La amistad es una taza de té

La once

La once / periodico

IMMA MUÑOZ

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Durante 60 años, un grupo de mujeres chilenas, antiguas compañeras de colegio a las que la vida ha llevado por distintos caminos, han tenido una cita mensual ineludible: tomar once con sus amigas. ¿Once?, se preguntarán ustedes. La once es una merienda a base de té y bocaditos dulces y salados que se celebra en compañía y que ningún chileno perdona. Tal vez no cada día, que ya se sabe que vivimos contrarreloj, pero sí con regularidad. Es más que llenar el estómago, más que comprobar que estamos todos bien, más incluso que compartir confidencias: es un rito que ancla a sus participantes en la certeza de que todo seguirá igual aunque todo cambie. 

De la verdadera importancia de tomar once fue consciente la cineasta Maite AlberdiMaite Alberdi cuando presentó su primer documenal. Su abuela, María Teresa Muñoz, era su principal fan, una seguidora infatigable de sus progresos. Pero ese día clave, a ese estreno, no podía acudir. Tenía once con sus amigas. Así que lo que había sido rutina tomó una dimensión nueva para la joven, y decidió explorar su significado a través del cine. 

Durante cinco años, hasta que falleció su abuela, Alberdi y su equipo de rodaje se colaron en las reuniones mensuales de esas octogenarias. El resultado es un documental, 'La once', que no ha parado de cosechar reconocimientos: a la docena de premios en festivales se suma que ha sido aclamado en Chile y, como guinda, nominado al Goya a la mejor película iberoamericana. El logro es inmenso, porque es una producción pequeña y porque desde el 2003 ningún documental había logrado colarse en esta categoría. En la gala del 6 de febrero tendrá rivales tan duros como la argentina 'El club', pero todo puede esperarse de una cinta que deja sin sentido la frase que pronuncia una de sus protagonistas: “¿A quién le puede interesar una película de viejas hablando?”.

Pues a quien quiera indagar en la verdadera esencia de la amistad, o quiera ver la vejez desde una perspectiva más optimista y vital que la que suele presentarse, o quiera entender cómo piensan las clases conservadoras en Chile, y cómo mujeres que se criaron para ser amas de casa y tener un concepto muy determinado de la familia y su rol en ella (y que empiezan sus reuniones santiguándose y bendiciendo el encuentro) hoy discuten, mientras toman té y pastelillos (¡pastelazos!), sobre el matrimonio homosexual. 

Las enseñanzas son múltiples, pero hay una, destaca Alberdi, que se impone sobre todas: “Llevaban 60 años juntándose una vez al mes. Pasara lo que pasara, ellas estaban en la mesa contra viento y marea. Vi que tenían muchas diferencias, pero seguían siendo amigas porque se habían seguido reuniendo. Entendí con ellas que los amigos no son los que se parecen más a ti, sino los que comparten experiencias importantes contigo”.  

PROTAGONISTAS INDISCUTIBLES

Teresa Muñoz

La abuela de Maite Alberdi, la directora del documental. Es la más abierta de miras, la que pone temas como la homosexualidad sobre la mesa. “Digo todo lo que se me ocurre”, proclama al inicio de la cinta. Con ella empieza y acaba todo.

Angélica Charpentier

Casada con un militar, parece estricta, pero es la más picarona de las amigas. “Es demasiado buena: quiere hacer felices a todos, incluso aunque no valga la pena”, dice Teresa de ella. Habla con sorprendente franqueza de las infidelidades de su marido.

Ximena Calderón

Viuda de un militar, heredó de él el gusto por las costumbres estrictas, y le molesta que lleguen tarde a sus onces, aunque no lo diga. Presumida, se retoca el pintalabios con frecuencia. Estará presente en los Goya.

Alicia Pérez

Es muy coqueta y le preocupa ir bien combinada. Estudia inglés y, de hecho, se apunta a todos los cursillos que puede porque le pesa que no la dejaran estudiar. También irá a la gala de los Goya, y lleva semanas ensayando su paseo por la alfombra roja.

La once

Es el equivalente chileno del té de las cinco, aunque su origen, al parecer, es menos glamuroso: procede de la pausa que hacían los trabajadores, cada tarde, para beber aguardiente. Como la palabra tiene 11 letras, y para que los jefes no supieran adónde iban, se citaban “a tomar once”.