Bill Murray: "No busco películas, ellas me encuentran"

El actor celebra 40 años de carrera y 30 de su gran éxito 'Los cazafantasmas'. Y estrena 'St. Vincent', un filme que saca lo mejor de sí mismo: su libertad

Estrenos de la semana. Tráiler de 'St. Vincent (2014)'.

Tráiler de 'St. Vincent (2014)'. / periodico

IRENE CRESPO

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Al otro lado de la suite del hotel de Toronto donde Bill Murray (Illinois, 1950) está hablando con los periodistas, los publicistas y representantes de prensa tiemblan por lo que podría pasar esa mañana. Murray, un espíritu libre, ya las ha liado anteriormente. Desaparece. Como hace normalmente en su vida. Si uno es un director primerizo que quiere a Murray para su película, la única forma de localizarle es a través de un teléfono que responde un contestador automático. Theodore Melfi, el director de 'St.Vincent', dejó al menos 12 mensajes. El actor nunca contestó. Pero Melfi no desistió. "Si alguien quiere encontrarme de verdad, lo consigue", dice Murray.

'St. Vincent' es la última película del actor de 'Los cazafantasmas' 'Lost in Translation', en la que interpreta a un espíritu igual de libre que él y por la que está metido en esa suite poniendo nerviosos a los publicistas. Y también a los periodistas, claro. La veterana corresponsal del diario inglés 'The Guardian' sale de la habitación con risa nerviosa y suspira una vez a salvo. "Es encantador", dice. Pero las publicistas siguen dando instrucciones, por si acaso: "No le gusta hablar de él, pregunte por la película". Una vez dentro de la habitación, sin publicistas por medio, todo cambia. Murray está relajado y sonriente, su estado natural. Está encantado de hablar más tiempo aun del indicado. Deja claro que lo que le incomoda es la industria y todo aquello que ponga en peligro su libertad, una libertad que ganó con su éxito temprano y que, tras más de tres décadas de carrera, está en su nivel más alto. Bill Murray solo hace lo que quiere hacer.

Theodore Melfi acaba de decirme que si usted no hubiera aceptado hacer ‘St. Vincent’, no la habría hecho.

¿Le ha dicho eso? Probablemente se lo esté inventando.

Eso ha dicho, y también que le costó mucho tiempo encontrarle.

No tengo agente o manager. Obviamente, nunca saben por dónde empezar para encontrarme. Tengo un amigo que recibe, creo, unas 30 llamadas a la semana sobre trabajos para mí. Así que, cada cierto tiempo, tengo que comprarle una maleta o algo así [risas]. Pero no lo hago para ponérselo difícil a personas como Ted [Melfi]. Lo hago para la gente con la que no quiero trabajar. Ni siquiera intento ser complicado, solo trato de hacerlo fácil para mí. Si alguien quiere encontrarme de verdad o si alguien quisiera encontrarla a usted, ¿no lo conseguirían? No hay que exagerar. Ted me encontró y estoy contento. Creo que con toda la gente que me ha encontrado, he disfrutado. He disfrutado de mis películas y, como resultado de no salir a buscar proyectos, creo que estoy consiguiendo mejores propuestas.

¿Rechaza muchos de los proyectos que le llegan, entonces?

Cuando tenía agente rechazaba películas todo el tiempo porque me pasaba toneladas de basura. Pero diría que ahora solo me llegan proyectos buenos. Bueno, también me llegan algunos malos. Pero no recibo tantos porque no los busco. Supongo que, probablemente, rechazaría la mayoría. Aún llevo un retraso de lectura de años, pero rechazo la mayoría de ellos.

¿Cómo le convenció Melfi con 'St. Vincent'?

