Conozca a Santiago Cañizares como la palma de su mano

Le leemos la mano al exportero rubio platino, que se ha estrenado como escritor con '¡Papá, quiero ser futbolista!', autoayuda para educar a un hijo-potencial-crack

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ANA SÁNCHEZ

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DE ANTEMANO

Casi no nace. “Nací en Madrid por problemas en el parto”. El exfutbolista de Puertollano ya justifica de carrerilla su kilometraje innato. “Placenta previa. Viene la placenta antes que el niño. En aquel momento era un problema gordo”. Por eso ahora es tan impaciente. “Sí [se ríe]. ¡Me adelantó la placenta!, y dije: ‘Una y no más” [carcajada]. 

Santiago Cañizares podría haber sido judoca. Es cinturón negro, hijo de una eminencia del judo. Pero terminó dando patadas a un balón. El exportero del Real Madrid y el Valencia acumula medio millar de camisetas de excontrincantes en su despacho y una medalla de oro de Barcelona-92 en la caja fuerte de un banco. “El portero llamativo del Valencia”, lo llamaban. Mantiene el rubio platino por pura supervivencia: dos veces se dejó de teñir y tuvo dos accidentes. Se retiró en el 2008, tras 16 años en Primera División, y se reconvirtió en comentarista, piloto de rallys, jugador de póker, ahora escritor. Ha publicado '¡Papá, quiero ser futbolista!' (Alienta), consejos paternales para educar a un hijo-potencial-'crack'. Lo cuenta por experiencia: su hijo Lucas, de 12 años, juega en las categorías inferiores del Real Madrid. También de portero. “Me encanta que quiera ser mejor que yo”, asegura el padre.

Su currículo vital: 45 años, dos matrimonios, ¡7 hijos! Todo lo que hace –dice– está “movido por la pasión”. Presume de honesto. “Presumo de no tener la necesidad de engañar a nadie”. ¿Su gran defecto?   “La falta de tacto —confiesa—. Soy políticamente incorrecto en muchos casos”. Es hombre de prontos.  “Sí, pero soy como la gaseosa”. Obsesivo. “Muy obsesivo. Cada cosa que hago me gusta hacerla bien, ser el mejor”. Y controlador. “Cuentan que a los sagitario les molesta lo que no tienen bajo control, y es verdad. ¿Que qué es el éxito?“Para mí es vivir feliz. Decir: ‘¿Qué problema hay?’ Que no sé qué voy a cenar hoy”.

VIDA

Usted sí que ha echado balones fuera.

[Sonríe]. Todos los que podía los echaba fuera.

¿También fuera del campo?

Sí, muchas veces tienes que hacerte el tonto. En cuántas entrevistas tienes que contar lo que te interesa y no la verdad, sobre todo cuando tienes un equipo detrás que es el que te está pagando.

Cuántas preguntas sobre colonia habrá respondido...

Yo creo que mil, pero tampoco tiene misterio. Sucedió lo que se ha contado y punto. [Se le cayó un frasco de colonia en el pie, se rompió un tendón y se perdió un Mundial].

Pero no deja de salir el tema.

La gente cree que cuando veo un bote de colonia salgo corriendo. Aquello data del 2002 y al día siguiente ya me estaba riendo de lo tonto que era.

Hay quien aún lo pone en duda.

Sí, porque sería divertido que hubiera una historia detrás.

¿Alguna herida sin cicatrizar?

Afortunadamente, me han cicatrizado ya todas.

Solía decir que era un tipo duro.

No soy un tipo duro. Compitiendo sí: era duro, difícil, cabrón. En realidad, tenía mucho miedo en la portería. Como cuando arrinconas a un gato, que saca las uñas. Yo saco las uñas hasta la muerte.

Usted morirá siendo rubio platino.

Sí, porque dos veces me cambié el color de pelo y tuve dos accidentes. No lo voy a volver a hacer.

Una parálisis facial.

Un momento de agotamiento después de un rally. Y lo de la colonia. 

Será supersticioso.

Un portero es supersticioso siempre, porque depende de la suerte.

¿Qué manías tiene?

Cuando jugaba tenía muchas: jugaba con una toalla roja; si ganaba, repetía guantes y botas; cruzaba todas las rayas del campo con la pierna derecha...

¿Le queda alguna?

No, porque ahora no compito. Vivo muchísimo más relajado.

¿La frase más dura que ha encajado?

