MI HERMOSA LAVANDERÍA

El amor es un aullido

Un momento del documental 'Cutie y el boxeador'.

Un momento del documental 'Cutie y el boxeador'. / periodico

ISABEL COIXET

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay un momento en el documental 'Cutie y el boxeador' que resulta, como en los momentos más interesantes de la vida, trágico y cómico a la vez: la pareja de artistas protagonista discute delante de la cámara sobre sus discrepancias. Ella le reprocha que la utiliza de asistente, cocinera, limpiadora, secretaria y agente sin tener que pagarle un céntimo, y recuerda que ella tambien es artista. El hombre asiente y sonríe. En la siguiente secuencia, él va en una camioneta que transporta sus obras a una galería y le comenta al conductor lo que ella le recrimina, subrayando que es el artista inferior el que debe ayudar al superior y que el superior es él. El hombre tiene 80 años, aunque aparenta muchos menos, y se llama Ushio Sinohara. Ella tiene 60, un delicado rostro infantil, rematado con un par de trenzas de pelo cano, y se llama Noriko. Llevan 40 años juntos y tienen un hijo, una vaga sombra, ebria y fantasmal en la película. Un hijo que, claramente, es una fuente de angustia permanente para la madre y un cero a la izquierda para el padre. Durante una hora y media asistimos a la vida cotidiana de esta pareja, que se detesta, discute y se ama con un asombroso fervor juvenil.

Ushio Sinohara es un artista japonés que empezó haciendo una versión nipona del pop-art en los años 60: esculturas de papel maché de brillantes colores, cuadros con referentes al cómic y una clase de técnica que él cree haber inventado: Ushio boxea con guantes de boxeo a los que ata esponjas empapadas en pintura. Lleva 50 años creando estas boxeopinturas que son su seña de identidad. Ushio ha sido un alcohólico la mayor parte de su vida, aunque ahora no bebe. Tiene una desfachatez y un entusiasmo a prueba de bomba. Es como un conejito de Duracel con pilas inagotables. Nunca ha conocido el éxito y malvive de cheque en cheque, sin saber si podrá pagar la luz a fin de mes, en un apartamento sin ascensor de Brooklyn.

Noriko llegó con 20 años a Nueva York para estudiar arte, conoció a Ushio y se casó con él. A través de sus delicadas ilustraciones, en las que se enmascara en una chica desnuda a la que llama Cutie, asistimos a la compleja dinámica de su matrimonio y a la lenta construcción de una personalidad de mujer artista que empieza como una niña deslumbrada e inocente y acaba como una mujer fuerte, libre y valerosa, consciente de que ha sido su constante esfuerzo, lucha y resistencia los que han salvado su matrimonio. El hijo de ambos cruza esporádicamente la pantalla con un rostro que lo dice todo: nadie sale indemne de 40 años de guerra matrimonial.

No se pierdan por nada del mundo este brillante filme. Pocas veces se ha visto en el cine una relación tan despojada de sentimentalismo y tan verdadera como esta. El título de la última exposición de la pareja de artistas es 'Love is roarrrr' (el amor es aullidoooo). Aúlle con Noriko y Ushio.