25 años de Subterfuge: 'indies' con historia

dominical 613 subterfuge foto luis rubio

dominical 613 subterfuge foto luis rubio / periodico

JAVIER MENDOZA

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En 1989, Carlos Galán y Gema del Valle eran dos estudiantes apasionados por la música que, armados con una tijera y una barra de pegamento, buscaban hacerse un hueco en la explosión de fanzines de aquella época. Hoy, 25 años más tarde, pueden presumir no solo de poseer un catálogo con lo más nutrido de la música independiente española sino de seguir en la brecha como el primer día. De hecho, celebran por todo lo alto su 25 aniversario con un festival íntegramente dedicado al sello durante el Día de la Música (21 y 22 de junio) en el espacio Matadero Madrid. Dos días de música, ocho horas cada uno, en un solo escenario. Allí se mezclarán bandas que desaparecieron como Mercromina, Los Fresones Rebeldes o Australian Blonde, con grupos que ya no están en la compañía como Dover, Marlango o Carlos Jean, y propuestas actuales como Arizona Baby, Annie B Sweet o Neuman, entre otros muchos.

“Es el festival soñado, el mejor resumen de estos 25 años –afirma Carlos Galán–. Y lo bonito es que solo hizo falta levantar el teléfono y todos los grupos respondieron. Los que no están es porque ha sido prácticamente imposible: viven en países distintos o hace mucho tiempo que no saben nada los unos de los otros. Se nos han quedado fuera TCR, Undershackers... pero todos lo que queríamos que estuvieran, están en el cartel”. 

Tal vez la clave para entender cómo es posible que después de tantos años las bandas sigan respondiendo a la llamada de Subterfuge es la energía con la que siguen haciendo las cosas. “Creo que lo más importante —apunta Gema del Valle—, es que seguimos siendo los mismos y haciendo lo mismo que hace 25 años. Trabajamos con el mismo espíritu y creo que eso, al final, la gente lo valora”. 

Ecos de la Movida madrileña

Como otros fanzines de la época, Subterfuge empezó a editar discos de sus grupos favoritos que incluía dentro de su publicación para atraer a más público. Sin embargo, el asunto cambió cuando editaron el disco Pizza Pop de Australian Blonde. “Aquello fue el principio del boom –recuerda Galán–. “Con Pizza Pop pasamos de vender 500 copias a 5.000. Todavía estábamos estudiando, pero decidimos constituirnos como empresa”.

En aquellos años Madrid vivía un momento extraño. Los ecos de la Movida se iban extinguiendo y una nueva generación encontraba su propio espacio. “Cuando llegué a Madrid –recuerda Galán– me di de bruces con la realidad de que la Movida había desaparecido. Solo quedaba el reducto roquero del barrio de Malasaña. Recuerdo que éramos 12 personas las que íbamos todas las noches a la Sala Maravillas. Lo que pasa es que unos eran los hermanos Morán, fundadores del Festival de Benicàssim, otro era Jota de Los Planetas, otro Javier Liñán, que entonces estaba en RCA, y otro Luis Calvo, fundador de Elephant Records”.

Pero el fenómeno 'indie', como pronto se apresuraron a bautizar los suplementos de tendencias, no era solo madrileño. “Estaba la escena de Gijón, Los Planetas en Granada, el Donosti Sound, cosas que se empezaban a juntar en un punto físico. Al principio éramos 4, luego 30, y así hasta llegar a los 5.000 del primer festival de Benicàssim”. Toda aquella historia, con la parafernalia de fanzines, pósteres de conciertos y portadas de discos generada por Suberfuge, puede verse estos días en una exposición en la Sala CentroCentro de Madrid.

El negocio está en los directos

Pero también se puede morir de éxito y eso es lo que estuvo a punto de pasar con la compañía con el disco de Dover 'Devil came to me'. “Siempre digo que el mayor éxito de Subterfuge ha sido sobrevivir a Dover. Fue algo único e irrepetible. Vender 700.000 copias de un disco hoy es impensable. Entonces nuestro mayor enemigo fue la arrogancia”, confiesa Galán. Y quizás el mejor antídoto contra esa sensación “de tener el mundo a tus pies”, como dice Galán, haya sido la llegada de Internet. 

“Vivimos una reconversión industrial. Las ventas son irrelevantes y el único negocio está en los directos, la publicidad y los 'royalties'. Sin estar preparados, tuvimos que asumir todos los roles que rodean la carrera de un artista, de la edición al 'management'. Lo más duro ha sido ver cómo los profesionales se quedaban sin trabajo”, dice Galán.

“Ahora —tercia Gema—, un adolescente tiene más canciones en su iPad de las que pudimos escuchar nosotros en 10 años. Han cambiado las reglas, pero es muy estimulante”. “Y con las redes sociales y las plataformas de streaming, la música no tiene fronteras”, añade Galán.

Aunque en eso eran expertos. Subterfuge fueron pioneros en lanzar la música 'indie' al exterior. “España es nuestro territorio natural. Pero hemos tenido la suerte de que, por ejemplo, Marlango vendiera 25.000 discos en Japón, Anni B Sweet editara su anterior disco en los cinco continentes, Mastretta tuviera su momentazo en México...”. 

Las nuevas generaciones tienen la posibilidad de acceder más fácilmente a medios técnicos y eso también se traduce en un aumento de calidad en las propuestas. “Hay una cantera estupenda –asegura Galán–. Casi cada día descubro un grupo nuevo interesante. Por eso hemos creado otra empresa llamada Walkman Media, para canalizar a los grupos que apuestan por la autoedición y aprovechar el talento en la comunicación que tenemos en Subterfuge”. 

“Desde un principio —remata Gema—, nos gustó una frase de Francis Picabia que dice: ‘La cabeza es redonda para que nuestros pensamientos cambien de dirección’. La música es 'feeling', y da igual que uses una guitarra o un sintetizador. Lo importante para un artista, y más con la globalización, es tener personalidad”.