Cuando llegó Capello al Real Madrid y dijo que con 1,81, como yo medía, no se podía ser portero.

¿Lo más duro es que no lo valoren?

Sí, pero no me afectó como para obsesionarme. Muchos entrenadores me han demostrado que sobre porteros andan escasitos de conocimientos.

Usted es manchego. ¿Se la suelen dar con queso?

[Se ríe]. Sí, me han engañado en muchas ocasiones, porque soy de los que piensan que hay más gente buena que mala.

¿Rencoroso?

Con la gente que quiere hacerme daño, mucho.

¿Controlador?

Me encanta tener todo controlado. Prefiero irme de vacaciones al mismo sitio toda la vida con tal de saber dónde está el supermercado. 

¿Qué es la felicidad?

El bienestar, el amor, la tranquilidad, la conciencia tranquila, la paz.

TRABAJO

¿En el fútbol hay que saber tocar las pelotas?

[Se ríe]. En el fútbol tocan las pelotas muchas veces y lo que tienes que hacer es acostumbrarte.

No lo pasó muy bien al principio.

Con 16 años, cuando me fichó el Real Madrid... Las condiciones en las que los clubs tenían a sus secciones inferiores eran muy distintas de las de ahora. Se vivía en pensiones, hostales... 

Alguna lagrimilla echó.

Sí, claro, la nostalgia de vivir solo, que se compensaba luego con la ilusión y la pasión de ver a tus ídolos entrenando.

¿Hay vida después del fútbol?

Toda. Todo por vivir. Cuando me casé con mi segunda mujer… 

En el 2008.

Me fui de luna de miel con ella a EEUU. Era el primer viaje internacional que hacía en vacaciones en mi vida. Tenía 38 años. 

Fueron a Las Vegas.

Me encanta. 

¿Juega?

Sí, me encanta el póker. Soy imagen de una casa de apuestas. Pierdo, pero me divierto.

¿Es farolero?

No, me pillan enseguida. Soy bastante sincero y, cuando miento, me pillan.

Es comentarista y piloto.

Soy comentarista sobre todo y entre mis 'hobbies' está correr rallys.

Y baila de vez en cuando. [Participó con su mujer en ‘¡A bailar!’]

Eso lo hice por amor. Porque mi mujer quería y lo acepté por amor.

¿Proyectos?

Tengo mucha suerte a nivel laboral. Los proyectos me aparecen sin yo buscarlos.

¿Cuál es la meta de un exguardameta?

La mía pasa por conservar la estabilidad que tengo.

AMOR

Habrá que dar por hecho que ha sido un buen partido.

Eso dicen. Quien se casa con un futbolista se casa con un hombre con mucho dinero, se creen las suegras [se ríe].

¿Pero?

Pero luego decimos: “Ay, pobrecito este, que dejó el fútbol y fíjate ahora cómo está”.

¿Usted se ha echado a perder?

De momento, no [se ríe], pero porque me lo curro. Afortunadamente, he podido dar una vida más saludable a mis padres. Y digo “afortunadamente” porque es bonito cumplir el sueño de tus padres.

Les regaló una casa.

Sí. Les regalé un apartamento en la playa, que era su ilusión.

Así que no dejará de trabajar.

Después de tener siete hijos, no puedo pensar en la jubilación. 

¿Alguno de penalti?

No, todos deseados. 

Usted practicaba sexo tántrico.

Sí, pero eso no tiene nada que ver. Eso tenía que ver con la salud: para sentirme duradero en el fútbol.

Algún hijo le puso en aprietos en Twitter.

Mi hija, con 3 años, le hizo una foto a mi mujer en la ducha. Tenía su Instagram conectado a mi Twitter y acabó en Twitter. Un accidente doméstico que, como el de la colonia, nadie se cree.

¿Cómo se sobrevive a trillizos?

Básicamente, pudiendo contratar a alguien que te ayude. Y acertando con esa persona.

Iba a ser el último hijo.

Había tenido tres con mi primera mujer, y una con Mayte. Fuimos a por el quinto y llegaron tres.

¿Le han metido muchos goles en su vida amorosa?

Noooo. Nunca he dado una gran trascendencia al amor hasta que conocí a Mayte.

¿Por qué?

Porque estaba enamorado del fútbol.

¿Un paradón memorable?

Conquistar a mi mujer. ¿Se puede pedir más? Amar a alguien tremendamente y lograr que te ame igual.