Conozca a Juan Carlos Ortega como la palma de su mano

Le leemos la mano al humorista y escritor, que ahora también comparte escenario con Xavier Sardà en Luz de Gas en 'El montaje'

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ANA SÁNCHEZ / Barcelona

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DE ANTEMANO

Habla como un filósofo, razona como un científico y hace piruetas argumentales de humorista. Es decir, que sabría contestar cuánto se tardaría en llegar a la Luna en ascensor (12 años). “Humorista de culto”, lo llaman. Él se retuerce en la silla y tira de modestia con gag. “Humorista de la radio que hace cosas de tele y escribe”, se autodefine en Twitter. Hay que coger aire para responder dónde trabaja: la SER, RNE, RAC1, La 2. Está escribiendo su sexto libro. “Divulgación científica, pero aplicada a sentimientos”, adelanta. Y ahora también se sube los miércoles con Xavier Sardà al escenario de la Sala B de Luz de Gas (Barcelona) con 'El montaje'. Humor existencial e intimista con recital de voces de abuelas dalinianas marca Ortega. “Sardà me dice: ‘Esta obra es muy tuya’. Pero no –señala el humorista–. Es suya, en tanto que yo también soy una obra de Sardà en cierto modo. Lo he aprendido todo de él”. Se conocen desde hace 27 años.

El día 18 cumple 46 años. Nació tres horas después que Alejandro Sanz, aunque él no es de los que llevan la voz cantante. “No especialmente. Soy una persona con arranques de timidez y arranques de exaltación”. Un “bipolar llevable”, se ríe. Racional, curioso, impulsivo, un tanto caótico. Ahora padre soltero. Dejar de ser el centro del universo gracias a la paternidad es un alivio que recomienda a todo el mundo.

VIDA

Si se ‘googlea’ “Juan Carlos Ortega”, aparece la lista de las personas más ricas de ‘Forbes’. Juan (Roig), Carlos (Slim), (Amancio) Ortega.

[Se ríe] No soy familia. Me encantaría serlo. 

Estará hecho de buena pasta.

Bueeeno, sí, un poco. Soy muy manirroto. He ganado pasta, pero siempre, ay, se va yendo.

¿En qué?

En taxis. No sé, me doy caprichos y soy mucho de invitar. No formo parte de las grandes fortunas, no [se ríe].

Y tiene una hermana jueza.

Sí. Sí, sí. No puedo hacer nada malo, no. 

Sus amigos le dicen: “Si Dalí te hubiera conocido, le habría dicho a su mujer: ‘Gala, vámonos, que este chico es muy raro”.

Eso me lo dijo un amigo en Cadaqués. Fue un verano muy loco.

Le pasan cosas insólitas.

Últimamente, menos. He vehiculado lo insólito hacia mi trabajo. 

Desde que es padre.

La mayor liberación del mundo. Te quitas un peso. El peso más pesado que tenemos es el de mirarnos el ombligo. 

¿Lo más insólito que le ha pasado?

Muchas cosas. He hecho muchas cosas raras y todas me hacen quedar mal. [Se lo piensa]. Arranqué un dedo a Ramon Llull en el museo de cera. Fui con una amiga, nos pusimos delante de la figura de cera, simulamos que nos besábamos y, crack, arranqué el dedo. Yo quería hacer una cena con ella con el dedo de cera como vela.

Insólito, sí.

Pero a esta amiga se le ocurrió una cosa mejor: puso el dedo en la cesta de la compra de una señora que pasaba por allí. O sea, una señora llegó a su casa, sacó los huevos, la leche y se encontró un dedo de cera que ella nunca sabrá que es de Ramon Llull.

¿La frase que más le cuesta decir?

“No tienes razón”. Me da como pena. 

No le gusta el conflicto.

Odio el conflicto.

Pregunta poco, pero escucha mucho.

Pero me pregunto muchas cosas. Mi máxima preocupación, al margen de las domésticas y familiares y que no le pase nada a mi niño, es: [se ríe]: “¿Por qué existe el mundo en vez de no existir?”.

Solía ser ateo. Ahora duda de todo.

