un vecino llamado... Julio Manrique, actor y director teatral, y director artístico del teatro Romea

«Sant Gervasi tiene todo lo que necesito en un barrio»

<b>El intérprete de Toni Pardo</b> en Infidels (TV-3) debutó como actor de teatro, a los 19 años, en el SAT de Sant Andreu. Ha vivido en Gràcia, Poble Sec, Eixample y Sant Martí y desde hace dos años reside en Sant Gervasi-Galvany. Desde allí, Julio Manrique baja a Ciutat Vella a trabajar.

Centenario Pan y pastas con solera y carismaLA PANADERÍA ARTESANAL DE LAS TENTACIONES, ESO ES EL FORN ROURA. ESTÁ EN LA CALLE DE CALAF, 15. ALLÍ EL ACTOR TIENE QUE CONTENERSE.

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CARME ESCALES
BARCELONA

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Un par de meses antes de que le ofrecieran la dirección artística del teatro Romea, Julio Manrique estrenaba barrio. Era el verano del 2010. Él y su familia llegaban a Sant Gervasi-Galvany, un nuevo barrio en un nuevo distrito, pero un lugar muy próximo a los rinconces de la vecina Gràcia que el actor conoce bien y continúa disfrutando. «He vivido en varias lugares dentro del distrito de Gràcia. Es el barrio en el que me independicé, a los 21 o 22 años y, ahora en Sant Gervasi, me siento supervecino de Gràcia», afirma el actor y director teatral. «Es como tener dos barrios en uno», dice.

Esa proximidad con el terreno conocido se suma a otras muchas ventajas que Manrique valora en su actual barrio de Sant Gervasi. «Este es un buen lugar para vivir. Aquí tengo todo lo que necesito yo en un barrio: tiendas que dan mucha vida, un mercado, quioscos, parques, colegios y buenas comunicaciones con transporte público». Con todas esas piezas del puzle construye él su «minimundo», como resume el actor el concepto de barrio. «Yo no podría vivir en una zona residencial, donde tienes que encargar la comida porque no hay tiendas cerca. Aquí en Sant Gervasi estoy muy a gusto».

El actor vivió hasta los 2 años en Santa Coloma de Gramenet, antes de que su familia se trasladara al barrio de la Sagrada Família, en el Eixample. «Cuando no había ni mucho menos los turistas que hay ahora», comenta. «Las obras del templo estaban muy paradas», recuerda.

Construir recuerdos

Después de la Sagrada Família, Julio Manrique vivió en Gràcia, pero también ha residido en el Poble Sec y el Clot. Ahora es en Sant Gervasi donde construye recuerdos, que es una de sus maneras de hacer suyo un barrio. «Te lo haces tuyo mezclándote con su gente, creando relaciones, usas todo lo que el barrio te da, lo vives, como quien se hace suya la playa, bañándose, creando recuerdos».  Así va tejiendo el actor su particular vida de vecindario.

Desayunos en el Tris Tras de la plaza de Molina y comidas en Casa Varela o La bodegueta, en la misma plaza, forman parte de sus hábitos en él. Aunque no se reconoce «ningún gran cocinero, salir a comprar la comida me gusta mucho», confiesa el actor. El director inició el pasado sábado una gira con la obra Incendis, el drama de Wajdi Mouawad, dirigido por Oriol Broggi que, después de escenificarse en un total de 31 destinos en Catalunya y Balears, regresará al Romea, a partir del 5 de diciembre.

En el mercado y en la calle, lo paran algunos para decirle que lo han ido a ver. «Eso nos hace muy felices a los actores y no porque te han visto en la tele, sino en el teatro», diferencia Manrique, que reconoce como un buen aprendizaje su inmersión en la dirección del Romea como programador de las temporadas teatrales. «Aprendes que todo puede contemplarse desde varios puntos de vista. Crecen tu empatía y tu paciencia, y también te das más cuenta de lo que cuestan las cosas, al mismo tiempo que valoras la necesidad de arriesgar, de ser valiente. De ser generoso», puntualiza. «Y amas mucho más las obras de los otros, porque, de algún modo, son también criaturas tuyas», añade. Ahora, está a punto de estrenarse en el Romea, concretamente el 6 de octubre, Oleanna, con Ramon Madaula y Carlota Olcina, dirigidos por David Selvas.

Entre el Raval y Sant Gervasi

En poco más de 20 minutos, el vecino de Sant Gervasi llega desde su barrio hasta el Romea (Hospital, 51), en pleno Raval. «Cojo los Ferrocarrils de la Generalitat en la plazade  Molina, hasta la plaza de Catalunya y bajo por la Rambla, hasta el teatro», explica. «Alguna vez he bajado a pie. Me gusta mucho caminar y el paseo va muy bien para pensar, pero siempre depende del tiempo que tengas para llegar a los sitios», dice.

De vuelta a casa, Manrique deja el bullicio del meollo en la Rambla para retornar a casa, en un Sant Gervasi habitualmente tranquilo, de noche lo es mucho más. «Cómo cambia el paisaje urbano, de un barrio a otro», expresa el vecino de Galvany, que sabe apreciar las cualidades del barrio elegido para vivir. «En los jardines de Moragas, al lado de casa, nos sentamos -con Cristina Genebat, su pareja-, y allí decidimos que nos quedábamos con el piso que habíamos visto», rememora. Como él bien dice, en aquel instante construyeron el recuerdo en un jardín al que, desde entonces, él guarda «un cariño especial», asegura el director, que piensa en la próxima obra que dirigirá, Roberto Zucco, de Bernard-Marie Koltès, «un Hamlet moderno de un autor que me fascina», avanza. Se estrenará en febrero.