UN PUNTO DE ENCUENTRO PARA MENORES

Jóvenes a flote

Ayuda 8Una monitora atiende a los alumnos de El Submarí.

Ayuda 8Una monitora atiende a los alumnos de El Submarí.

LUIS BENAVIDES
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por debajo del nivel del mar, en un sótano cedido por la Parroquia de la Mare de Déu de Port se reunían y preparaban sus excursiones de fin de semana los jóvenes monitores que fundaron o, mejor dicho, botaron el esplai El Submarí en 1979. Han pasado los años, y ahora ocupan otro espacio bastante más cómodo en la calle de Foc, 100, en el barrio de La Marina de Port, pero el periscopio de este buque imaginario sigue atento, al servicio de los jóvenes con pocos recursos o con entornos familiares negativos.

«Ahora estamos instalados en una de las plantas de una antigua escuela pública, también cedida por la parroquia. Desde hace unos ocho años nos dedicamos al refuerzo escolar y educativo», explica Neus Cerdà, coordinadora de un espacio que ha reorientado su trayectoria a petición de los usuarios. «El refuerzo escolar está relacionado con el colegio, mientras que el refuerzo educativo es transmitir valores», precisa.

«Los propios chicos, en las diferentes salidas, explicaban sus dificultades para hacer los deberes y la poca ayuda que recibían en casa», recuerda Cerdà, quien disculpa a la mayoría de los padres porque conoce el drama que viven. «Cuando no tienes nada para llenar la nevera o estás pendientes de un desahucio, no tienes la cabeza para ayudar al niño con un examen», cuenta la responsable del centro.

Trabajo comunitario

El Submarí acoge por las tardes a un centenar de chicos, de entre 8 y 16 años. Y tiene lista de espera. «Nos encantaría poder atender todas las peticiones, pero necesitaríamos más recursos económicos y más voluntarios», explica la coordinadora de un centro que funciona gracias al trabajo de siete profesionales y, sobre todo, 25 colaboradores. Guillermo Gil-Muzaraga lleva dos años como profesor de Matemáticas e Inglés para resolver las dudas de los más mayores. «Vengo dos tardes a la semana desde hace un par de años. Buscaba algo de voluntariado porque quería colaborar con mi entorno de alguna manera, y esta me pareció la mejor opción», dice el joven, miembro de un departamento universitario de investigación.

«Tenemos voluntarios entre los 17 y los 70 años, con perfiles muy diferentes. Porque todos pueden aportar algo y colaborar así en el proyecto. No buscamos profesores, porque esto no es una academia para preparar exámenes», puntualiza Cerdà, quien admite que «muchos siguen suspendiendo en la escuela». Para la coordinadora, es más importante aprovechar este espacio de encuentro para trabajar valores como la participación, el respeto y la convivencia: «Cuesta que los jóvenes se acerquen a los recursos educativos de su barrio, pero nosotros tenemos la suerte de que aquí vienen encantados».

Jean Pierre y Rukam, ambos de 11 años, prefieren ir a El Submarí que quedarse en casa o jugar en el parque. «Aquí nos ayudan con los deberes pero también hacemos amigos y jugamos en el patio. Es mucho más divertido que la escuela», cuenta el segundo, quien también participa en el programa Centre Diari d'Acció Educativa, con un grupo de chicos más reducido y una atención personalizada.