Dudo del ateísmo. Dudo de la duda. Hay una frase hindú que me parece la más profunda del mundo: “Solo Dios conoce el origen del universo. O tal vez ni siquiera Él lo sabe”. Guau. Yo creo que eso es lo más cercano a la verdad. Dios, de existir, tampoco tiene ni idea de qué es todo esto. 

¿A qué tiene miedo?

Quedarme sin trabajo me preocupa mucho. Hago muchas cosas porque estoy convencido de que me van a ir fallando. 

¿Pesimista?

O inseguro. O realista. La gente se queda en paro continuamente. Yo he ido resistiendo, pero no voy a ser una excepción. Por eso tengo seis trabajos.

¿Qué es la felicidad?

Una casa pequeña con jardín. Con un jardín descuidadísimo y un estanquito con peces naranjas, los peces normales.

¿Un jardín descuidado?

Vi la peli 'El crepúsculo de los dioses'. Me gustaría tener una casa con habitaciones que no utilizase. Para ir por la noche con una linterna.

TRABAJO

De pequeño quería ser Luis del Olmo.

Sí. Lo admiraba mucho. Era brutal.

Y acabó parodiando a los locutores.

Quería hacer cosas como ellos pero no me las creía. Llevo riéndome de los que me dan de comer toda mi vida.

Pero no es un revolucionario.

Tenemos la idea peliculera de que el artista ha de ser un rompedor de esquemas. Se ha puesto tan de moda que lo guay es romper esquemas, que lo revolucionario ahora es ser conservador.

¿Dónde está usted?

Yo no estoy en contra de romper esquemas, estoy en contra de que romper esquemas sea la prioridad.

¿Y cuál es su prioridad?

Hacer gags dignos.

¿De qué está más orgulloso?

Estoy orgulloso de haber creado un estilo propio, que no se parece al de nadie. Te puede gustar o no, pero es mío.

¿Su trabajo ideal?

Estar en esa casa que le he dicho y hacer gags cuando me apeteciese, no cada día. Y escribir cosas de ciencia.

¿Tareas pendientes?

Me gustaría conducir. No tengo carnet y sueño que conduzco.

¿Cómo es que no tiene carnet?

Nunca he tenido tiempo. Empecé a trabajar súper joven y siempre he tenido cosas que hacer.

Muchas ganas tampoco se le ven.

Habiendo taxis y trenes y aviones...

AMOR

“Nada me gusta más que las piernas de algunas chicas al caminar”, dice.

El universo está lleno de objetos. Hay estrellas, galaxias, protones, neutrones, pero las piernas de las chicas son los que más me interesan. 

¿Por qué?

Porque sí. No lo sé. Es irracional.

¿Ha llegado a algún extremo loco?

Nooo. Pero mi sueño es que me regalen un maniquí.

Fetichista.

Sí. Con lo de las piernas, sí.

¿Algún gag memorable en su vida amorosa?

Una vez me envalentoné y le dije a una chica: “Me gustas mucho y me gustaría…”, le pedí algo físico ya. Ella contestó: “Yo siento más cosas”. Mierda, fracaso. Había otra que me gustaba y pensé: voy a ser un hijo puta, pero voy a cambiar de estrategia. Le escribí un poema y se lo dejé en el contestador. Y ella dijo: “Solo quiero un pimpam y veo que tú estás enamorado”.

¿Qué ha hecho por despecho?

Nada. Soy amigo íntimo de mis ex. Las exnovias son novias siempre, pero con las que ya no te acuestas.

¿Romántico?

Sí. Cuando me da, sí, mucho. Cuando me enamoro, me enamoro como un loco enfermo. Sí, mucho, mucho, muchísimo.

Tiene un hijo de 6 años: Ulises. Quiere que sea científico. Ya le ha escrito un libro para enseñarle el universo.

Mucha gente me dice: “Qué error transferir tus vocaciones a tus hijos. Que ellos sean lo que quieran”. Sí, que sea lo que él quiera, pero quiero que él quiera ser científico.

¿Y qué quiere ser de mayor ahora?

Arquitecto y premio Nobel por descubrir algo de Egipto.