Ani Difranco trae su folk minimalista a Barcelona

La cantante norteamericana presenta en la sala Apolo 'Allergic to water'

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JUAN MANUEL FREIRE

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"Tantos artículos por leer para estar al día” canta Ani DiFranco (Buffalo, Nueva York, 1970) en la canción inaugural de su nuevo disco, 'Allergic to water'. “Aquí estoy hablando de cómo funciona el mundo ahora mismo; y en particular el mundo digital. Hay tanto ruido por superar… Pero soy optimista”.

Su música es hoy una buena opción para aislarse del ruido, la fatiga informativa, los excesos digitales... Canciones de una quietud casi anacrónica, que nos recuerdan que se pueden expresar ideas o sentimientos con susurros en lugar de gritos. Esa clase de intimidad no es nada nuevo para DiFranco, quien lleva explotando el formato de voz y guitarra desde hace décadas, convirtiéndose en heroína folk tanto por sus canciones como por su independencia.

Pero en esta ocasión aparece acentuada, quizá en parte por una cuestión prosaica: hay niños en la casa que necesitan dormir, así que mejor bajar la voz. Ella lo explica: “Grabé mis partes del disco en mitad de la noche, con los auriculares puestos, y tratando de no despertar a mis hijos. A veces la voz puede ser solo un hilo”. De hecho, algunas de las canciones se grabaron cuando DiFranco estaba en avanzado estado de gestación, y eso, según ella, también se advierte en el resultado: “Cuando canté temas como 'Happy all the time' y 'Harder than it needs to be' estaba embarazada, muy embarazada, de mi segundo hijo. El sonido de la voz, curiosamente, es diferente. ¡Hay mucho bebé en ella, creo! Me gusta la sensibilidad que aporta a esos temas”, sostiene.

Como una hermana mayor

Antes de empezar con esta entrevista, tenía mis temores. Recuerdo haber leído la entrevista de la propia DiFranco a una de sus artistas de referencia, Joni Mitchell, para 'L.A. Times'. DiFranco, que no suele callarse nada, ni en el lenguaje oral ni en el escrito, decía aborrecer las entrevistas y daba sus motivos, por ejemplo: el temor a que no la entendieran bien o sacaran sus palabras de contexto. En cambio, cuando coge el teléfono en su casa de Nueva Orleans (donde vive desde principios de década con su marido, el productor Mike Napolitano, y sus dos hijos), lo que encuentro en realidad es a la Ani con la que soñábamos sus fans en la adolescencia. Menos una persona arisca que una hermana mayor aguerrida, segura de sus opiniones y de sus dudas. Siempre dispuesta a dialogar, ajena a cualquier clase de pensamiento unidireccional.

A pesar de los años transcurridos, DiFranco parece en muchos sentidos la chica de cabeza rapada que se convirtió en referente humano y musical para tantos a principios de los 90. Puede que la maternidad le haya quitado tiempo para el activismo, o para las giras de 200 fechas al año, pero sigue igual de comprometida con sus ideales, como dejará entrever en la conversación, propiciada por sus inminentes conciertos en Madrid (Arena, 6 de septiembre) y Barcelona (Apolo, un día después).

Con sello propio

Lleva editados más de 20 discos, vendido millones de copias de ellos y todo desde la independencia. Al principio de su carrera, decidió decir “no” a cualquier contrato discográfico que se le plantara delante. En lugar de eso, fundó su propio sello, 'Righteous Babe', en el que ha publicado discos emblemáticos como 'Not a pretty girl' (1995), el doble volumen en directo 'Living in clip' (1997) y 'To the teeth' (1999), con las colaboraciones del legendario saxofonista Maceo Parker y Prince. (Aunque quizá la mejor forma de adentrarse en su obra sea el recopilatorio Canon, de 1997).

Se coja su vida por donde se coja se encuentran elementos inspiradores. DiFranco empezó a ir a conciertos a los 9 años de la mano de Michael Meldrum, un músico poco conocido. “Era algo divertido para él –recuerda–. Llegaba a los sitios y me presentaba como su compinche”. Él la introdujo en el mundo de la música, ya que en su familia, curiosamente, nadie tocaba nada. ¿Y cómo le pagó DiFranco el favor? Pues coproduciendo y editando en su sello, el año 2006, el primer álbum de Meldrum, Open ended question, que reunía canciones compuestas por él durante tres décadas.

Sus padres le inculcaron valores como la generosidad, la igualdad, el feminismo, la defensa de los derechos humanos… Su madre fue muy activa de joven. Apoyaba siempre que podía a las mujeres políticas de Buffalo, a veces haciendo campaña puerta a puerta. Y llevaba a su hija Ani de la mano. 

Ella reconoce ahora que, en su caso, la maternidad ha servido para echar el freno a un puñado de cosas, pero lo ve como algo “positivo”. “Adoro poder salir de la cabeza de uno mismo”. explica. Y ni siquiera reprocha a sus vástagos que ahora mismo no sea tan prolífica como en el pasado –en los 90 iba a razón de un disco por año y, en algún caso, como el 99, dos discos–. “Al contrario, ellos me han ayudado a ser más reflexiva sobre lo que hago y a no dar por buenas las cosas tan rápidamente. Ser madre hace difícil hacer música porque te queda menos energía y tiempo. Pero la que haces llega cargada de amor. ¡Soy muy feliz de tener a mis hijos! Y eso se nota en las canciones y en los conciertos. Estoy agradecida por la suerte que tengo”, proclama. 

