UNA historia deL Eixample... los jardines de la antigua fábrica Bayer

Nace un interior de isla donde se hacía la aspirina

Bayer fabricó la popular pastilla durante más de 50 años en París con Viladomat

INMA SANTOS HERRERA / Barcelona

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En pleno corazón de l'Eixample, entre las calles París, Viladomat, Còrsega y Calàbria, existe una isla de 3.880 metros cuadrados, un lugar acogedor y tranquilo abierto al público, que invita a los mayores a disfrutar de la calma y a los niños, del juego. Una isla que, como un territorio por conquistar, permanece a la espera de recibir un nombre, o al menos, uno definitivo, porque el que tiene es provisional: Jardines de la antigua fábrica Bayer.

El nombre no es casual, ya que sobre la superficie que ocupa este interior de manzana rehabilitado -uno de los más grandes de l'Eixample-- se erigía el edificio que la multinacional alemana Bayer adquirió en los años 40 y destinó a la producción de la aspirina. El edificio, diseñado en 1916 por el arquitecto catalán Miquel Madorell i Rius, pertenecía al movimiento artísticoSezession,que tuvo su máximo esplendor en Austria a principios del siglo XX.

En el 2003, el gigante alemán decidió cerrar su histórica fábrica. Y la firma Amrey y la promotora Vertix, compraron la manzana. Así, en pleno siglo XXI, y mientras el ibuprofeno desbancaba en las farmacias a la Aspirina, las excavadoras reducían a escombros el inmenso solar de la farmacéutica. Solo quedaron en pie dos elementos como testimonios del pasado industrial de Barcelona: la fachada principal-en la esquina de París con Viladomat—y su chimenea de obra vista. Pero el presente no pudo borrar las huellas del pasado, no por una cuestión de nostalgia, sino porque el singular edificio estaba registrado como patrimonio arquitectónico de la ciudad.

«No es una rehabilitación. Se ha creado una estructura nueva con acabados de alto standing, que se ha acoplado manteniendo cierto estilo a la antigua fachada principal del edificio original y a la chimenea»,afirma Ana Martínez, directora comercial de Amrey. El resultado, desde el exterior, es una curiosa e innovadora estructura, un ejemplo desafiante de convivencia entre lo antiguo y lo moderno integrado entre los nuevos edificios de viviendas que forman el perímetro de esta manzana de l'Eixample.

Y dentro de ese perímetro es donde se ubica ese interior de isla bautizado provisionalmente con el nombre de la Bayer, con acceso por la calle Calàbria y por París. Ante el visitante emerge un amplio espacio en el que se distingue una zona de vegetación y otra central con dos ambientes: uno, con pavimento de caucho para juegos infantiles, y otro destinado al descanso, con sillas y una gran pérgola. Llama la atención un cubículo metálico y acristalado que intenta camuflarse entre enredaderas. No es un monumento, en realidad esconde el acceso a un aparcamiento subterráneo.«Un reto, que supuso limitaciones en el diseño. Se ha intentado reducir al máximo el impacto de esta construcción buscando una armonía con el entorno», destacan fuentes municipales.

Nada en estos jardines recuerda la mole de cemento que durante más de 50 años fue el hogar de la aspirina, pero el comprimido no ha caído en el olvido. Y quién sabe si acaba dando nombre a esta isla.