Alberto Vázquez-Figueroa: "Que los yihadistas vengan a por mí"

Aventurero, inventor y escritor, ha vendido cerca de 30 millones de libros y espera incrementar la cifra con otros dos: 'El último tuareg' y 'Medusa'

Vázquez-Figueroa

Vázquez-Figueroa / periodico

PAU ARENÓS

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Alberto Vázquez-Figueroa (AVF) pide que le hablen por el oído derecho. Perdió el izquierdo cuando era submarinista y se sumergía con el comandante Cousteau. El tímpano se hundió para siempre y él tiene que inclinar medio cuerpo para escuchar las palabras o esquivar las balas. La charla con AVF (Santa Cruz de Tenerife,1936) guarda resonancias míticas, que comienzan con Cousteau y terminan con la mordedura de un murciélago que inspiró al 'Drácula' de Bram Stoker. "Si como ajo, empiezo a vomitar sangre". Por fortuna, pide pastas y té.

"Guerra, selva, desiertos, inventos, cine y mujeres". Enumera los asuntos en los que es maestro: "Tengo 90 libros que demuestran que no sé nada de literatura". Con un humor a perdigonadas, se inhibe del resto. Puede que los lectores jóvenes –si existen– desconozcan las gestas de este hombre de 77 años, que se concentran en dos cifras: más de 90 libros y acercándose a los 30 millones de ejemplares vendidos. Todo parece tan lejano, esas toneladas de papel, como un viaje en el caballo de Miguel Strogoff.

Aunque nunca se ha ido –alguna reciente crisis de fe libresca–, AVF regresa con armas pesadas. Dos novelas, publicadas en dos editoriales. La primera, en marzo, en Martínez Roca: 'El último tuareg', con extremistas islámicos y un retorno a ese desierto donde germinaron sus ficciones, aquel Tuareg fundacional. La segunda, en mayo, en Ediciones B: 'Medusa', sobre cómo la sociedad es esclava de la tecnología y sus dueños. En esa obra, aparece un viejo inventor, ¿Vázquez-Figueroa?, con una idea revolucionaria. La calla porque, y esa noticia la recibió hace poco, después de entregar el original, es posible que alguien adquiera y produzca el diseño. Ese será el enigma que él irá estirando durante la entrevista.

He pasado mucha sed con la novela.

De eso se trata, de dar la sensación de cómo es la vida en el desierto.

¿Siempre quiere volver al desierto?

Es donde más a gusto me siento. Me crie allí, viví hasta los 16 años, pasaba tiempo con los beduinos. Conocí a los tuaregs, que son maravillosos. Es mi forma de vida, por así decirlo.

Guerra Civil, cárcel para su padre y sus tíos, muerte de la madre. Usted fue al desierto a la fuerza. ¿Qué aprendió de niño y que aún hoy le sea útil?

No había colegio. Mi tío tenía una gran biblioteca. Yo quería ser como aquellos que contaban esas historias, que hacían que un niño perdido en el desierto viviera mundos fabulosos. Un día, en uno de los libros, encontré una foto de Machu Picchu y pensé: "Yo quiero contar esa historia". En el desierto, cuando los beduinos se reúnen por la noche, el más importante es el que cuenta historias. Ni el jefe ni el guerrero. A mí me fascinaban, yo quería ser un contador de historias. En realidad, soy un contador de historias más que un escritor.

Se encuentra incómodo en el papel de escritor.

Me interesaba conocer el mundo, tenía inquietud por muchas cosas. De tal manera que he estropeado mi carrera de escritor por meterme en otras cosas, en el cine o a ¡inventor! A perder dinero inventando cosas. Ese es el espíritu de uno y uno tiene que ser fiel a eso. Si no, eres un desgraciado. Si pasas hambre... Y yo la pasé 25 años, desde que escribí mi primer libro hasta que tuve mi primer éxito, que fue 'Ébano'. Escribía, era submarinista, era corresponsal de guerra, era cazador en África. De repente, un día, salió 'Ébano' y se convirtió en un éxito mundial. Podría no haberlo sido. Entonces comenzaron a tener éxito libros que ya había publicado, todas esas cosas a las que nadie había hecho ni puto caso.

