Conozca a Nancho Novo como la palma de su mano

Le leemos la mano al actor y músico, que hace un contudente estudio antropohumorístico sobre la pareja en 'El cavernícola'

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ANA SÁNCHEZ / BARCELONA

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DE ANTEMANO

Tiene tres nombres, como la realeza: Venancio Manuel Jesús. Solía ser Veni. Veni Venéreo. “Esos nombres que te ponías cuando eras melenudo, rockero y mala persona”, recuerda. Él sigue siendo melenudo. “Un melenudo de mierda [enseña la coronilla]; rockero, sí, y mala persona, también”, suelta una carcajada.

Tiene voz grave, profunda. Dan ganas de escucharle con la cabeza rendida sobre el puño derecho. Voz de narrador o de mago a punto de hacerte entrar en trance. Es “madrileiro”, que dice él. Un gallego con acento de Madrid, pero supersticioso e indeciso hasta límites de 'sitcom'. “Me puedo tirar 20 minutos pensando: ‘¿Me voy por la izquierda o por la derecha?”. Nancho se mira la palma de la mano. “¿No pone aquí que soy un desastre?”, se ríe. “A veces hago cosas impensables y fuera de lugar por no pensar”. No es capaz de poner ejemplos. También tiene mala memoria.

Hasta el 31 de mayo, está en el Poliorama de Barcelona con 'El cavernícola', trabajada adaptación de un monólogo de Rob Becker (8 millones de espectadores en 32 países). Un meditado estudio antropohumorístico sobre la pareja. Humor fino y clarificador con carcajadas de principio a fin. Novo lleva más de una licenciatura con máster intentando entender a las mujeres: nueve temporadas, seis consecutivas en Madrid. Tras una gira por Galicia, irá a por la séptima. Es una muesca en el currículo de este hombre multifunción. El año pasado celebró el 20º aniversario de su banda de rock, Castigados sin postre, ha publicado tres libros, dirige microteatro y en julio rodará una serie, el nuevo 'thriller' de Mediaset 'Sé quién eres'. Uno de los secretos para ser feliz, asegura, “es no planteárselo”. Él está  empezando a ser familiar con 56 años. El motivo se llama Paulo y tiene 15 meses. Padrazo tardío. Es decir: “Destrozado”, añade. “Tengo tendinitis por todos lados”.

VIDA

Le podrían santificar: resucitó a una mujer.

Podrían santificar a la mujer por haber vuelto de la muerte [se ríe].

Para algo le sirvieron cinco años de Medicina [le hizo un masaje cardiaco].

Si el cielo existe, me gané mi cachito ahí. Por eso y por otra cosa.

¿Cuál?

Haber hecho reír a tanta gente.

Mide 1,90, según la Wikipedia.

1,86. 

¿Está a la altura?

[Se ríe]. Suelo estar a la altura, salvo cuando me encuentro con gente muy lista. Ahí me siento acomplejadísimo. 

¿Por qué?

Igual es un complejo de inferioridad que tengo. Siento que no tengo nada que decir. 

Es tímido.

Patológicamente tímido. 

¿Hasta qué punto?

Hasta el punto de estar 20 minutos en la barra de un bar esperando a que me atiendan por no levantar la voz y llamar al camarero. De no ser capaz de salir de una tienda sin comprar nada por el corte que me da.

¿Y cómo se sobrevive a la timidez patológica?

Haciendo teatro. El único sitio donde no soy nada tímido es encima de un escenario. 

Es curioso. Es donde más gente lo ve.

Eso es porque mi ego es superior a mi timidez. 

Llora al ver ‘Toy story’.

¿Y quién no? [se ríe]. Sí, lloro con mucha facilidad. Lloro viendo las noticias. Lloro viendo a una señora mayor que quiere cruzar la calle y alguien la ayuda. 

¿Qué manías tiene?

Todas. No pasar bajo una escalera. Me pongo de mala leche si veo a alguien de amarillo en el patio de butacas. Si un gato negro se me cruza de derecha a izquierda, soy capaz de dar la vuelta a la ciudad para llegar al punto que tenía a 100 metros. Lo he hecho. 

Su hermano cura dice que es “creyente no teísta”.

No creo en nada, pero sospecho de todo [se ríe]. 

En los Maristas, asegura, aprendió a tener sentimiento de culpa.

Sí. Es una cosa muy cristiana.