Su anterior disco, titulado 'Which side are you on?' (2012), incluía una canción llamada 'Unworry' en la que Ani DiFranco explicaba con una delicadeza sublime la relación con su marido: “Cariño, enséñame a dejar de preocuparme / Yo te enseñaré a dejar de esconderte”. ¿Es cierto que tener hijos ayuda a reforzar las conexiones con todo: maridos, amigos, familiares, animales, el planeta en general? “No en mi caso –opina ella–. Porque yo siempre he estado conectada enormemente a todo eso que comenta. Hay amigas que sí me han dicho: ‘¡Oh! De repente me preocupa el futuro, el futuro es real, ahora sí. Para mí el futuro siempre ha estado ahí. Con mis hijos he aprendido a preocuparme menos por el panorama global y a disfrutar de cada pequeño momento doméstico”.

De Buffalo a Nueva Orleans

DiFranco se mudó a Nueva Orleans desde Buffalo poco antes de la tragedia del huracán 'Katrina'. Su disco 'Red letter year' (2008) nació bajo la inspiración del cambio de paisaje, y también su primera hija: “Me enseña a estar en mi piel, hacer menos y ser más”. 

También el nuevo 'Allergic of water' es, de algún modo, producto de Nueva Orleans, aunque no de manera evidente. “Mi batería, Terence Higgins, es un gran músico de la ciudad. Yo no hago funk o jazz directo –aunque ambos géneros se han filtrado en su música anteriormente–, pero Higgins trae un aliento funky propio de aquí. Ha nacido con el 'groove' en sus huesos”, explica.

En el disco también participan otros grandes músicos del lugar como Ivan Neville, hijo de Aaron Neville, a los teclados, y la violinista Jenny Scheinman. Músicos que por desgracia DiFranco no trae de gira por Europa. “Ya me gustaría, pero técnicamente es imposible. Solo participarán en algunos conciertos americanos”, aclara.

¿Cómo respira Nueva Orleans ahora mismo? ¿El ambiente es optimista? “Estamos bien. Están peor en Buffalo, mis amigos me lo dicen. En mi opinión, después del 'Katrina', Nueva Orleans resurgió con mayor fuerza que nunca. Hay una industria renovada y la ciudad brilla. Mucha gente joven ha decidido mudarse aquí. ¡Parece Brooklyn! Todo lleno de 'hipsters' [risas]. Pero tampoco es genial para todo el mundo, claro. El centro está perfecto, pero no tanto algunos barrios periféricos”.

No tan viajera como antes

Por sus obligaciones familiares, la artista no puede ser tan viajera como antes, pero en los últimos años ha participado en algunos conciertos señalados fuera de Nueva Orleans, como el del 90º cumpleaños de Pete Seeger, el mítico artista folk y activista de los derechos civiles, en el Madison Square Garden de Nueva York. Seeger falleció en enero a los 94 años. “Fui muy afortunada por conocerle. Cada momento compartido con él fue un regalo. Tenía una extraña habilidad para transformar el aire a su alrededor. Entraba en una habitación y la atmósfera cambiaba. Influía sin esfuerzo a todo el mundo”. DiFranco le dedicó una famosa (por preciosa) columna en 'The Wall Street Journal'. En ella explicaba todo lo que Seeger le había enseñado. “Por ejemplo, que nunca se es demasiado mayor ni demasiado hombre para ser un feminista radical”.

DiFranco fue conocida por su activismo feminista, pero últimamente parece pronunciarse menos: “Quizá por culpa de mis niños, he estado algo menos en contacto con eso”. La artista asegura tener “unos pensamientos feministas personales” poco relacionados con discusiones actuales sobre si la sexualidad de las divas pop es feminista o no lo es.

“Vivimos en el mundo de los ordenadores. Algo fantástico en muchos sentidos pero que, inevitablemente, rebaja el nivel del debate. Por algún motivo, la red saca lo peor de la gente. Mientras tanto, en mi cabeza, veo cómo mi feminismo evoluciona. He leído hace poco dos libros fabulosos, los dos escritos por hombres:' El alfabeto contra la Diosa', de Leonard Shlain, que habla sobre cómo la creación del alfabeto creó la sociedad patriarcal, y 'La magia de los sentidos', de David Abram, sobre nuestra falta de relación con la naturaleza y cómo la cultura occidental ha truncado esos lazos que antes teníamos con animales y plantas, con nuestro lado más sensual y femenino”.

Tiene motivos para estar molesta con la red. A finales del año pasado, se vio obligada a cancelar un proyecto ambicioso –'Righteous Retreat', un taller de creatividad en un “paraje cautivador”– después de que la localización del evento levantara ampollas virtuales. El “paraje cautivador” fue en su tiempo una de las mayores plantaciones de esclavos del Sur, y ahora sus instalaciones son propiedad de Paul Ramsay, un billonario conocido por sus donaciones a partidos de derechas. Los fans no parecían contentos y Ani se vio, con todo el dolor, obligada a parar la máquina.

Tras superar las críticas, ahora parece animada. Con ganas de venir a España, asegura: “Creo que han sido cinco años desde la última vez que toqué allí. Cuando se dio la posibilidad de añadir fechas europeas, solo exigí España e Italia, mis países favoritos. La gente, la comida, la experiencia, todo es mejor allí”. Ani es así de generosa.