¿Por qué? ¿Lo sabe ahora?

Nunca puedes averiguarlo. Como comprenderá, los escribo todos con el mismo deseo de que sean buenos. Más de la mitad son una verdadera porquería.

¿Por qué los escribió?

Porque creía que iban a ser buenos.

¿Cuándo supo que no lo eran?

Cuando ya los había terminado o cuando ya los había publicado o años después. O ves que lo que en ese momento era bueno, luego ya no es bueno. Esto es como todo, como hacer el amor. Muchas veces sale muy bien y otras sale muy mal. ¡Y no por eso dejas de hacerlo!

¿Cree que se ha entretenido demasiado?

Sí. No puedo ser mejor escritor de lo que fui escribiendo 'Tuareg'. Salió así ¡en un mes! Punto. La revista 'Der Spiegel' dijo en una ocasión que era una de las cuatro grandes novelas del siglo XX. Nunca consideré que fuera verdad.

¿'El último tuareg' es bueno?

No lo sé. Demasiado fresco. Creo que tiene cosas muy buenas, personajes muy buenos, la trama es importante por lo que ocurre, por el momento y por las circunstancias. Si Mali se convierte en un país islamista extremista, está al lado del 50% de las reservas de uranio del mundo, de las reservas de gas de Argelia, de las cuales dependemos mucho; al lado del petróleo de Nigeria. Mali es un punto clave en el corazón de África. No se puede dejar que eso caiga en manos de los extremistas. Eso es lo que quise contar, que luego salga mejor, salga peor…

¿Hay que acabar con los yihadistas a tiros, como en la novela?

Con los yihadistas sí, como con ciertos políticos también. Me han preguntado y he dicho: "Este país, dado que se ha convertido en el país más corrupto de Europa y uno de los más corruptos del mundo, solo se soluciona si se hace un escarmiento duro de verdad, duro con los políticos, y ciertos banqueros".

¿Cómo es un escarmiento duro?

A veces, un poco de violencia, una violencia limitada, y esto no es una idea fascista, sino todo lo contrario, evita una violencia máxima. En África había momentos en que teníamos que matar un número determinado de elefantes. "Matar elefantes, un bicho tan bonito". Mire, matar un número determinado de elefantes significa salvarle la vida a 80 o 90 animales, ñus, impalas, cebras, jirafas, tan bonitos y tan vivos como ellos. Un elefante come y bebe y destroza por cien normales. Hay un momento en el que hay que limitar el número de ellos. En España hay personas que consumen no por 20, sino por 10.000 a costa del hambre y la miseria del resto. A esos paquidermos...

¿La cárcel no es suficiente?

No van nunca a la cárcel. Como no los maten a pancartazos cuando salen del juzgado, con esa especie o subespecie no se acaba.

La sed le ronda. En el desierto, de niño.

O de adulto, con inventos como esa planta desaladora que lleva años y años intentando levantar para producir energía barata. Yo nunca hago nada que sea un invento. Yo no invento. La presión natural existe, lo aprendí con el señor Cousteau como submarinista. Las turbinas existen. Las membranas existen. Todo existe. Hay que unirlo. Y eso no sería un invento, eso es sentido común. Y es más barato. Pero a las eléctricas no les interesa. Si se hace, en España se equilibrará la curva eléctrica nacional, lo cual representa millones de euros de ahorro anual.

Regresemos al desierto. Tuaregs contra tuaregs. Siempre se ha hablado de un pueblo noble…

En todo pueblo noble siempre hay unos mercenarios, una minoría. ¡Si en España hay muchos corruptos! Los tuaregs malos de esta novela son los que fueron mercenarios con Gaddafi. Si hubiera un grupo de asesinos catalanes, ¿qué dirían? "Hay que cargárselos, meterlos en la cárcel". En el desierto no puedes decir "hay que meter a aquel tipo en la cárcel". No hay cárcel, hay montones de países, no puedes juzgarlos.

¿Qué es 'Medusa'?

Va sobre el excesivo uso de los ordenadores y los teléfonos. Pero hay más. De eso le hablaré luego

si apaga el casete.

