es la gran pregunta. Supongo que a un cúmulo de factores. Primero, a que es la primera vez que se toca el tema de las autonomías, incidiendo en dos, como son el País Vasco y Andalucía, con un nivel muy bestia de tópicos y dedito en la llaga. Luego, que Borja Cobeaga y Diego San Juan firmasen el guion; la elección de los actores; la del director, porque la gente que sabe de cine en España sabe que cuando Emilio Martínez Lázaro golpea con la comedia, golpea muy fuerte; la promoción, que fue brutal, incluido el diseño del cartel, que era muy llamativo; y, claro, el boca-oreja, que ha funcionado muy bien. Todo ha sido un acierto.

En la secuela se introduce un nuevo elemento en el mapa de 'dedito en la llaga': Catalunya.

Sí, sí, aunque aún no sabemos nada concreto, ¡ni siquiera hemos visto el guión! No sabemos si será solo como escenario o habrá un personaje…

Pero ¿tendrá que sacar su don de lenguas? Ya deslumbró a medio país con su, ejem, euskera.

Sí, sí [risas]. ¡Parlaré català!

Ha rodado otra comedia, 'Ahora o nunca'. La primera de la directora catalana Maria Ripoll.

Sí, una comedia romántica muy coral [junto con Rovira están María Valverde y Clara Lago, con la que mantiene una relación sentimental desde el rodaje de 'Ocho apellidos...']. Y, precisamente porque era la primera comedia de la directora, nos ha dejado aportar muchísimo y ha sido muy gratificante. Me ha despertado algo.

¿Ganas?

Sí. No de dirección, que no he estudiado y me parece muy complicado. Pero sí de escritura. Me gusta contar historias. Crear los diálogos. Sí, muchas ganas.

Tiene algo escrito, confiese.

Mmm… sí, pero es algo muy peregrino. Es un relato basado en hechos reales, y no sería una comedia. Me pareció una historia tan auténtica que contacté con el afectado y ya estoy desarrollándola. Hay romance, verdad, emoción... Drama.

¿Y como actor no quiere tocar ese género?

¡Estoy deseándolo! De hecho, en la nueva temporada de la serie B&B, que ya hemos grabado, mi personaje vive una situación complicada y muy dramática. Y explorar eso me ha encantado. Disfruto trabajando con las emociones y es verdad que la risa es quizá en la que más me he centrado, y esto es algo que me va a acompañar durante mucho tiempo; pero también me gusta el lado dramático, me siento cómodo, no me resulta complicado.

Va a empezar a rodar en breve la secuela de 'Ocho apellidos…'. Pero ¿será un año más tranquilo?

Bueno, a finales de año tengo otro proyecto confirmado ya…

…Del que supongo que no puede adelantar nada.

Nooooo.

Otro año sin descanso, entonces.

Eso parece. Además, quiero buscar un hueco para sacar adelante un libro de microcuentos. Empecé a escribirlos hace un par de años y ya tengo unos 130. Quiero hacerlo con una ilustradora malagueña, aún no puedo dar su nombre, a la que conocí cuando ella, de forma espontánea, ilustró algunos de mis cuentos que por entonces publicaba en Twitter. Dibuja de forma increíble, pero además tiene una visión y una imaginación alucinantes. Espero poder hacerlo para las próximas Navidades… ¡A ver si llegamos!

El humor es una herramienta afilada para la crítica y usted, como comediante, puede utilizarla para denunciar o ilustrar posiciones políticas, etcétera. Pero ¿cree que como celebridad está obligado a posicionarse?

Obligado no, pero tampoco debe estar prohibido opinar. Respeto a los que no quieren pronunciarse sobre según qué temas, pero no me gusta que, si decides hacerlo, alguien salga con eso de "tú dedícate a lo tuyo". No, tío, yo digo lo que opino y resulta que por la posición que tengo puedo decírselo a un medio de comunicación.

Opine entonces: ¿qué cree que va a pasar en las próximas elecciones generales?

De momento, espero que un cambio importante.

¿Está usted decidido por una opción en concreto?

Estoy más inclinado a la izquierda, y creo que los que nos situamos ahí nos cuestionamos todo mucho más, somos más críticos. Por eso los votos fluctúan. Y, además, tenemos más opciones y todo está cambiando de forma muy rápida, con nuevas caras en el escenario político: Alberto Garzón en IU, Pablo Iglesias en Podemos, Albert Rivera en Ciudadanos… Yo, personalmente, necesito tiempo para saber qué tiene que ofrecer cada uno. No tengo una opinión formada aún, me cuesta estar al cien por cien en algo. Me da mucho coraje esa gente que se posiciona del tirón y, más que expresar, sentencia.

¿Está ensayando la cara que va a poner si no le dan el premio?

No, no, no [risas]. ¡Jamás he ensayado una cara en el espejo en todos los años que llevo de carrera! Pero advierto una cosa: como espectáculo va a ser mucho más divertido si no me lo dan. Un momento televisivo brutal.