una vecina llamada... Àfrica Ragel, escritora
«El sentimiento anarquista aún está en el Poblenou»
<b>'La moneda del malfat' es una novela </b>y una singular puerta de entrada al Poblenou que nos abre su autora, Àfrica Ragel. Nació en 1969 en este barrio de Sant Martí, también escenario de su último libro -todavía sin editorial- 'Quan em vinguin a buscar'.
Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro son tres recomendaciones atribuidas al político y poeta cubano José Martí. Esta sentencia la ha cumplido, y con creces, la escritora Àfrica Ragel en el barrio en el que nació hace 43 años. Esta vecina del Poblenou es autora de siete libros -seis ya publicados- y ha tenido cinco hijos. Y en el huerto de los indignados del Poblenou (en la calle de Fernando Poo), árboles no ha plantado, pero sí plantas tomateras, habas y lechugas. «En un par de solares y bajo un sistema asambleario, los vecinos hemos hecho un huerto. Si el dueño de la tierra viene, sabemos que tenemos que abandonarlo, pero mientras tanto hacemos crecer en él verduras que nuestros hijos aprenden a regar», explica Ragel.
Ese huerto dice mucho del barrio. «En el Poblenou, siempre se ha luchado mucho por los derechos de los vecinos. Se han hecho guardias de noche con sirenas para evitar que destruyeran edificios fabriles», rememora la vecina, miembro del archivo histórico del barrio. «Todos los que trabajamos en él, realizamos un trabajo totalmente altruista. Pedimos fotos antiguas a los vecinos, muchas de ellas de lugares que ya no existen. También ofrecemos información a la gente que viene en busca de ella», detalla Àfrica Ragel, muy crítica con ciertas transformaciones de antiguas fábricas en viviendas para una élite.
Puntos de partida
El contenido de algunos documentos del archivo histórico del Poblenou le han servido a esta escritora como punto de partida de sus novelas. La moneda del malfat (Edicions Saragossa, 2008) tiene como protagonistas a un grupo de adolescentes del Poblenou y, a través de sus vivencias, Ragel repasa muchos de los lugares que ya no existen en el barrio. Tan solo hay fotos antiguas, documentos, escritos y el testimonio de las personas que los recuerdan.
Y en su último libro, Quan em vinguin a buscar, la autora construye una novela a partir de la historia de Isidro Mompart, el vecino de Sant Martí que fue uno de los últimos ejecutados a garrote vil por el verdugo titular de la Audiencia de Barcelona, Nicomedes Méndez.
Historia y literatura se funden en el pasado de un distrito con mucha fuerza y capacidad de lucha. «Icaria, un nombre muy presente en el distrito, es como el socialista utópico francés Étienne Cabet llamó a su ciudad ideal, que era una utopía fundada sobre principios comunistas, donde todo el mundo trabajaba por intercambio. Se dice -aunque no está documentado- que algún grupo de icarianos salió desde el Poblenou hacia América», cuenta Ragel.
La historia, en este caso, de los icarianos le sirve a Àfrica Ragel para arraigar la personalidad de su barrio. «El sentimiento anarquista todavía está en el Poblenou. Icarianos y anarquistas nos han hecho a los del Poblenou algo especiales. Cuando pusieron la zona azul, muchos salieron a sellar parquímetros con silicona», recuerda Ragel, madre de cinco hijos, de 21 años hasta los 7 que tienen sus gemelos. «En el barrio soy la madre de los Bonet», apunta.
Microciudad
Las múltiples actividades de sus cinco hijos en el barrio, y las suyas propias como vecina totalmente integrada en las inquietudes vecinales --«el pasado domingo reabrimos el Ateneu Flor de Maig, en la calle del Doctor Trueta», destaca Ragel--, hacen del Poblenou una verdadera microciudad en la que la autora y su familia lo tienen todo. «Yo, personalmente, cuando voy a Barcelona, porque así lo decimos cuando nos alejamos del barrio para ir al centro de la ciudad, al cine o al teatro, me siento extranjera --confiesa--. Aquí, en cambio, mis hijos juegan en la calle o van solos de un lado a otro y sé que si uno de ellos se cae o le pasa algo, siempre habrá alguien que lo conozca», explica la escritora, filóloga y correctora, que ha puesto en marcha junto a un amigo un servicio gratuito de consultas ortográficas en catalán. A través de la cuenta de Twitter @aixocomesdiu.
Vecina altamente proactiva, Ragel abrió la cafetería Artemisia, que, aunque ahora ya no la regenta, continúa sigue siendo un interesante punto de encuentro entre libros, cultura y también para hacer una pausa frente a un café. «Y en las paredes, hay siempre cuadros de autores poco conocidos. Es un intercambio: decoración que va cambiando, y promoción de artistas», argumenta Ragel, que conoció a su marido en el instituto del barrio. «Siempre íbamos a la hora de descanso al cementerio. Es un sitio que me encanta. Allí nos dimos nuestro primer beso», confiesa.
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