Creía que había dejado de escribir, pero no para de sacar libros. ¿Qué pasó?

Estaba más enfrascado en mis cosas de inventos, estaba bastante decepcionado por todo. Pero al final te das cuenta... Si yo dejo tres días de escribir, me pongo de una mala leche horrorosa, me pongo de mal humor, me aburro, no sé qué hacer, veo películas, leo. Cuando escribo, vivo con los personajes las 24 horas del día. Escribir no es estar sentado en una mesa, es cuando te acuestas pensando: "Ahora, claro, aquí". Yo duermo siempre de lado. Si duermo del lado izquierdo, pienso en cosas, lo que tengo que hacer, lo que ha ocurrido, lo que no ha ocurrido, lo que sea. Si me pongo del otro lado es cuando imagino cosas.

¿Por qué?

No lo sé.

¿Tiene que ver con la sordera?

No. Debe de ser algo del cerebro. Si me tumbo a la izquierda, pienso cosas, cosas, cosas. A la derecha, empiezo a imaginar cosas que relaciono con lo que estoy escribiendo. Le he dicho a mi mujer que no quiero que me entierren boca arriba. Porque si dicen que la muerte es el sueño eterno, ¡yo nunca he conseguido dormir boca arriba, ja, ja, ja! Duermo de un lado o de otro. Ella dice: "Te tendré que comprar un ataúd cuadrado".

Ha estado en cacerías, en guerras, lo han herido. ¿Nunca le dio miedo morir?

Cuando estás en una batalla, en un sitio de esos, la adrenalina, la fuerza es tan grande... Si tienes miedo, no vuelves. El miedo lo sientes luego. En una batalla, me pegaron un tiro en una pierna. No me enteré hasta que llegué al hotel. "Estás sangrando".

¿Ahora tiene miedo a la muerte?

No, al contrario.

No me fastidie con que tiene ganas.

Sí. Por una cuestión: en este libro del tuareg ataco mucho a los yihadistas. Una de las cosas que me gustarían es que los yihadistas vinieran a matarme. ¿Por qué? Porque ¿qué me espera de aquí en adelante a los 77 años? Una decadencia en todos los aspectos. Que los yihadistas vengan a por mí. Si me matan, será como siempre he querido, y siendo quien soy.

Que lo maten como siempre ha querido, ¿qué quiere decir?

Como alguien que no tuvo... mmm...

¿Miedo?

Miedo. Porque si ahora yo tuviera miedo, habría dejado de ser quien fui. Soy un viejo, con el pellejo feo y lleno de manchas, ¿y resulta que este pellejo feo me importa más que cuando era un tipo que ligaba mucho? Tengo un amigo con cáncer que está padeciendo todas las calamidades, otros amigos viejos, compañeros de carrera, mayores que yo, totalmente idos. Yo no quiero eso. Quiero acabar como lo que fui.

¿Planea algo?

No, lo que salga. Tampoco me voy a suicidar, eso no. Que venga la muerte, que no me preocupa. Lo que me da miedo es una enfermedad grave, la invalidez, el quedarte huevón completamente, sin saber lo que dices. Eso me da pánico.

Una vida plena.

Hombre claro, muy bien. Señoritas, señoras estupendas, ja, ja, ja.

La apetencia por la aventura, la apetencia por las señoras o las señoritas, ¿se ha esfumado?

No es lo mismo que antes, ja, ja, ja, pero bueno.

Si esto lo lee su mujer, se enfadará.

No, no. Está acostumbrada. Nunca he sido un hombre fiel. Siempre he tenido dos o tres mujeres al mismo tiempo.

¡Ahora ya no! Ahora tengo dos…

Ah, vale, ha bajado el ritmo.

Sí, he bajado el ritmo. "Mira, yo me paso la vida viajando, de aquí para allá". ¿Cómo le vas a decir: "Te voy a ser fiel"? Te estoy llamando gilipollas si te digo que te seré fiel.

No hay muchos de su estilo.

