UNA historia de SANT MARTÍ Ca l'Arnó

La masía de un general en la que juegan los niños

Las protestas de los vecinos impidieron en 1982 el derrumbe de la actual ludoteca de Sant Martí

La masía del siglo XVII 8Convertida ahora en la ludoteca Ca l'Arnò.

La masía del siglo XVII 8Convertida ahora en la ludoteca Ca l'Arnò.

REBECCA BOSCH
BARCELONA

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No hace tanto tiempo que el pueblo de Sant Martí de Provençals era un territorio agrícola con un sinfín de pequeñas lagunas y muchas masías del siglo XVII. Sin embargo, la reestructuración urbanística llevada a cabo en el que era el distrito más fértil de Barcelona, provocó la desaparición de prácticamente todas las fincas localizadas alrededor de la parroquia.

De tantas, hoy solo se mantienen Can Cadena, Can Planas y Ca l'Arnó. Esta última, que está situada en el parque de Sant Martí de Provençals (Menorca, 21) luce piedras de 1689 y es una obra muy apreciada en el barrio«porque es la última masía que abandonó el cultivo de las tierras», argumenta Manuel Martínez, presidente de la Associació de Veïns de Sant Martí de Provençals. Y es que si no hubiera sido por el movimiento vecinal, la finca no habría sobrevivido al impacto del nuevo paisaje residencial.

Plante vecinal

Corría el año 1982 cuando las excavadoras municipales iniciaron la destrucción de Ca l'Arnó hasta que miembros de las asociaciones de vecinos de Sant Martí de Provençals y de la Verneda hicieron guardia las 24 horas del día para impedir la demolición.

Las protestas dieron sus frutos. El ayuntamiento frenó inmediatamente las obras y justificó que la orden de derribo se había dado por una falta de coordinación entre las áreas municipales de obras públicas y de urbanismo. Seis años más tarde, medio centenar de voluntarios de varios países ayudaron a restaurar la finca.«Fue una gran victoria conseguirlo»,recuerda Martínez.«Ca l'Arnó representa un patrimonio histórico, una seña de identidad de Sant Martí de Provençals », concluye el también autor de Sant Martí de Provençals, de la vila al barri.

En 1992, la masía que en su día perteneció al célebre general Mansó, héroe de la guerra contra los franceses, se convirtió finalmente en la ludoteca infantil que es ahora. Su misión es educar a niños de entre 4 y 16 años a través del juego. Y su acogedor diseño en forma de casa de cuento influye sin duda en la buena disposición de los más pequeños a adentrarse en ella para jugar.