¿De qué se arrepiente últimamente?

Yo me arrepiento de miles de cosas. Hay una película, no le voy a decir cuál, que supuso el despegue de un actor porque yo no quise hacerla. Porque tenía un compromiso moral con una película de mierda. Y dejé de hacer una peli que fue el despegue de un actor que está encumbradísimo. 

¿Un Bardem?

No tanto, pero lo conoce todo el mundo. Y me he arrepentido mucho. Pero también pienso: si hubiera hecho esa película, no habría conocido a mi chica y no tendría a mi niño. ¿Me tengo que arrepentir? No.

Pero se arrepiente.

Pero no quiere decir que no me arrepienta. 

Usted ha sido mucho de bares.

Sí. 

Ya no.

Yo dejé la vida nocturna por mi perro. 

¿Perdone?

A mi perro le debo la vida tan formalita que llevo.

¿Por qué?

Porque yo salía muchísimo. Mi vida era currar y los bares. Y cogí un perro. 

¿Qué perro?

Un golden retriever. Socio, se llama. Terminaba la función y quería ir a casa a ver a mi cachorrito. Y empecé a dejar de salir.

¿Cómo titularía su vida en un monólogo?

Desventuras de un hombre aventurado.

TRABAJO

Quería ser futbolista.

Sí. Y payaso.

Llegó a trabajar de payaso.

Sí.

Y ha pasado la gorra en la calle.

Claro, tocando la guitarra. En la calle, en el metro y en bares.

Ahora es actor, escritor, músico, monologuista, comentarista de deportes. ¿Por qué orden?

Todo se resume en una cosa: contador de historias. 

A los 40 decía: “Triunfaré a los 50”. ¿Qué dirá a los 60?

“Triunfaré a los 60” [se ríe].

¿Qué es triunfar?

Considero que a ciertos niveles he triunfado. A otros no, porque uno es ambicioso también. Para mí, triunfar es conseguir metas que uno se propone. 

¿Y cuál es su meta?

Mi meta es vivir de esta profesión, y vivir bien. Poder mantener a mi familia sin apuros y, sobre todo, haciendo lo que me gusta. De momento, voy haciendo lo que me gusta. ¿Que quiero hacer más cosas que todavía no he hecho? También es verdad. 

¿Qué guarda en la recámara?

Quiero volver a hacer más cine.

AMOR

“Lo cortés –solía decir– no quita lo caliente”.

Sí. 

¿Sigue siendo un ‘guarromántico’?

Sííííí, evidentemente. 

¿Lo más ‘guarromántico’ que ha hecho por una mujer?

Tener un hijo [se ríe]. No vea lo que enguarrina el niño. La gente se toma el término guarromántico al pie de la letra. Hacer guarromanticismo es hacer humor poético.

 ¿Tiene algún gag autobiográfico?

Lo que tengo es muy mala memoria y pocos reflejos. 

Dice que ha conocido a mujeres que roncan como Shrek.

Sí, eso sí. Y hubo una época en la que cuantas más mujeres conocía, menos conocía a las mujeres.

¿Por qué?

Porque me empeñaba en descifrarlas. 

Ya le ha escrito un libro a su hijo para explicarle cómo son las mujeres.

'El cibernícola'.

¡Paulo solo tiene 1 año!

Y cuando empecé a escribirlo, era un granito dentro de su madre. 

Dice que no quiere que cometa los mismos errores que usted.

Sí.

¿El mayor error?

El más reiterado ha sido intentar buscar la perfección. Ir de cabeza a buscar, como un loco. Se me veía venir, a veces. 

¿Sí?

Sí. La búsqueda del amor. Sí, sí, sí, sí, sí. Yo creo que mi mayor defecto ha sido buscar, buscar, buscar. Y uno de los consejos que le doy a mi hijo es que no lo busque.

¿Así se encuentra?

Estando, siendo tú y no preocupándote de buscarlo. 

¿Así lo encontró usted?

El amor de verdad, el amor grande, el amor bueno de mi vida, lo he encontrado cuando ya no tenía el más puto interés en encontrarlo. 

Su mujer ideal, decía, tenía que ser futbolera.

Sí, pero mi mujer ideal es la que tengo ahora y no es futbolera para nada.

Pero le habrá metido algún gol.

Unos cuantos. Y me pilla fuera de juego muchas veces [se ríe].