Es una manera de plantearse la vida. Empecé con una vida distinta, me crie en el desierto del Sáhara e hice un bachillerato de risa, no estudié el bachillerato. Para aprobar latín me aprendí 'La guerra de las Galias'. ¿Por qué? Porque me di cuenta de que siempre la ponían en el examen. Era incapaz de traducir, pero sí de aprendérmela de memoria.

Eso es de pícaros.

Si no eres pícaro...

Nació perdiendo, pero su vida ha sido de ganancia.

De dinero no, porque lo he perdido todo con los inventos, pero, sí, está claro. He ido a todos los países del mundo, estuve casado dos veces –la primera con una maniquí, tengo dos hijos con ella– en el mundo del cine se han hecho veintitantas películas sobre mis libros. Si tú llegas, corresponsal de guerra, y a lo mejor mañana te van a matar y no ligas, es que eres gilipollas. Hay que echarle mucha cara al tema.

Y los inventos. ¿De cuántos estamos hablando?

Miles.

¿Cuántos funcionan?

Unos, sí; otros, no, pero eso no importa. ¿Cuántos polvos has echado en tu vida? Miles. ¿Cuántos hijos han nacido? ¡Pocos, gracias a Dios! He perdido muchísimo dinero, pero si tienes una idea de algo que puede ser importante para salvar vidas o lo que sea, lo divertido es hacerlo. Si no lo haces, eres un frustrado.

¿Pero acabados-acabados?

Ya le hablaré de ello… después.

¿Qué le apetece ahora? ¿Adónde dirige la energía?

A lo mismo de siempre, pero que alguna cosa salga bien. En inventar cosas, en hacer cosas, en escribir cosas que sirvan para algo y que me diviertan y me mantengan la mente. Yo no tendré nunca alzhéimer porque no estoy un minuto sin dejar de pensar en cosas.

¿Cuánto dinero ha podido perder?

Millones de euros. Se han perdido, se podrían haber ganado. A lo mejor ahora, con esto, voy a ganar miles de millones, porque es mucho más sencillo y más lógico y más barato... Y si no sale, pues no pasa nada. Es la vida que he elegido.

¿Sus hijos cómo lo viven?

Soy su padre, siempre ha sido así.

¿Son dos hijos o más?

Muchos.

¿Cuántos?

Muchos hijos de mujeres distintas.

¿20?

Menos. Muchos.

Le mordió un murciélago.

[Enseña dos colmillazos rojos, volcánicos]. Parecen del otro día. Todavía haces así [aprieta las heridas] y a veces sale líquido. Si como ajo, empiezo a echar sangre, a vomitar sangre. Lo único que no tengo que hacer en el mundo es probar el ajo. Si no pruebo el ajo, jamás estoy enfermo de nada.

Está hablando de vampiros.

De ahí viene. Bram Stoker [creador de Drácula] sabía lo del murciélago vampiro del Ecuador. Cuando te muerde, si tiene rabia, te la inyecta. Y, si no, tienes la vida más larga porque te licúa la sangre. Yo no sé qué es la próstata, ni el colesterol. Hace treinta y tantos años que no voy a un médico.

A lo mejor es inmortal.

No, pero la zona donde están esos murciélagos vampiro hematófagos es donde van los científicos a estudiar porque es donde la gente es más longeva. Los laboratorios Pfizer hace unos años me dieron mucho dinero para que diera una charla sobre esto y me sacaron sangre. Ahora van a sacar un producto que es como el Sintrom. Yo es como si tuviera Sintrom para toda la vida.

¿Ningún problema con la luz del sol?

Con la luz, no.

Y gracias a la mordedura del murciélago, ¿hasta cuándo puede vivir?

Ah, no sé. No hay que tenerle miedo a la muerte.

El casete ya no recoge más palabras. AVF saca un papel de un bolsillo de la americana. Lo despliega con un silencio dramático, con la lentitud que requieren los documentos importantes. Tiene un número de registro. Varios dibujos del objeto. No me permite revelar qué es, pero sí decir que quien se ha interesado es el Ministerio de Fomento y que es un artilugio para salvamento marino. 'Medusa'. Una novela que navega en la realidad. Sentados, conspirando, damos inicio a un libro de espías.