CONCIERTO

El Circo de las Mariposas más combativo llega a Bikini

La banda de Marcos Andrés, ex-Vinodelfin, presenta su último trabajo, 'La gran dispersión', el 15 de octubre en la sala barcelonesa

IMMA MUÑOZ

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La suya es una voz poderosa y magnética, que seduce cuando canta y convence cuando se le escucha hablar de cómo ve la vida, el arte y, sobre todo, la lucha. Porque Marcos Andrés es, ante todo, un luchador. Nacido en el barcelonés barrio del Carmelo hace 45 años, su nombre empezó a escucharse con interés en el mundo de la música hará una década, cuando, al frente de Vinodelfin, editó dos discos imprescindibles, 'Seres únicos' y 'Perfecto en la locura', que llevaron a la banda a actuar por toda España, en solitario y junto a músicos como Shuarma y grupos como Sidonie y Nena Daconte.

Pero, por desgracia para Marcos, su nombre volvió a los medios años más tarde, en el 2012, cuando se convirtió en el símbolo de la lucha de los trabajadores de Telefónica contra el recorte de sus derechos, al embarcarse en una huelga de hambre que duró 23 días, tras ser despedido por acumulación de bajas médicas.

Marcos llevaba dos décadas trabajando en la empresa cuando fue tomado como "cabeza de turco" para demostrar que la dirección sería inflexible en su política de reducción de costes laborales. "Me eligieron a mí porque no tenía hijos y me estaba haciendo ya un camino en el mundo de la música, así que pensaron que no me rebotaría. Además, siempre me había significado en la lucha sindical", explica.

Pero se equivocaron, porque al argumentar su despido reabrieron una herida profunda. "Mi madre se quedó sin trabajo cuando yo era pequeño porque cayó enferma, con una depresión muy dura. Yo tuve que ponerme a trabajar con 15 años para ayudarla. Entrar en Telefónica, a los 18, nos salvó a ambos de una situación muy precaria. Así que cuando la empresa alegó que me echaba por bajas médicas, yo sentí que la vida me estaba dando la oportunidad de luchar contra la tremenda injusticia de que se pueda echar a una persona por enfermar". 

Y, con la pasión que vuelca en todo lo que hace, se embarcó en esa batalla hasta el punto de no poder reflotar Vinodelfin, que se disolvió por esas fechas, ni prestar apenas atención a 'Frida', el primer disco de su nueva banda, este El circo de las mariposas con el que vuelve a la carga, que pasó inmerecidamente inadvertido. "Yo mismo lo abandoné, metido como estaba en la huelga y en todo lo que vino después", lamenta. Lo que vino después: salida definitiva de Telefónica y traslado a Menorca, en una conjunción perfecta entre necesidad de quitarse de en medio e ilusión por empezar una nueva vida siguiendo hasta allí el amor. 

EXPLORAR EL INTERIOR

Rodeado de mar, pero con la tierra firme de nuevo bajo sus pies, Marcos ha podido poner otra vez los cinco sentidos en la música, y el resultado es La gran dispersión, un disco complejo y muy trabajado en el que muestra quién es, lo que ha vivido y su compromiso social. "Si miro las canciones una por una, veo un reportaje de mis últimos años. Siempre he explorado mi interior, porque creo que para cambiar lo de fuera hay que revisar bien lo de dentro. Lo que pasa es que uno jamás se desconecta del mundo que le rodea. Tal vez haya una determinación mayor en este disco de apoyar la denuncia social, pero esa ha sido una constante en todo lo que he hecho. No es un compromiso deliberado, es una cuestión de principios".

Queda claro desde el arranque, con las voces de RajoyAznarAcebes, a las que se contraponen versos como "Reclamamos que esta tierra si no es de todos no es de nadie / que la riqueza pertenece a la gente que la hace (...) / Hoy nos toca decidir tomar el pan o las migajas", y propuestas de revolución incruenta y posible como la narrada en el tema que da nombre al disco.

En El circo de las mariposas, Marcos canta, toca la guitarra y compone letra y música de todas las canciones. El proyecto nació hace tres años, y lleva uno con los músicos que lo forman ahora (el guitarrista Ivan Vilches, el bajista Natxo Arola, el teclista Federico Rímini y el batería Javier Gómez), con los que actuará el próximo sábado, 15 de octubre, en la sala Bikini de Barcelona. La cita es un nuevo paso del plan de vuelo que se ha fijado ("poco a poco, con paciencia y perseverancia") para volver al lugar que ocupó con Vinodelfin y lograr llegar de nuevo a ese público al que le gusta la música, al que le gusta escuchar, y que valorará la fuerza de su voz y su mundo.

"Los buenos cantantes no han de tener una gran voz: han de tener la voz de su vida. Y, con ella, encontrar la manera de expresar lo que desean. Yo canto lo que me ha pasado, y en mi voz está esa experiencia". La lucha y el compromiso. Y la fe, como en el cortometraje de Joshua Weigel que da nombre a la bandaJoshua Weigel , de que las barreras, del tipo que sean, están para saltarlas.