La película tiene mucho movimiento. Pasan muchas cosas. A mi personaje le ocurre de todo en su vida: su esposa se está muriendo, tiene problemas económicos, a su alrededor pululan una chica rusa [Naomi Watts, de 'stripper' embarazada], un niño [Jaeden Lieberher], la vecina [Melissa McCarthy]... Vincent tiene muchos problemas, pero no se ahoga en ninguno de ellos. Sigue adelante. Hay mucha emoción, pero no es sentimental. Me gusta.

Vincent es el tipo de personaje sobre el que la gente podría decir que "es Bill Murray haciendo de Bill Murray". ¿Se lo toma más como un cumplido o como una crítica?

Es una crítica que la gente me hace desde hace incluso 30 años. En esta película, lo dicen también de Jaeden Lieberher, incluso yo lo digo, que él no está actuando, que está siendo él mismo. Pero ahí está la clave: ser uno mismo es muy difícil, mucho más que actuar. Y no es que yo lo haga, solo digo que es mucho más complicado. Así que si alguien lo dice, me lo tomo como un cumplido. Lo que sí que intento es encontrar esos personajes dentro de mí. Es decir, puedo ponerme una peluca, un bigote, un hueso atravesando la nariz, pero sigue consistiendo en encontrar ese personaje dentro de mí. Podría ser usted. Solo tengo que encontrarla dentro de mí.

¿Y cómo encontró a Vincent dentro de usted?

Bueno, creo que hay una parte de mí, por ejemplo, que no aguanta tonterías. En plan, "no me jodas, no quiero oír hablar de eso, no quiero oír tu triste historia". Intento cambiar de tema cuando alguien empieza con esas cosas porque sé por dónde van: meternos en una espiral de miseria que no ayuda a ninguno de los dos. Eso es algo que piensa Vincent y que pienso yo.

En la película es también un mentor para el niño. Con 40 años de carrera a sus espaldas, será un mentor para muchos actores... ¿Le gusta esa posición?

Yo tuve mentores, ha habido mucha gente de la que he aprendido. Pero en realidad no necesitas hablar con ellos para que sean una inspiración, aprendes de lo que hacen y luego tratas de hacerlo como crees que ellos lo harían. Llevo haciendo esto mucho tiempo y he tenido la suerte de tener una carrera larga. Aún consigo buenos trabajos y aún hago buenas películas, así que, obviamente, he debido de aprender algo. Algo he hecho bien. Por eso la gente dice que quiere trabajar conmigo, para descubrir qué he hecho bien. No es muy complicado: me gusta pasármelo bien cuando trabajo, me gusta estar tan relajado como sea posible, porque si el ambiente es relajado puedes llegar a lo más alto de tu inteligencia, y ver lo que estás haciendo tú y lo que los demás están haciendo, procesarlo y adaptarte.

Como su personaje, usted valora mucho su libertad y tiene miedo de perderla.

Dios, sí. Sí. Sí. La idea de ir a la cárcel, por ejemplo, me aterroriza. Siempre pienso, “Oh, Dios mío, voy a acabar en la cárcel, voy a hacer alguna tontería y voy a acabar en la cárcel”. Pero creo que la libertad real consiste más en ser capaz de tomar la decisión correcta en un momento concreto, sobre quién eres y qué vas a hacer. Así que si piensas en ser libre ahora mismo, lo primero es relajarse. Tu cuerpo tiene que relajarse. Parar un poco. Has de sentir cada parte, tu mano, tu brazo, comprobar que, de pronto, los notas más pesados, y en ese momento dejarte caer sobre tu culo y permanecer un poco más sentado. Ahí es cuando te relajas. Y cuando, ahora sí, eres más libre porque no sientes la tensión que tenías hace un minuto. Y emocionalmente eres también más libre para escuchar y hacer lo que quieras. No hay una agenda obligatoria. Ya no piensas en el futuro. Estás aquí.

[En ese momento, aparece la publicista para indicar que quedan cinco minutos de entrevista: Murray, muy relajado, hace señas como diciendo: "Ni caso, tú sigue"].

¿Pero ser libre para hacer lo que uno quiera en cada momento no es un lujo? Esa libertad, en este negocio, es algo que también se ha ganado con su trabajo.

Yo no creo que sea un lujo. Es una obligación. Es un recordatorio de que es la mejor manera en la que podemos trabajar. No quiere decir que uno esté dormido o aburrido, solo que uno puede vivir y disfrutar de la vida mientras trabaja. Y eso es lo que la gente olvida.

¿Estaba relajado durante 'El día de Bill Murray' que se celebró en el pasado Festival de Toronto? ¿Qué sensaciones le produce algo así?

Probablemente, que estoy más cerca de la muerte [risas]. No lo sé. Me preguntaba cosas como "¿Por qué me dedican un día? No estoy enfermo" [risas]. Me parece que solo querían asegurarse de que apareciera... Pero fue un día muy divertido. La gente se rio mucho. Y creo que se rieron de lo mucho que yo me reí. Porque, claro, disfrutaron de 'El día de Bill Murray', pero es que... ¡todos los días son 'El día de Bill Murray' en mi casa! [risas].

La intención era también celebrar el 30º aniversario de 'Los cazafantasmas'. ¿Qué pasa por su mente cuando piensa en esa película y lo que aún significa para tanta gente?

Fue algo grande. Es genial que a la gente, incluso ahora, le vuelva loca la peli. Para nosotros, los que participamos en ella, este aniversario fue muy especial: nos reunimos, nos hicimos una foto... Y, claro, fue muy emotivo porque faltaba Harold Ramis [uno de los protagonistas, que falleció en febrero de este año]. La verdad es que hicimos una gran película y es increíble pensar que fue hace tanto tiempo... Éramos un gran equipo haciendo un gran trabajo, y lo clavamos. Estábamos muy relajados también. Lo pasamos bien. Estábamos confiados. Éramos libres.

¿Echa de menos ese tipo de comedia, esa libertad?

Bueno, esa experiencia no es muy distinta de la que he vivido ahora con mis compañeros de 'St. Vincent'. Claro que Danny Aykroyd, Harold Ramis y Rick Moranis eran cómicos de alto nivel, brillantísimos. Pero Melissa [McCarthy] y Chris [O’Dowd] también lo son, a su manera. Son muy, muy divertidos. Nos lo hemos pasado muy bien rodando 'St. Vincent'.

Pero ¿qué ha cambiado para usted en estos años?

He tenido mucha suerte. He podido tomar decisiones. Tuve éxito al principio porque seguía y era arrastrado por gente que iba por delante de mí en muchos aspectos. Mi 'hermano' John Belushi, Harold... Esa gente tiró de mí. Tuve éxito en mis primeras películas, lo que significa que pude ser exigente. Seguí. Y entonces tomé la decisión de no salir a buscar proyectos y realmente ha valido la pena [risas]. No busco películas, ellas me encuentran. Soy como un pez río abajo esperando a que algo llegue [risas]. Me siento ahí, a esperar. Así ha sido.

Y en cuanto a la industria, ¿qué cambios nota?

Ha cambiado un poco la producción de las películas, pero sigo aprendiendo. Me he pasado la última década haciendo lo que llamo películas trágico-artísticas, por las que apenas he cobrado. ¡He trabajado 13 años sin cobrar! Bueno, te pagan algo, sí, pero no lo que deberían. "Es una película artística y no tenemos tanto dinero", dicen. Y yo decía: "Ok. Pero así es como me gano la vida. No me puedes pagar con un filete y unos huevos fritos". Creo que ya no se hacen películas grandes como las de antes. Y las películas que encuentro interesantes son de bajo presupuesto, como 'Lost in Translation', que la rodamos en 28 días. Esas películas solo las haces porque te gustan. Si funcionan, funcionan. No busco películas de grandes presupuestos. No digo que no las haría si alguna fuera divertida, pero... solo hago las que me gustan.